Diario de León

TRIBUNA

Carretera hacia el pasado

Publicado por
Víctor Bejega García. Arqueólogo
León

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Los regalos navideños en la provincia de León ya han llegado, y como los Reyes Magos tienen difícil el traer carbón por eso del desmantelamiento que sufre el sector, se dedican a traer simplemente regalos envenenados. Uno de los últimos consiste en la noticia de la luz verde al tapado de uno de los hitos arqueológicos de la arqueología romana en nuestro país.

El yacimiento de Ad Legionem VII Geminam, localizado en el barrio leonés de Puente Castro, configuraba el segundo gran asentamiento civil vinculado al campamento legionario de la Legio VII Gemina, el más estable y dilatado en el tiempo de Hispania y prácticamente de la Europa occidental. Este campamento excepcional, que llegó a ser el único de Hispania y un rara avis encargado de proteger el oro de Las Médulas, tenía una cannabae o asentamiento civil junto a sus murallas y un poco más alejado, junto a la Vía I, estaba Ad Legionem. Familiares de los soldados, artesanos, taberneros, prostitutas y hasta el primer obispo conocido de León y Astorga, citado en la Carta de San Cipriano de Cartago del año 255, pasearon por sus calles entre los siglos I y III d.C., cuando la marcha de gran parte del contingente militar dejó habitable el campamento, con murallas protectoras frente a la crisis naciente en el Imperio.

De aquella ciudad, que fue uno de los orígenes de la actual León, poco sabíamos. Hasta que en el 2010, con el proyecto de construcción de un vial que comunicase el barrio con el último pelotazo urbanístico leonés, salieron a la luz 4.600 m2 de cimientos, calles, insulae o manzanas, barrios, talleres,… Y el yacimiento cuenta con unas 20 hectáreas aproximadamente. Lo que para muchas ciudades europeas sería un caramelo gracias a las posibilidades turísticas y científicas que posee el yacimiento, para León se convirtió en un auténtico problema. Y es que, previsores como nadie, habían construido ya el puente que debía comunicar el enlace viario a una cota que obligaba a destruir el yacimiento. Dos años después de lamentables cruces de responsabilidades entre administraciones y vaivenes Valladolid-León, cambios de gobierno municipal incluido, se llega a un acuerdo. Y donde dije digo, digo Diego. Con nocturnidad y alevosía, se decide proyectar un vial que sepulte los restos bajo el asfalto. Conservación, según la administración competente.

Nadie parece tener en cuenta el valor científico y patrimonial del yacimiento, único en Hispania. Nadie valora las posibilidades turísticas que tendría para una ciudad monumental como León, que tiene en su patrimonio arqueológico y cultural su mayor baza de futuro. Apenas se tienen en cuenta las heridas que ha sufrido el yacimiento por obras sin control arqueológico, quemando páginas de nuestro pasado sin ni siquiera leerlas. Esta falta de sensibilidad de nuestros políticos, que recurren una y otra vez a las mismas soluciones pre-crisis, cemento y asfalto, siguen siendo un lastre para el desarrollo de iniciativas distintas. ¿Acaso no se ve la importancia de tener una ciudad romana completa a 15 minutos del centro de León? Desde luego, si estuviese en otra ciudad europea, se vería con otros ojos, y los mismos que hoy apoyan su sepultura, pagarían gustosos cinco euros de entrada para contemplar un pedazo de su pasado.

Lejos de ver alternativas de futuro, Ad Legionem se encamina a engrosar la Lista Negra del Patrimonio leonés: las murallas, las criptas que albergan restos del anfiteatro y las termas —cerradas al público desde su construcción—, los principia, los barracones de legionarios, la judería medieval, y un largo etcétera que podría aumentarse exponencialmente si incluimos todo el territorio provincial, uno de los más ricos de España y también de los más abandonados. Parece que las Leyes de Patrimonio sólo existen de forma ocasional, y que el recorte en cultura y patrimonio ha afectado directamente a su aplicación.

Por lo tanto, si nadie lo remedia, sepultaremos los restos del yacimiento bajo el asfalto, y con él un trozo de nuestro pasado y otro de nuestro futuro.

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