Diario de León

¡Chapeau!, Sres. Muro de Íscar y Francisco Rosell

Publicado por
Casimiro Bodelón, psicólogo clínico
León

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Hay circunstancias en la vida, en nuestro cotidiano vivir, que encierran en sí tal gravedad, que no debemos dejarlas pasar sin crítica y oposición, como si de verdad lo que acaece en tales circunstancias no supusiera dolorosas e irreparables consecuencias para la población en general. Y es posible que a muchos con responsabilidad social no les importe, porque ellos tienen las espaldas cubiertas o porque están de vacaciones en la Mareta o en Sanjenjo; pero tal dejadez desampara a los que aún no conocen ni presienten el peligro. Me refiero a lo que en el Diario de León, Muro de Íscar, y en El Mundo del 15 de agosto, Francisco Rosell, con valentía y sin complejos, denuncian sobre la enésima ley de Educación que agostará de forma inmisericorde a nuestros nietos y biznietos, si no ponemos pies en pared y paramos la sarta de dislates del engendro gestado por la ministra Celaá y por la sustituta Sra. Pilar Alegría.

Yo esperaba que en León, donde tenemos una buena facultad universitaria de Educación, la profesora Isabel Cantón y la mayoría del Claustro educativo tendrían algo que decir, aunque estemos en pleno agosto, sin esperar a que los hechos se impongan, con alevosía y por dejadez. Lamentarse sobre la leche derramada tras la patada de la vaca arisca, nunca arregla el problema. A las vacas ariscas que no se dejaban ordeñar, aprendí de niño que lo primero que se les hacía era ponerles un buen narigón y se les ataban las patas traseras y el rabo, pues la función de quienes tienen responsabilidad de gobierno, (por eso cobran y reciben pluses de ministras), y libertad de cátedra, no es para abusar de los gobernados o para dejarlos a merced de imposiciones educativas carentes de sensatez y cargadas de ideología interesada.

La pasividad de las cátedras puede interpretarse de dos maneras: o que están totalmente de acuerdo con lo legislado (con razones de peso o simplemente por intereses inconfesables; ambas deberían explicarlas al público que les pagamos); o que tienen puesto, como las vacas ariscas de mi pueblo, el narigón y las patas atadas, es decir, que no tienen, ni de lejos, libertad de cátedra, todo lo cual también deberían dejarlo claro, si así fuera, para que entendamos su silencio actual. Yo sigo esperando a que ustedes digan algo, antes de que sea demasiado tarde. Si lo dejan para cuando vuelvan a las aulas, es decir, para septiembre, es posible que entonces las aulas ya solo sean simples jaulas con candado (en boca y cerebro), candado del que ustedes no tienen llave.

Sobre el pacto de estado al que hace referencia Muro de Íscar, yo no espero nada, porque se lleva reclamando desde los orígenes de la maldita Logse y sus posteriores excrecencias, pero los políticos de las sucesivas camadas, («tanto monta, monta tanto»), han demostrado absoluta falta de valor y de cintura para llegar a un acuerdo sensato y coherente sobre una ley de educación. Y mira que desde hace muchos años tienen el ejemplo del ministro de la Reina Isabel II, Moyano Samaniego, que consensuó la ley de Educación más longeva del Estado (1857-1970), con excelentes frutos, en un país que en aquel entonces contaba con el 80% de analfabetos y el desmadre de partidos políticos era similar o mayor que el actual.

Pregunto: ¿Puede, desde las cátedras de Educación, bendecirse silenciosamente (por aquello de que «quien calla, otorga»: qui tacet, consentire videtur), «no buscar la excelencia, el esfuerzo, y aceptar que los centros de educación (¿también alguna cátedra?) se dediquen a adoctrinar ideológicamente, para formar ciudadanos acríticos», que solo sabrán gruñir si les falta la bazofia de cada día, en el pilón de la piara? ¿Alguien con mente limpia y sensatez de sentido común puede creer que la llamada ideología de género es la solución a la zafiedad sexual que degrada la vida de las personas del género humano, iniciando desde las guarderías hasta la adolescencia, edades de máxima plasticidad y muy vulnerables, en actividades llamadas «técnicas de aprendizaje sexual»? ¿Podemos seguir en silencio, como corderos que sólo balan para reclamar la leche materna?

Muro de Íscar afirma con valentía y sin complejos que ««esta reforma es un intento más de imponer una ideología en lugar de formar ciudadanos libres, críticos, tolerantes, respetuosos con los valores constitucionales, capaces de reflexionar por sí mismos»»; no se contenta con decir lo que afirma el Sr. Casado desde la oposición: «Cuando lleguemos al poder, la derogaremos». No. Cuando ustedes lleguen al poder, si llegan, esta ley ya habrá envenenado las mentes de miles de niños y niñas a los que no hemos defendido cuando estaba en nuestras manos. No podemos dejar para mañana lo que es nuestra obligación de hoy. ¿A qué esperamos para parar tanta desidia que arruinará el futuro de los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, que hoy dependen de nosotros? Yo no me resigno a pensar que hoy la mayoría de los profesionales de la pedagogía, la psicología, el magisterio, la enseñanza en general, la pediatría y la misma psiquiatría, sean insensibles y quieran mirar hacia otro lado, por muy progresistas que se consideren. Yo me considero progresista porque tengo el concepto de progreso muy claro: progresar es dar pasos hacia delante, hacia el frente. Todo lo que suponga regreso, involución, aunque lo quieran pintar de color rosa, es una trampa envenenada.

Se está jugando con fuego y carecemos de extintores, ¿puede haber mayor imprudencia? Las catástrofes una vez producidas no se arreglan con lamentaciones. Tenemos que prevenir, adelantarnos para que en el futuro de ya no tengamos que hacer lamentaciones y gimoteos, solo propias de irresponsables cobardes.

La ignorancia fructifica hasta en el desierto, pero es peor que la indigencia económica, aunque ambas duermen en la misma cama, es decir, en la miseria. Con irresponsabilidad complacida, y no contestada por autoridades académicas cobardes, digo yo, se eterniza el fracaso escolar mediante nuevos planes, afirma Rosell, que cambian de nombre pero no van a la raíz del problema. «Por paradójico que resulte, sigue afirmando Rosell, hay que decir que el fracaso educativo es la garantía de un colosal triunfo del poder, si éste se mide estrictamente en términos de exclusiva rentabilidad electoral»; pero ¿es esto lo que debemos buscar con verdadero ahínco los padres, los educadores, los profesores, la sociedad en general? Servir y apoyar cualquier movimiento o a cualquier persona que usa, consciente o inconscientemente, el poder que degrada a los gobernados, es la peor prostitución en la que podemos caer los humanos que sabemos del valor de la libertad y de la capacidad de pensar libremente y sin coacciones implícitas o explícitas.

Necesitamos urgentemente despertar de esta modorra y somnolencia que nos convierte en víctimas por pura vagancia y grave falta de responsabilidad. Nos estamos jugando a la ruleta rusa el futuro inmediato de las nuevas generaciones. Es hora de despertar y plantar cara, informándonos adecuadamente y no esperando que las soluciones vengan del «arriba». Cada ciudadano que aprendió a leer y escribir debe cuidar mucho para que nuestros retoños nunca regresen a la jaula de la ignorancia. Y los políticos, si de verdad quieren lo mejor para «el pueblo», como dicen, que dejen de mentir y dejen de pensar únicamente en su provecho personal y en supervalorar su ego. ¡Egoístas!

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