Diario de León

Cobrana, en los albores de la contemporaneidad

Publicado por
Alberto Fuentes Valcárcel, arquitecto
León

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Por el Bierzo Alto se oye decir «como Dios por Cobrana» cuando quieres expresar que estás muy muy bien. Esta expresión en Cobrana no se utiliza porque sería soberbio alardear de lo propio. Sin embargo, el pueblo tiene el potencial para recibir todos los elogios, pero por desgracia no se hace nada para merecerlos. Cobrana ha llegado al siglo XXI en un estado de letargo donde sus pocos vecinos han ido manteniendo con pocos recursos su herencia patrimonial.

Cobrana, tras mil años de historia y 100 de decadencia estaba viendo unos años dorados gracias a la afamada ruta de senderismo, el Zofreral. Ésta le estaba devolviendo un poco de esa antigua pujanza de cuando ostentaba en título de Villa en la Edad Moderna. Además, se ha complementado posteriormente con la Ruta de la Conquista y el recién recuperado Camino Olvidado a Santiago de Compostela. Por desgracia, no todo es de color de rosa para siempre, porque el Ayuntamiento de Congosto, al que pertenece Cobrana, en vez de apoyar, conservar y explotar la gema latente, ha decidido darle un empujón hacia el siglo XXI.

El pueblo más turístico del Ayuntamiento no será otra Peñalba, ni un Molinaseca, ni un Colinas del Campo o un Espinoso de Compludo... sino que será el pedestal para molinos eólicos; sus cómaros, o aterrazamientos de piedra del siglo II, pasarán a ser de hormigón, pese a estar protegidos por ser Patrimonio de la Unesco, al igual que son más duraderos y resistentes a los empujes del agua; además, aunque las normas urbanísticas municipales protegen escaleras y corredores en la teoría, éstos también desaparecen paulatinamente, teniendo, o no, licencia municipal de obras.

Y por ende, no es difícil imaginarse cuál será el resultado de la inminente pavimentación del pueblo tras la reciente urbanización de una plaza en el lugar de las antiguas y centenarias escuelas. En su lugar, a lo mejor que ha aspirado Cobrana es a la tala de cerezos, glicinias y rosales con un lustro de vida, para sustituirlos por hormigón impreso y bancos de madera que la arquitectura no supo ni resolver ni integrar. Ahora, por suerte, Cobrana tiene una plaza más, eso sí, de hormigón, para dar un falsa idea de progreso.

Que este país nos obligue a los jóvenes a trabajar en las grandes ciudades, porque el rural se está despoblando, no significa que tengamos que aspirar a esta supuesta urbanidad.

Estamos en el Bierzo y lo que le da el encanto a nuestro Edén son esos árboles que no hace necesario hacer parques. Con que camines veinte metros has salido del pueblo y estás en el mejor parque que ningún paisajista habría podido diseñar.

Igualmente, en esta ola del senderismo, Cobrana se ha visto inundada de coches y visitantes los últimos veranos. No vendría mal un aparcamiento disuasorio a la entrada del pueblo para que accediesen únicamente los coches de los residentes, como tan acostumbrados estamos ya a hacer en otros pueblos como Peñalba, Espinoso de Compludo o Castrillo de los Polvazares. Porque al final, ¿tenemos un pueblo o un aparcamiento?

En este 2021 donde Europa nos baña de subvenciones para patrimonio, Galicia, por ejemplo, las ha sabido utilizar para arreglar sus cascos históricos. Nosotros, en cambio, echamos cemento. En su lugar, un pavimento de lajas de pizarra conseguiría una estética mucho más armónica con los muros y tejados del pueblo. Si estas lajas las colocas en posición vertical, orientadas hacia el centro de la calle para evacuar las aguas y además, se ponen sobre una cama de la arena, para que el pavimento filtre el agua. Así conseguiríamos que Cobrana siga siendo tan verde como siempre ha sido. Enfatizando así sus mayores atributos, no talándolos y hormigonándolos. Esta solución podemos decir que es más cara, o que es una inversión para convertir a Cobrana en un destino de referencia en nuestro Bierzo, cada vez más abocado a sobrevivir gracias al turismo rural.

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