Diario de León
León

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Algunos las quieren convertir en los cuatro jinetes del apocalipsis, pero no es esa la misión de las esculturas de Esperanza d'Ors. Ícaro, Narcisa, Sísifo y Prometeo se transforman en la representación de los cuatro elementos -aire, agua, tierra y fuego- de los que está compuesta la energía del mundo, según Empédocles; uno, sin pretender enmendarle la plana al filósofo, añadiría algunos más, como el quítate tú para ponerme yo, y si te he visto no me acuerdo. Ha creado en La Lastra un olimpo donde la condición humana proclama su dignidad y su épica. En tiempos convulsos, la belleza nos señala el camino de regreso a lo esencial. Cuatro pistas para salir del laberinto. Soy un admirador de las mejoras urbanísticas que nuestra ciudad ha tenido en los últimos años, las esculturas en espacios públicos abiertos -cuando tienen calidad y verdad, como en este caso- nos aportan ética y estética. Las contemplamos y nos contemplan. Las esculturas se financian con dinero pero un mecenazgo implica mucho más que eso, hoy y en el Renacimiento. La confianza previa del mecenas, no sólo su bolsa, ha hecho posible «Los cuatro elementos». Dicen que si la sociedad no recupera la confianza no saldrá de tan misteriosa crisis. Confiemos. La Cámara de Comercio confió en esta artista, y ella ha devuelto con creces el honor, es decir, con arte. Los quiméricos centinelas seguirán ahí cuando los problemas hayan pasado, incluso cuando nosotros ya no estemos. Amo la mitología, y como Weil percibo en aquellos dioses, semidioses y héroes el destello de aquellas otras luces que habrían de venir. Las ciudades también se construyen con sueños, confiando en ellos. Y d'Ors nos ha dado el mejor de los suyos. Estemos agradecidos a todos quienes, pese a las dificultades, lo han hecho posible.

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