Diario de León
Publicado por
ALFONSO GARCÍA
León

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Si «España es el país en que más se falsifica la historia», según Payne, en el caso de las diputaciones se cumple la afirmación. Con el fin de evitar los desequilibrios territoriales, inicialmente este raro ente autonómico pensó en potenciarlas. El tiempo confirmó el crecimiento de una administración propia y mastodóntica, fuertemente centralizada, que fue marginando lentamente a algunas provincias, entre ellas León. Con este dibujo difuso, algunos abogaron por suprimirlas. Entonces salieron en tromba con el estandarte de su necesidad. No la ciudadanía, sino los implicados en su estructura o composición. Las fotografías de prensa suelen ser un documento fehaciente que, a la larga, clarifica mucho las cosas y explica presencias y ausencias, que te quiero, Andrés… Por aquel entonces el actual Presidente de la institución provincial dijo (22, junio, 2016) que «León es uno de los lugares de España donde más sentido puede tener una administración como la Diputación». Estoy de acuerdo, puesto que básicamente creo en las diputaciones, aunque con muchos matices.

Si un día desaparece esta diputación, las pocas pero legítimas señas de identidad que quedan de la provincia serán fagocitadas. No me resisto al lamento de la vergonzosa ausencia de la mayor parte de los diputados en actos de gran calado provincial en la propia sede. Lamentable. No merecen ningún respeto porque ni respetan ni valoran. Ellos mismos, irresponsablemente, están ayudando a dar la estocada. Soberbia pura. Porque, por una parte, esta diputación debe ser reivindicativa en el asunto de la propia personalidad, lo que resulta harto difícil por el sistema de elección. La votación directa se ajusta más al espíritu democrático. Entre otras razones porque se puede votar un modelo de provincia, sin sometimiento a las ocurrencias que haya que solventar sobre la marcha.

En otro orden de cosas, porque los ‘elegidos’ no lo serían, o no lo serían solo, por su grado de fidelidad o de sumisión. La historia nos muestra con frecuencia al frente de la institución al presidente del partido, convirtiéndose aquella en una prolongación cerrada de este, con pugnas, guerras abiertas, requerimientos, corrupción, especialmente en algunos tramos dignos de olvido. Una historia con demasiados disparates. Como disparate es el que se enfunda en la personalidad impostada y presuntuosa, en abundancia y sin fundamento, de alta autoridad provincial mientras su municipio anda a la deriva. Cuánto atrevimiento.

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