Diario de León

Tribuna | Desmemoria histórica y desvergüenza política

Publicado por
Jose Magín Martínez Gullón | Periodista radiofónico
León

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Cuarenta años llevamos los leoneses reivindicando el protagonismo histórico que de manera desvergonzada nos arrebató un gobierno que se pensó que atendiendo los deseos autonómicos de vascos y catalanes acabarían con sus pretensiones separatistas. Craso error como ahora vemos y supusimos. Para ello se confeccionó un mapa autonómico al que a cada provincia o región, según el parecer del grupito de políticos encargado de su elaboración, se le atribuía una ubicación y un gobierno que sólo satisfacía a aquellas provincias que, como hacen hoy, imponían el terror para conseguir sus fines.

Y así el histórico Reino de León, desmelenado pacíficamente desde un principio al que históricamente ninguna otra provincia podía igualarse, que llegó a extender sus dominios por casi media Península Ibérica incluido el norte de Portugal, que aún hoy su provincia de cabecera, mantiene la sede de dos de las diócesis eclesiástica más antiguas de España, una de las cuales, la de Astorga, abarca parte de las provincias de Zamora y de Orense, y que pese a su extensión geográfica y superioridad demográfica, fue humillado y despreciado viendo cómo se le negaba la autonomía uniprovincial que se concedía, comparativamente de manera incomprensible y nunca justificada, a Logroño, Pamplona, Murcia, Santander…

Años más tarde, uno de los ministros responsable del mapa autonómico, acosado por un grupo de intelectuales leoneses, ofendidos por la humillación sufrida por León, les confesó que con León acaso se equivocaron. Sépanlo los políticos y comentarista ignorantes, o tal vez interesados en no conocer y mucho menos defender la historia leonesa. Que un político leonés se abstenga a la hora de defender su identidad y su histórico protagonismo resulta difícil de entender, que anteponiendo razones partidistas o personales se manifieste contrario a ello resulta revulsivo.

La mayor manifestación jamás vista en León, con más de cien mil personas en la calle, defendió sus derechos históricos. Tan pacíficamente que tan sólo se lograron con ella cantidad de promesas gubernamentales jamás cumplidas. En los archivos periodísticos y radiofónicos de la ciudad queda constancia de ello y del cúmulo de mentiras sobre el que se ideó la actual autonomía. Según declaraciones de los ministros que entonces nos visitaron para calmar los ánimos, León y Valladolid, se repartirían equitativamente las sedes de las consejerías y en una se ubicaría el gobierno y en la otra las Cortes. Y en León se instalaría el centro regional de televisión que crearía no menos de cincuenta puestos de trabajo. Y así expresando nuestra disconformidad por la humillación sufrida llevamos cuarenta años, aunque sin protestas energúmenas, sin barricadas, sin asaltar sede alguna, quizás por ello ni políticos ni medios informativos atendieron nunca tales demandas. No se entiende que ahora se sorprendan de que el Ayuntamiento de León levante clamorosamente la voz de la razón como ya hiciera hace cuarenta años.

Ya por entonces, conocida que fue una visita de los Reyes de España a León se envió a la Casa Real un manifiesto en defensa de los derechos de León firmado por más de un centenar de leoneses de toda clase y condición, una representación de los cuales solicitaba y así se aceptó ser recibida en León por el monarca. Pero hete aquí que enterado de ello el gobierno de Valladolid hizo llegar a la Casa Real una serie de razones solicitando la anulación de la entrevista, algunas de ellas, según se rumoreó, tan falsas como las promesas ministeriales. Lo cierto fue que la Casa Real comunicó a los firmantes del manifiesto que lo apretado del programa de la visita impedía la anunciada entrevista pero que el monarca se daba por enterado del manifiesto. Tampoco esta vez hubo barricadas ni protesta alguna ante la interferencia del gobierno de Valladolid tratando como siempre de impedir o silenciar todo anhelo leonesista. Inútilmente ya que cuarenta años después sigue igual de extendido y reivindicativo. Pese a quien pese.

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