Diario de León

TRIBUNA

Divagaciones atmosféricas

Publicado por
VENANCIO IGLESIAS MARTÍN
León

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DE LOS POLÍTICOS, no tardaremos en recibir promesas de aire limpio. Hasta ahora se nos recomendaba ir a la montaña para respirar como se debe, pero pronto el aire estará igual de irrespirable en todos los puntos de la tierra y respirar será un lujo como ya es lujo el agua limpia y potable. ¿Que no? Que exagero ¿verdad? ¿Recuerdas, lector, cuando bañarse en un río no significaba morirse de una pulmonía, como ahora en el Porma o atrapar el tifus o el cólera morbo? ¿Te atreverías a dar un trago de agua en el Bernesga o en cualquiera de los tres ríos de mierda que se unen en esta ciudad para bajar el pestilente Duero? ¿Has visto cómo baja el Duero? No me parece mal que mires a otra parte, querido lector. Verdaderamente da un poco de vértigo mirar la cara de aquella hermosa idea con la que nos encandilaron tanto tiempo: «Progreso». La política es así. En Murcia se hacen urbanizaciones sin agua potable; (tranquilos, ya se buscará, no hay gobierno que perdure ni mal que cien años dure! ¿Qué gobierno resistirá que lo tachen de reaccionario?) El progreso se impone, el progreso decide, ser progresista es timbre de... progreso. ¿Qué más se puede decir sino que el Papa y Dios mismo son progresistas? Porque no me dirás que Dios es reaccionario. En Murcia, si alguien levanta la voz y dice que «el ladrillo desertiza», el propio presidente dirá: -¿Qué pasa, es que quiere mandar al paro a los albañiles? -Pero es que no tenemos agua... -¡El agua es de todos! ¡Mi partido la traerá aunque sea del polo norte! ¡Y se están cepillando, asfaltando, urbanizando, desertizando toda su hermosa autonomía! Y ahora, fíjate, lector a dónde hemos llegado: el agua se hace política. ¿Y qué se puede hacer con el agua después de hacerla política? Mientras tanto, tú y yo, sabemos que el agua del grifo es un asco y el encargado del depósito sabe la mierda que hay que echar al agua para que no nos mate... rápidamente. Y uno abre el grifo y lo cierra: -¿Habrá subido mi mujer agua del supermercado, leches? ¡Es bárbaro! Bueno, pues eso va a pasar con el aire muy pronto. El aire, digo, que parece que no te enteras. Te estoy diciendo el aire. Sin comida y sin agua, resistimos un tiempo, según la fortaleza de cada cual (por cierto: si un asesino quiere suicidarse rompiendo plato y botijo, no se ve por qué la justicia tenga que impedírselo, a no ser que el fiscal encuentre razones que atañan al famoso proceso. Da risa. -Oiga, usted no puede suicidarse por razones políticas. ¿Y si me quiero suicidar? Pues como matar es delito lo meteremos en la cárcel. Pero si ya estoy en ella. Pues entonces lo llevaremos a un hospital para que impidan que usted se mate. ¿Pero no dicen que el valor primero es la libertad? (¡Parece de Gila!) pero sin aire, decía... ¡Cierra lector esa bocona y ponte pinzas en la nariz, a ver cuánto resistes! Pues eso. Antiguamente, para respirar aire puro, los madrileños se iban a la sierra. Pero la sierra desaparece bajo megaurbanizaciones, coches, autobuses, calefacciones y tendidos eléctricos para servicio de la gente que quiere respirar el aire de la sierra. Y en propaganda para descerebrados, se dice: Madrid no es sólo una gran ciudad, el 50% de su extensión «todavía» no está construida. Hermosos paisajes, ríos de montaña, nieves, águilas caudales, viejos castillos... Madrid te quiere. No. Madrid no te quiere... Madrid ya te ha... Como León. Querido amigo y lector bondadoso: asómate al monte San Isidro y mira cómo está la, antiguamente, hermosísima vega del Bernesga en manos de una alcaldía. Mira luego al otro valle y verás lo que está consiguiendo la alcaldada de Villaquilambre. Y si no reaccionas, me alegraré por ti, porque tienes lo que mereces. Y digo más: digo que, lógicamente, las cárceles tienen que estar vacías porque todos los verdaderos delincuentes están fuera, aunque algunos de Marbella y otros lares, como dice un amigo de Lugo, van caendo. Uy, me olvidé del aire. Ya te lo contaré otro día, lector. Pero si quieres emigrar a Valporquero, o a lo alto de Peña Ubiña, no tienes más que oler a los guajes que salen de las discotecas después de una noche de música aterradora, de bebida nauseabunda, de sudor en bailes descoyuntados y de una pastillita de esas que te trasladan desde la movida al séptimo cielo o, con suerte, a Urgencias. Si vas al cielo no hay problema: una vecina saldrá en la tele, diciendo lo de «era un chico tan majo»¿ Si vas a Urgencias, no haya miedo, allí es como en las pelis: todos los médicos son listísimos. Te llevan en una camilla corriendo al quirófano y una médica muy guapa, con un estetoscopio colgando del cuello dirá: -¡Un centímetro cúbico de no sé que coña en el corazón! Y si oyes decir: «se nos va, se nos va», no tengas miedo, es para darle suspense. Los médicos son exagerados y les gusta hacerse los héroes. ¡Vaya! Otra vez que se me fue la olla. Lo del aire... sí. Ya te lo contaré. Le diré a mi amigo Joséluis Altzeimer que me lo recuerde. Pero sí. Pronto los políticos nos darán entre sus promesas electorales la de «aire puro para todos». Así terminé yo mi artículo esta noche y como era muy tarde, mi demonio me preguntó: -Y ¿por qué no te acuestas, ya idiota? Y yo: -Porque espero a que pase el hideputa de la moto de todas las noches, haciendo una raya de desesperación en lo que debería ser el sagrado silencio. ¡Ya lo dijo Trillo!...

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