Diario de León
Publicado por
Antonio Leira, licenciado en Ciencias Físicas, con formación psicoanalítica
León

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Hace muchos años, quizás algo menos de veinte, en una clase, con los pequeños, 14 años, me comentaron con cierta alegría que esa noche proyectaban en TV, una película de James Bond y que sin dudar que la verían.

Al día siguiente, en la misma clase les conté el siguiente chiste, algo que no solía hacía hacer.

Ese verano había pasado por Lepe (Huelva), y paré en su plaza, donde había un estanco librería en cuyo escaparate, figuraba un librito titulado Chistes de Lepe , y a los chicos como decía les conté «uno de Lepe»: «Llega James Bond a Lepe en una avioneta, y le va a recibir el alcalde de Lepe, al pie de las escalerillas. Baja el actor y dirigiéndose al alcalde le saluda diciéndole: Soy Bond, James Bond, y el alcalde le espeta: Y, yo Doro, Isi-doro.

Me pregunto: Si Teodoro es la persona que adora a dios, Solideo, solo ante dios, el gorrín que adora a Isis, hago esta conjetura no haciendo caso de la máxima del primo de santo Tomas de Aquí-no, que solía decir: «De lo que no se pueda hablar con conocimiento, lo mejor es callarse». Mis pobres conocimientos sobre Egiptología, y sobre tantas otras cuestiones, se reducen a la lectura del trabajo de S. Freud, titulado Moisés y la religión monoteísta (cuya elaboración se prolongo durante 25 años), al trabajo de K. Abraham sobre Akenatón, así como el reciente libro, muy bien documentado, de Salima Ikram, titulado Antiguo Egipto, en la Editorial Almuzara (biblioteca NUN), en cuya pagina 267, leemos un listado de dioses egipcios, uno de los cuales es Isis: « Hermana y esposa de Osiris y madre de Horus... Es representada como una mujer sentada en su trono».

La conjetura anterior, esta sometida a refutación en cualquier momento por alguna persona no lega en la materia.

Que un abogado, por ejemplo, manifieste por escrito que el tiene dudas sobre la validez de el Principio de Incertidumbre de Heisenberg, o bien que la ecuación de Schrödinger, esta mal formulada o que las ecuaciones de Maxwell, no son nada elegantes, es simplemente no seguir los consejos del primo de Santo Tomás.

Albert Einstein con motivo de las guerras mundiales solicitó en una entrevista con S. Freud, sus autorizadas opiniones sobre «El porqué de la guerra», el texto escrito por S.Freud, acaba diciendo «todo lo que trabaja a favor del desarrollo de la cultura trabaja también contra la guerra», al acabar la entrevista mantenida, S. Freud comentó: Éste, refiriéndose a Einstein, sabe tanto de Psicología, como yo de Física.

Por lo tanto cuando una autoridad científica avalada por el tiempo y por la inmensa mayoría de sus colegas de profesión, manifiesta que la religión es «la neurosis obsesiva Universal», cuya triada: Orden, Mezquindad y Terquedad, conforman la base de su estructura mental, y que la etiología de toda neurosis tiene base sexual, o sea, un problema fálico».

La persona que dude de tales asertos lo hace, o bien no haciendo caso al primo de Santo Tomas, o bien desde la mezquindad, o bien desde las resistencias que aparecen ante el descubrimiento de una verdad que no es capaz de soportar. Si se pregunta Ud, ¿qué es ser una persona mezquina? se lo digo ahora: En un diario leemos «D. Antonio estuvo ingresado en un hospital psiquiátrico durante un mes, a cuya finalización comenzó un tratamiento psicoanalítico profundo, que se prolongó en el tiempo durante años, hasta que logró el objetivo de un final exitoso de todo tratamiento de este tipo: La sublimación de las pulsiones sexuales, que no la negación de ellas.

Que dice el Mezquino: «Oye, sabias que D. Antonio estuvo ingresado en un hospital psiquiátrico», el mezquino dice la verdad, pero oculta la parte de verdad que por su propia mezquindad no es capaz de soportar, dado que la mezquindad proviene de la envidia del individuo, y esta, la envidia lleva asociada la pulsión de muerte (pulsión manifestada reiteradamente en Las Cruzadas y en los autos de fe), con la que intenta destruir el objeto envidiado, de tal suerte que una vez destruido el objeto envidiado, no pueda volver a ser objeto de envidia y por tanto no represente una amenaza para él.

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