EDITORIAL: El cierre de la autopista del mar amenaza el desarrollo logístico

El cierre de la autopista del mar Gijón-Nantes, operativa desde hace tres años como respuesta a una demanda histórica de los grandes productores del noroeste del país y de la meseta, va a suponer un durísimo golpe para el transporte y las exportaciones de Castilla y León en general y de la provincia en particular. Y también para el desarrollo de grandes proyectos de infraestructuras ya ideados.

Esa gran vía marítima que permitía el acceso a grandes camiones de carga y su traslado en barco al centro de Europa en catorce horas, con un importante abaratamiento de los costes, era la puerta de acceso a los potentísimos mercados del centro y el norte del continente sobre todo de la pizarra y la madera de León y del producto terminado de las plantas de automóviles de Valladolid y Palencia.

Tras asumir 30 millones de euros de déficit generados desde 2011, Bruselas ha dicho basta. Pero las consecuencias para León van más allá de ese primer golpe, ya que la decisión de la autoridad europea cercena en buena medida las posibilidades de desarrollo económico de la provincia, ahoga sus extraordinarias potencialidades como gran nudo logístico del noroeste por su privilegiada ubicación en la convergencia de las comunicaciones hacia Asturias desde Galicia, la meseta y el norte de Portugal, y resta interés a la ejecución del proyecto de autovía Braganza-León como salida natural del norte de Portugal hacia Europa.

Reabrir ese autopista marítima debe ser planteado como una prioridad por parte de la Junta y el Gobierno. Y a esa exigencia a la autoridad europea deben sumarse las diputaciones, las fuerzas políticas, los sindicatos, las agrupaciones empresariales y los ciudadanos. Llegar de una manera rápida, directa y barata al corazón de Europa es capital para el desarrollo productivo de Castilla y León en general y de la provincia en particular.