Diario de León
Publicado por
Francisco J. López Rodríguez | Escritor
León

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Hasta que los progenitores no hagan su trabajo nada va a mejorar. Esta es la opinión de una maestra jubilada de Georgia en Estados Unidos. La profesora aprovecha su jubilación para echar la culpa a los padres de muchos de los problemas que sufren los estudiantes adolescentes. Ha revolucionado las redes sociales. Se ha convertido en viral en Facebook.

Esta es la carta que ha corrido como la pólvora por internet. «Como maestra jubilada estoy harta de personas que no saben nada de las escuelas públicas o no han estado en un aula recientemente decidiendo cómo arreglar nuestro sistema educativo. Los profesores no son el problema ¡Los padres son el problema! No están enseñando a sus hijos modales, respeto e, incluso, un conocimiento general de cómo llevarse bien con los demás. Los niños vienen a la escuela con zapatos que cuestan más que el traje entero del maestro, pero no tienen lápiz ni papel. ¿Quién los proporciona? Los maestros suelen sacarlos de sus propios bolsillos. Cuando miras a las escuelas en que están ‘fallando’ mira a los padres y estudiantes ¿Se preocupan en realidad los padres de sus hijos? ¿Hablan regularmente con los maestros? ¿Se aseguran de que sus hijos estén preparados con los materiales necesarios? ¿Se aseguran de que sus hijos hagan los deberes? ¿Se aseguran para qué usan sus hijos el teléfono? ¿Toman las estudiantes notas en clase? Al mirar estos factores, verá que no son las escuelas quienes están fallando, sino los padres. Los maestros no pueden hacer su trabajo y el trabajo de los padres. ¡Hasta que los padres se aceleren y hagan su trabajo, nada va a mejorar!».

Esto es una opinión valiente, que clama y grita a una sociedad ¡Basta ya de echar la culpa del sistema educativo a los profesores! Habrá defectos, errores, planteamientos, metodologías no apropiadas, pero si algo hay en el profesorado es: entrega, sacrificio y lucha. Hoy, los centros se han convertido en inclusas. Los padres depositan a sus hijos para que los profesores los cuiden y la misión del profesor no es ser padre sino instruir y formar. Hay que buscar conjunción entre las familias, el centro y el profesorado. Si esto falla, conduce al fracaso escolar y a la degeneración quizás del propio alumno y alumna. 

Hoy, el fracaso escolar es una preocupación de las instituciones y gobiernos. A nivel estatal, uno de cada tres estudiantes a los 15 años ha repetido, al menos, una vez curso; alrededor del 30% de los estudiantes de secundaria no obtiene el graduado de la ESO y la tasa de abandono escolar temprano —23,5%— casi duplica a la media europea, 12%.

Volviendo a la opinión de la profesora americana, ¿creemos que podemos aplicar criterios idénticos en España? En las primeras etapas de la ESO y de la Formación Profesional aparece la falta de interés, la falta de disciplina y surge el fracaso escolar ¿Se puede evitar? En la mayoría de las veces, sí. ¿Cómo?

Tiene que haber una sincronización entre los profesores y los padres o tutores. Es aquí donde surge el problema. Hay muchos padres que no saben qué están haciendo sus hijos. Hay muchos padres que no se preocupan de qué hacen sus hijos en el centro. Hay muchos padres que no se preocupan de si sus hijos vienen o no al centro. Hay muchos padres que no imponen disciplina a sus hijos. Hay muchos padres que no saben o no quieren saber cuáles son los hábitos de sus hijos. Hay muchos padres que no se quieren enterar de que sus hijos ya son adolescentes que están en la fase de la pubertad, de las emociones, de la afectividad hacia el otro o la otra.

Que esa fase de la adolescencia es incontrolable. Que se dejan llevar por la placentero. Por aquello que no cuesta trabajo. Que se enganchan a las redes sociales. Que el teléfono o el ordenador no es un arma de trabajo es un arma arrojadiza en la que se recrean en mil batallas no idóneas para la edad o, al menos, que se eduque para el manejo y disparo de esas armas.

Hay que saber motivar al hijo a la hija. Hay que fomentar valores. Valores de esfuerzo, de lucha, de sacrificio, de trabajo como paso a la superación de las dificultades que les conduzcan hacia la inserción laboral y social. Los padres deben saber que sus hijos pasan en la calle a lo largo del día. La mayoría de los centros tienen horario escolar solo de mañana: ¿a qué se dedican nuestros hijos por la tarde? Los padres deben poner vetos y limites. Deben saber donde están sus hijos e hijas. Si algo de positivo tenía el comunismo era el fomento del deporte como exportación y grandeza de un país.

Hoy las leyes educativas no están elaboradas para fomentar los valores sociales ni para desarrollar el cuerpo físico y ejercitarlo. Las leyes educativas deben fomentar y obligar que en todas las etapas educativas se haga deporte. Es decir, esa ociosa tarde que sea la ocupación del cuerpo bajo aquel principio latino: mens sana in corpore sano, una mente sana en un cuerpo sano. Este principio romano que se popularizó en gran medida gracias al entusiasmo de Pierre de Coubertin, quien luchó para difundir las ventajas del ejercicio físico y trabajó incansablemente por recuperar los Juegos Olímpicos.

Así pues, los padres deben tener una complicidad y ser protagonistas juntamente con el centro educativo. Los padres deben sacar tiempo para escuchar a sus hijos. Deben dar respuesta a sus intereses y preocupaciones según la edad. Por eso, se dice que el papel de la familia es fundamental. Los padres no son profesores de sus hijos pero sí deben ayudar a animar, a motivar, a reforzar el trabajo que hacen sus hijos en el Centro. No se ponga el énfasis en el error magnificando el fracaso y se ponga el foco en lo que hace bien tu hijo. Ayúdale a superar sus debilidades y reforzar sus fortalezas. Hoy, más que nunca, hay muchas dificultades de todo tipo, pero los padres deben pensar que hay una fundamental: educar a tus hijos e hijas en familia.

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