Diario de León
Publicado por
HERMINIA SUÁREZ MATA | PRESIDENTA DE LA ASOCIACIÓN FEMINISTA LEONESA FLORA TRISTÁN
León

Creado:

Actualizado:

En 2011, el Consejo General del Poder Judicial emitía un informe donde señalaba que: «Se constata la presencia en el ámbito de la administración de justicia de lo que se ha dado en llamar síndrome de alienación parental (SAP) —también con otras acepciones alternativas— que ha irrumpido pese a carecer de base científica que lo avale. Pretende atribuir a las mujeres, en la mayor parte de los casos, el origen del rechazo que, en ocasiones, se produce por parte de los hijos o hijas menores a relacionarse con el progenitor no custodio, tras la crisis familiar (…) el diagnostico SAP etiqueta, en lo fundamental a la madre de manipuladora y anuda a aquel un tratamiento drástico: el cambio de guarda y custodia y la suspensión inmediata —en la mayor parte de los supuestos—del régimen de visitas con la madre».

En 2013 El Consejo General del Poder Judicial actualizó la Guía de criterios de actuación judicial frente a la violencia de género. La Guía, realizada por un grupo de Magistradas y Magistrados expertos en violencia de género, aborda el llamado síndrome de alineación parental (SAP):

A pesar de la difusión y popularización de ese pretendido síndrome en nuestro país, el SAP no ha sido reconocido por ninguna asociación profesional ni científica, habiendo sido rechazada su inclusión en los dos grandes sistemas diagnósticos de salud mental utilizados en todo el mundo, el DSM-IV de la Asociación Americana de Psiquiatría, y el CIE-10 de la OMS. Según una declaración de 1.996 de la Asociación Americana de Psicología, no existe evidencia científica que avale el SAP, criticando dicha institución el mal uso que de dicho término se hace, especialmente en los casos de violencia de género; en su informe titulado La violencia y la familia se afirma que «términos tales como alienación parental pueden ser usados para culpar a las mujeres de los miedos o angustias razonables de los niños hacia su padre violento».

En 2012 fue también rechazada la inclusión del SAP en el DSM-V. La última revisión del CIE-11 (2018) entrará en vigor en 2022. Múltiples organizaciones, expertos y expertas han aportado una vez más los argumentos más fuertes para desestimar la existencia del SAP. Por tanto, si el SAP no existe, si no figura en ninguna clasificación médica y si no puede servir para tomar decisiones judiciales, ¿por qué se utiliza? 

Está claro que se trata de una estrategia —especialmente utilizada en los casos en los que hay denuncias por violencia de género, maltrato infantil o abuso sexual a menores— para desviar la atención de los factores que repetidamente se han demostrado relacionados con el rechazo de los niños y niñas hacia sus progenitores: falta de calidez de los padres, conflictos entre ambos progenitores, exposición directa o indirecta de los y las menores a violencia de género y en ocasiones violencia hacia los propios niños y niñas, abuso sexual infantil, vínculos de apego inadecuados entre padres e hijos e hijas, negligencia por parte de los padres, uso indebido de sustancias por parte de los padres, crianza de sus hijas e hijos con fines de explotación, o de forma hostil o paternidad negativa.

Resulta evidente un sesgo de género en la aplicación y en las demandas del SAP. Esta teoría se sustenta en una ideología patriarcal desde la que algunos padres, temiendo perder sus privilegios y respondiendo a intereses económicos o pretendiendo dañar a las mujeres, acusan a las madres de manipular a sus hijas e hijos contra ellos, de hacer denuncias falsas y de secuestrar a sus vástagos, procurando además que esta idea cale en la opinión pública como si fuera realmente una pandemia. La estrategia es torpe y dañina: crear el fantasma de la madre loca y criminal, presentando al padre como un hombre que está sufriendo porque sus hijas e hijos no quieren estar con él. Resulta evidente la misoginia y el machismo que emanan de este planteamiento. Pero realmente, ¿cuántos de estos hombres se han ocupado anteriormente de sus hijos e hijas?, ¿cuántos habían solicitado una excedencia, una reducción de jornada u otros permisos para la crianza?, ¿cuánto tiempo y energía dedicaron previamente a cuidar, educar y construir unas relaciones positivas con los niños y las niñas? Parece que son hombres que quieren resolver en los tribunales lo que no han sabido construir en las relaciones familiares. No podemos perder de vista que el SAP (si existiera) sería la única enfermedad que surge en los juzgados y que se cura con una orden judicial.

Desde un punto de vista del interés superior de la persona menor parecería mucho más oportuno, para valorar la idoneidad de una custodia compartida, estudiar otras variables, como por ejemplo quién y cómo se ha disfrutado en cada caso de los permisos parentales.  Los defensores de esta teoría pretenden que se ignore el punto de vista de los y las menores, que no sean escuchados,  privilegiando los intereses de los adultos en los litigios por la custodia. Pero silenciar a los niños y las niñas (y a las mujeres) conduce a la desprotección de los menores, especialmente en las situaciones de violencia de género y abuso sexual. La solución propuesta para resolver el supuesto síndrome, obligar a los hijos e hijas a estar precisamente con los padres que rechazan, impidiéndoles ver a las madres que les han cuidado y protegido, perjudica a los y las menores causando daños psicológicos previsibles y duraderos: conocemos el impacto de la violencia de género en la infancia, sabemos que la violencia  no necesita ser presenciada directamente para causar daño y que con frecuencia la crianza negativa continúa, y a menudo empeora, después de la separación de la pareja, una vez que la madre ya no es capaz de proteger a los hijos e hijas si el padre tiene un acceso no supervisado a ellos. 

De la utilización de esta burda e ilícita práctica son responsables los jueces/zas que la aplican aunque no exista. Quien a través de esta supuesta teoría trata de resolver problemas tan complejos de forma simple, perjudica en primer lugar a los niños y las niñas, pero también a las mujeres. Y beneficia solamente a unos pocos hombres, cuya historia en defensa del SAP, habla por sí sola y no es tan difícil de averiguar.

tracking