Diario de León
Publicado por
Arturo Pereira
León

Creado:

Actualizado:

Ua de las frases más repetidas desde hace una temporada, una buena temporada ya, es la de: ¡quién nos diría que íbamos a vivir esto! Ciertamente, parecemos envueltos en una bruma que lo difumina todo, que imbuye de irrealidad nuestras vidas. Incluso para aquellos que son realistas en extremo, resultará difícil asumir el nuevo escenario de nuestras vidas.

Cuando una realidad tan abrumadora nos invade, es como si todo lo que hasta ese momento hubiéramos vivido cayera de alguna manera en el olvido. Pareciera que nos han colocado en la línea de salida de nuestras vidas de nuevo. Es un nuevo comienzo presidido por la angustia y la ansiedad. ¿Y ahora qué? Nadie está preparado para lo que nos sucede.

La perspectiva a corto plazo se revela cuando menos presidida por el pesimismo y la inseguridad añade una cierta frustración. Pero, ante tanta connotación negativa debemos reflexionar y analizar con precisión qué está ocurriendo. Los avatares de la humanidad han sido muchos y en muchas ocasiones dramáticos. Este, uno de ellos.

En primer lugar, debemos tener muy presente que la humanidad ha superado todas las crisis que ha debido enfrentar por muy graves que sean. Se debe precisar que esta, por grave y dramática que sea, que lo es, no es de las más graves. Toda víctima es un drama, pero las cifras nada tienen que ver con lo ocurrido con otras pandemias o guerras mundiales. De estas calamidades se salió.

En segundo lugar, tras una época negra, la humanidad ha vivido una época de progreso. En este caso, a nivel internacional ya han empezado los esfuerzos por realizar acciones coordinadas para poner en marcha de nuevo el sistema económico mundial. Si la avaricia no rompe el consenso, saldremos reforzados en este campo, además de con unas cuantas lecciones aprendidas en el bolsillo.

En tercer lugar, y último para no cansar con mis ejemplos, diré que la ciencia siempre ha dado con la respuesta médica a los distintos desafíos de las pandemias. No seremos menos ahora. Estoy convencido de que nuestros científicos encontrarán la vacuna y los medicamentos que terminen por darnos la plena tranquilidad a todos. En tres meses ya se conoce mucho de este virus y este conocimiento crece de forma exponencial.

Pero, si se nos ha colocado en la línea de salida de nuevo, no debemos dejarnos arrastrar por la impresión de que nada volverá a ser lo mismo. No debemos permitir que se difuminen nuestras sensaciones, sentimientos y aspiraciones. No podemos permitir que se nos olvide qué sentimos al abrazar, al besar, al amar. No podemos consentir deshumanizarnos.

Debemos hacer un esfuerzo por recordar los momentos felices, por tener presentes a los que ya no están con nosotros, recordar las miradas cómplices con nuestras madres, esposas y los abrazos y apretones de mano fuertes de los amigos. Podemos mantener la mirada limpia, vivaz ante aquellos que nos rodean, sean conocidos, o no, porque todos necesitamos sentirnos el destino de una mirada con esas características para sentirnos humanos, vivos.

Debemos mantener alto el pabellón de nuestras esencias, de todo aquello que permanece en nuestros recuerdos dotado de vitalidad, de actualidad. No permitamos que unas circunstancias duras como las actuales nos derroten. «Todo pasa, nada queda», decía Marco Aurelio. Hagamos que pase la época de las ensoñaciones, cambiemos la realidad, primero desde nosotros mismos y luego con los demás.

tracking