Diario de León
Publicado por
Arturo Pereira
León

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La obra de Hans Kelsen —Esencia y valor de la democracia— es un clásico entre los juristas. Pone de relieve aquellos aspectos claves para que una democracia funcione. Entre estos, es fundamental que el derecho al trabajo se materialice en unas condiciones dignas para todos los ciudadanos. Es algo imperativo para que la persona se realice, satisfaga su necesidad de sentirse útil.

Al abordar el análisis de lo que es y representa el trabajo nos enfrentamos a una realidad que nos acompaña desde nuestro nacimiento. El trabajo es el esfuerzo para conseguir algo, así de simple. Y todo nos cuesta trabajo. Somos seres llenos de necesidades que permanentemente tenemos que satisfacer para poder sobrevivir. Esto sin contar con nuestros devaneos con la vanidad cuando nos generamos innecesariamente necesidades superficiales y poco prácticas. Pero, si hay una necesidad práctica que no admite dilación es la de comer todos los días. Lamentablemente, esta necesidad ha sido aprovechada por algunos en su beneficio explotando a otros. Esto lo entendió muy bien el bueno de Karl Marx al ver las barridas de obreros que vivían en la más profunda miseria y degradación moral.

Todo el mundo tiene una opinión sobre este hombre, pero lo que no se le puede negar es que acertó al poner de relieve y luchar contra una utilización cruel de la necesidad humana de comer. Denunció y teorizó sobre la situación de los obreros y las posibles soluciones. Se podrán calificar como utópicas muchas de sus teorías, incluso erróneo su análisis estrictamente económico, pero desde una dimensión sociológica, humana, sus postulados claman por la justicia social para el humilde que no tiene más activo que sus manos.

Hoy, nadie discute que el trabajo dignifica a la persona. Sólo corremos un riesgo, y es que algunos todavía se empeñan en que sirva como herramienta de explotación y discriminación. Ante esto hay que escuchar las voces que nos orientan hacia una interpretación del trabajo, no sólo como factor de desarrollo humano, sino también social.

El teólogo Fernando Ocáriz entiende que el servicio es el alma de la sociedad y lo que da sentido al trabajo. Nos plantea una nueva dimensión del trabajo; se erige en un bien común, en una necesidad para que nuestra sociedad perviva y progrese. Progreso no solamente material sino también espiritual. Si trabajamos cuidamos al mundo, dice este pensador.

Pero para que podamos entender el trabajo como un afecto, un acto de amor hacia los demás, debe estar presidido por la libertad individual de querer que así sea. La persona no debe estar sometida al yugo del trabajo; al revés, este debe ser un instrumento hacia su libertad de conciencia, su libertad en la toma de decisiones que se materialicen en un trabajo benéfico para la sociedad.

Como católico, Fernando Ocáriz tiene una visión ecuménica del mundo. Todo está conectado entre sí. Las personas, la naturaleza, todos los actos generan sus propias consecuencias que configuran nuestra realidad, y nos insta a que hagamos un uso de todo ello de forma racional y sostenible mediante nuestro trabajo. En definitiva, nos apremia a que nuestros esfuerzos y a veces sobreesfuerzos laborales los optimicemos desde un respeto a nuestro entorno humano y medioambiental.

Su posición representa un cambio del paradigma oscuro y negativo del trabajo. Deja atrás la confrontación entre esfuerzo y hedonismo, entre opresión y beneficio, para centrarse en la dignidad y solidaridad. Define el trabajo partiendo de una visión humanista cristiana de la vida que siempre suma porque su epicentro es el ser humano como creación divina. Absorbe todas aquellas teorías que representan una lucha por la dignidad del trabajo y los más necesitados, y las dota de un sentido de trascendencia que procura la realización plena de la persona.

En estos momentos, cuando todos nos preguntamos qué podemos hacer para ayudar a superarlos, creo que una respuesta válida es que cada uno hagamos lo mejor posible nuestro trabajo. Sin duda estaremos ayudando a los demás y nos estaremos ayudando a nosotros mismos.

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