Diario de León

España, libreto sin epílogo de una ‘opera-bufa’

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Nada nuevo en el horizonte español, salvo la eterna situación caótica de la economía y el persistente retraso de los esperados fondos de ayuda, vendidos anticipada y políticamente como si estuviésemos en la famosa época del Bálsamo de Fierabrás, el cual todo lo curaba. Existen momentos en que el autor se siente trasladado a la Italia del XVII, concretamente Nápoles, cuando era gobernada por los virreyes españoles. El llamado libreto, podía desarrollarse por los actores posicionándose en el escenario desde sentado en un sillón hasta en movimiento continuo. La esencia de su contenido, por supuesto de interés público, podría estar compuesto por crear un buen conflicto, (ya los tenemos), puntos de acción dramática (no digamos), y finalmente, una escaleta, o lista de escenas o secuencias de una historia (disponemos en abundancia). El barbero de Sevilla por citar alguna obra conocida, podría servir de ejemplo junto a autores como Scarlatti, Provenzale y otros.

Pues bien, esa es la sensación qué ofrece un país al que le fallan las ‘constantes vitales’ tanto a la economía de empresa como a la familiar, principalmente.

Otro factor importante lo constituye el desempleo cuyas cifras han resultado amortiguadas gracias a los Ertes. Una cifra real de 3,7 millones de parados, pero según los economistas, con un bloque oculto sin definir que los haría aumentar alrededor de 2 millones adicionales

Venimos percibiendo el desmesurado incremento de nuestra deuda pública, habiéndose estimado por el Gobierno la misma al 31/12/2020, en el 115.5% del PIB y probablemente no nos apartaremos mucho de dicha cifra, porque como se dice, «el papel todo lo aguanta». Según el Banco de España, en información reciente, hemos alcanzado en el segundo trimestre el 110%, lo qué significa un aumento del 5.4% respecto al trimestre anterior, o lo que es lo mismo, un máximo histórico de 1.290.657 millones de euros, significando que en agosto se incrementó respecto a Julio fue de 7.537 millones.

Otro factor importante lo constituye el desempleo cuyas cifras han resultado bastante amortiguadas hasta ahora, gracias a los Ertes. Una cifra real de 3,7 millones de parados, pero según los economistas, con un bloque oculto sin definir que los haría aumentar alrededor de 2 millones adicionales. La desaparición de los Ertes al próximo 31/01/2021, (fecha ya sin maquillajes), nos pueden devolver a la triste realidad, de un aumento de +400-500.000 adicionales.

Y está además lo que le correspondería aportar a España en relación al total en lo dejado de ingresar por la UE como consecuencia de la salida del Reino Unido. Naturalmente, nada tiene que ver con el Brexit, que probablemente acabe como ‘el Rosario de la Aurora’.

Según el proyecto de Presupuestos presentado recientemente por el Gobierno, nos tocará sufragar en 2021, como nueva cuota contributiva a la UE la cantidad aproximada de unos 16.500 millones de euros, (28% más que en 2020), comprendiendo dicha cifra determinadas compensaciones a los países del norte por sus «facilidades», para asumir la reducción en su Renta Nacional Bruta, además de una contribución de unos 600 millones de euros, procedentes de recursos propios, respecto a los residuos de envases de plástico no reciclados por España. Pero en general y contando con la opción de otros fondos por percibir, desconocido su calendario de aprobaciones y posterior disponibilidad, España podría convertirse en acreedora entre 600-800 millones de euros, naturalmente, siempre en teoría a la espera de otros acontecimientos por ahora ignorados, tal y como la aprobación por la UE de los planes nacionales a presentar por el Gobierno.

Al menos una buena noticia, existen «recomendaciones» por parte de la Comisión de no asumir un papel demasiado exigente con los estados Miembros más afectados económicamente. Eso sí, contando en estas recomendaciones con cierta complicidad de otros Estados para no «levantar mucha polvareda».

Socialmente, las «colas del hambre» aumentan incesantemente y resulta inverosímil que no se produzcan estallidos sociales, probablemente gracias a las donaciones y a la labor abnegada de las Instituciones que voluntariamente auxilian.

Según el presidente de la asociación Madrina, parece existir instrucciones de no dar a la publicidad, (suponemos cara al extranjero), noticias e imágenes de colas kilométricas al respecto, y es que la crispación se palpa en cualquier espera obligada, hasta para recibir comida, y es que, desde hace tiempo, nos encontramos con disfunciones o alteraciones sociales cada vez más frecuentes.

Finalmente, se nos han acabado las palabras respecto a la evolución de la pandemia. Allá hacia mediados de marzo, han pasado más de siete meses, escribimos en este medio, una radiografía perfectamente realizable por cualquier persona con sentido común: ‘Cavilaciones sobre una españa en tinieblas’. Pueden volver a observar como se anticipaban situaciones, repito, basándonos en un sencillo sentido común, en lo que se ha convertido una España despavorida, desmandada e incontrolada por contagios de la pandemia.

Cifras espeluznantes en continuo crecimiento diario, supuestos de colapsos a la antigua usanza en hospitales, las cuales nos hace recordar aquellas imágenes contempladas en su día en la TV de ciudadanos chinos pasando por encima de una valla, bolsas, suponemos en su interior medicinas y alimentos, a otros que ya se encontraban aislados en una especie de ‘gueto’ al cual eufemísticamente, se le asignaban un papel sanitario.

Creíamos que habíamos asistido a una gran mayoría de despropósitos, basados en las pésimas gestiones de las administraciones intervinientes y más recientemente, en irresponsabilidades de alguna población civil, pero ya ven que todavía debemos guardar en nuestras mentes, más capacidades de asombro, ante el dolor y respeto al día de hoy, que producen 70.000 muertos y camino de 1.200.000 contagios, pero es que desgraciadamente, todavía desconocemos realmente contra qué luchamos.

Curioso, Me comentaba hace escasos días un amigo zamorano, «qué España se nos va de las manos». Yo añadiría, «que se nos escapa como el agua entre los dedos»

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