Diario de León

Galería de personajes sin lustre

Publicado por
Enrique Ortega Herreros psiquiatra y escritor
León

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Nota: cualquier parecido con la realidad no dejaría de ser más que pura coincidencia, evidentemente.

Personaje número 1: Hace «pucheritos», irascible, y amenaza con romper la muñeca que lleva dentro si no se sale con la suya. Aunque le falta contenido y sustancia en su argumentario sin argumentos sólidos, adoba éstos con consignas aprendidas de memoria, que repite cual loro amaestrado, pretendiendo convertir la forma en el fondo. No ceja en insistir en sus verdades, elevadas a categorías y principios universales, dada su particular hondura filosófica, y que no pueden se refutados salvo por fascistas desnortados y machistas viejunos. No solamente poseo la verdad, sino que, además, poseo la patente, parece decir, pandilla de presuntuosos machitos de mierda. Modérese por Dios, que le va dar algo, que de sus ojos relucientes se escapa la bilis que previamente ha pasado del hígado al cerebro. Eso, tú dando órdenes, como siempre, asqueroso macho de la especie, contesta, furiosamente.

Ay, Señor, Señor, lo que hay que oír, ver y padecer. Cuánto prejuicio lleva dentro. ¿Ha dicho envidia? No, no he dicho envidia, pero póngalo, y ridículo, también.

Personaje número 2: El aspirante- creído macho alfa que no aguantó la realidad cuando se adentró en ella y volvió a refugiarse en su hábitat desde donde ataca todo aquello que no sea lo que él pretenda que sea. Torero de salón, temerario ante morlacos sin pitones, maneja el capote con pretensiones de toreo de hondura, derrochando valentía imaginaria, pero se refugia pronto en el burladero haciendo un corte de mangas al toro de la realidad. Satisfecho y ufano de haberse conocido, con complejo de Rasputín extemporáneo, aquel que profetizó que «la sabiduría será encadenada. Serán el ignorante y el prepotente quienes dictarán la ley al sabio y también al humilde». Él pretende seguir luciendo en la sombra, hacer historia desde su inframundo particular. Tolera mal, o no tolera en absoluto, las limitaciones que le hieren en su ego hipertrofiado y se revuelve con odio contra todo y todos los que le recuerdan que lejos de ser un gallo de corral no es más que un pollo cabreado en su esencia, con ínfulas de pavo real en su potencia imaginaria.

Hay que tener, no obstante, cuidado con él porque, adiestrado en artes oratorias de soflamas, lanza cuchillos verbales cual cerbatanas venenosas que buscan la zona de la yugular, a ser posible la derecha. Líbranos del mal, Señor.

Personaje número 3: Pavo real, presuntuoso y vano, capaz de eliminar sin piedad al débil o arrastrarse ante el fuerte, da igual, con tal de recrearse desplegando su vistoso plumaje. Tiene maneras de zorro viejo a pesar de ser joven y hará lo que sea necesario para seguir mandando en el gallinero y gozar a sus anchas de las gallinas temerosas y asustadas. Los otros gallos de su misma escudería le temen y no se atreven a atacarle, más bien se esconden y bajan la cabeza en señal de sumisión. Más vale acojonarse, que no que te corten la cresta, parecen decir. Es que el pavo, todo hay que decirlo, igual que se pavonea, es capaz de fulminar, si lo considera oportuno para conseguir sus intereses, tanto a sus enemigos como a sus amigos. No hace distingos si del poder se trata. Adicto a la mentira, es capaz de mentir diciendo la verdad. Manipulador contumaz, puede lanzar una sonrisa que, aun siendo falsa, confunde al personal, sobre todo al que le va el ser engañado, con la esperanza de sacar provecho algún día. Es posible que le ocurra lo que al pastorcillo mentiroso que decía que viene el lobo, que viene el lobo, no siendo verdad, y el día que vino el lobo, nadie le creyó y mató a las ovejas. Será curioso ver la cara del interfecto cuando diciendo la verdad nadie le crea. Se volverá a refugiar en la mentira, seguro. Pasará a la Historia no por resucitar a los muertos sino por resucitar el odio entre los vivos. ¡Ay Señor, Señor qué hemos hecho para merecer este castigo! Perdona a tu pueblo, Señor.

Personaje número 4: Tiene cara de tortilla de patatas, poco hecha. Va de lista y enterada de lo que se cuece en Europa en materia del money, a pesar de parecer pelín pánfila. Se suele mantener discreta y recatada, tratando, sin duda, de no exponerse mucho. Prefiere quedarse a la sombra de su jefe carismático, arrobada ante su hermosura y poderío. Algo importante debe esperar obtener de tal arrobo, digo yo. Ella dice que trabaja sin descanso, «como siempre hace este gobierno por el bien de todos los españoles»; ya sabemos que todos los españoles son iguales, salvo los que son más iguales que otros a la hora de recibir subvenciones o prebendas. Pero eso no tiene mayor importancia, no sean picajosos. Pelillos a la mar. Oremos.

Personaje número 5: Suele lucir sonrisa y traje a juego. Sabe moverse en las pasarelas políticas, sobre todo en aquellas preparadas para ensalzar su figura. Mira de lado o de frente, según convenga, tratando de lanzar un mensaje de futura figura de la política futura. Ay, Señor, cuánto futuro nos espera esperando el futuro que no acaba de llegar. ¿Será una rosa (roja o morada), será un clavel (rojo reventón), el mes de mayo te lo diré, o antes, depende, vaya usted a saber, depende, ¿de qué depende? Es lo que tienen las margaritas al deshojarlas. Si bien a ella lo que le gusta de la aritmética es la suma, al final no sé si más bien restará o dividirá, al margen de que multiplique las entrevistas, los trajes y las sonrisas. ¡Ay Señor, qué cruz más pesada nos toca llevar!

Personaje número 6: Ejerce, mira y habla como lugarteniente del todopoderoso. No se desvía ni una coma del guion establecido, hasta ahí podríamos llegar. Tiene el papel tan bien aprendido que poco importa la pregunta que se le haga o del asunto que se trate, ya que la respuesta debe encajar con lo de siempre: «Todo se planea, se organiza y se ejecuta escrupulosamente por el bien de todos los ciudadanos. Este gobierno ha luchado, lucha y luchará, como no puede ser de otra manera, por el bienestar, el consenso y el progreso de todos los españoles. Y muy especialmente de los catalanes, perdón, me he salido del guion, quería decir de los pobres que más lo necesitan». Con un par, sí señor. No entendéis, porque estáis desfasados y carcas, la nueva política de bloques que es la que mejor representa a la nación de las naciones nacionales, lo que hace que la nación en su conjunto sea más fuerte y con mejor entendimiento entre todos los españoles. Ay Señor, qué mareo, que no sé si se refiere al recochineo de los catalanes que no queriendo ser españoles acabarán siendo españoles catalanizados por cuestiones de la pela y su delirio; que los vascos, una vez consagrada y subida a los altares su superioridad de raza, se dignarán, humildemente (¿?), reconocer que son mortales, pero menos mortales que los demás, que todavía quedan clases. Y los gallegos, pues depende, carallo, que a lo mejor bajan subiendo o suben bajando, ¿vostede entende? Amén.

Personaje número 7: Mirándose al espejo, infla las cifras que mejor conviene, pero también las adelgaza si es preciso. Lo importante es que el conjunto sume cien para dar apariencia de solvencia matemática. A veces ocurre que se corre la coma en el porcentaje, y en lugar de 1,3, pone 13; total, es una coma caprichosa y juguetona, pero no es para tanto, qué puntillosos sois los periodistas que, además, sois de letras. Yo, ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor. Ay, Santa Bárbara bendita, ora pro nobis.

P.S. Me comunican que el personaje 3 sigue haciendo tropelías «legales» o legalizando las tropelías, no sé muy bien. También que el personaje 4 ha enseñado la patita. Pues eso. Vale.

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