Diario de León

Gobierno de los mediocres o el fin de la noocracia

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El concepto de noocracia lo acuñó Aristóteles y Sócrates e, inclusive, el matemático Pitágoras, para definir la democracia como el gobierno de los mejores. Hoy la mayoría de los comentaristas, críticos, periodistas, historiadores, coinciden en que estamos en una crisis de liderazgos. Se está degradando la vida política porque cada vez aportamos menos cualidades y, por el contrario, se lanzan al ruedo político los más mediocres. El siglo XXI, en cuanto se refiere a los méritos de los políticos, tenemos que decir que es de mediocres, salvo contadas excepciones, inexpertos, inútiles. Nunca han dirigido nada. Nunca han estado en una empresa. Sería imposible ya que la ineptitud es su bandera. Ya se acuña un dicho: el que no vale para otra cosa que se meta a político. Hasta se está prodigando cada vez más.

Los españoles somos los culpables de tener esta mediocridad. Somos cómplices de los desastres y de los desaguisados que se producen. Por otra parte, estos políticos están embebidos y por sus mentes pasan tales pensamientos o desarrollan tales actividades que hacen de sus sueños o de sus efectos paranormales leyes que pretenden imponer y que los ciudadanos perplejos deben cumplir. La sociedad lleva asumiendo demasiado tiempo un sistema político que permite el gobierno de personas cuyos méritos en realidad desconoce y, sin embargo, pone en sus manos grandes decisiones por el mero hecho de militar bajo unas siglas concretas, teniendo como premio competencias que, en realidad, no les corresponde. Hemos llegado a un punto, con esta sociedad complaciente y resignada, que no se sabe si es ella misma es la responsable de sus desgracias o somos nosotros.

Los partidos son más percibidos como agencias de colocación que como plataformas para agregar intereses ideológicos. Buena parte de los políticos actuales han pasado toda su vida en los partidos. Necesitan títulos para aparentar que son alguien porque no han hecho otra cosa y ahí es donde la titulitis cobra sentido. Otro problema son las listas cerradas. Van en contra de los méritos personales, porque un político está ahí porque le hayan votado a él sino porque han votado al partido.

Los españoles somos los culpables de tener esta mediocridad. Somos cómplices de los desastres y de los desaguisados que se producen

Margaret Thatcher fue una política británica que ejerció como primera ministra del Reino Unido desde 1979 a 1990, siendo la persona en ese cargo por mayor tiempo durante el siglo XX y la primera mujer que ocupó este puesto en su país. Su firmeza para dirigir los asuntos de Estado, su estricto dominio sobre los ministros de su gabinete y su fuerte política monetarista le valieron el sobrenombre de la Dama de Hierro. Como jefa de gobierno, su llegada al poder supuso una completa transformación del Reino Unido. Sus políticas liberales llegaron a ser conocidas como thatcherismo. Teniendo muchos seguidores, sobre todo en política, que reivindican su legado.

En España, no existen esas corrientes políticas como base para el progreso de un país, políticas para un desarrollo. No. Los actuales lideres políticos hacen carrera porque se apuntaron a tiempo al partido. El partido en España es un paraguas vital que garantiza favores, una cúpula que te protege por criterios que nada tienen que ver con el mérito sino con la afinidad. ¿Qué méritos, qué currículo, qué experiencia ha tenido Sánchez para ser presidente? Ninguna. Fue hábil. Buscó la debilidad del contrario y la felonía y ganó. ¿Qué mérito ha tenido Pablo Iglesias para catapultarse a la política? Los artilugios propios de las revoluciones comunistas. Soliviantar a las masas y convencerlas de que llega el redentor. Un comunista para alcanzar el poder debe dirigirse a aquellos que están en precario porque no tienen nada y, en la desesperación, se unen al demagogo, al charlatán de feria. ¿Qué mérito ha tenido Irene Montero, Belarra, Garzón para ser ministras o ministro? La primera por ser pareja de... y los otros ¿qué eran? Aduladores para unirse al capitán. Hace unos días se incorporan al Ministerio de Igualdad: Celia Mayer, Carlos Sánchez Mato e Isa Serra, sí, esa que enseñó sus encantos en la capilla de la Complutense. ¿Sus méritos? Según la ministra, son sus amigos. No importa que sean unos inútiles. Es el resultado de una mediocridad política. Para ser político o política hoy el único mérito es: estar en el desempleo, ser amigo, amiga, pareja, querindongo o querindonga del Jefe, de la Jefa, méritos, ninguno. ¡Y que estos dirijan un país! Es una ofensa a la inteligencia de los españoles. Estamos escuchando las atrocidades de Garzón, yo no puedo decir que es ministro. No me sale. Es una persona que debe vivir en Marte. Tiene sueños paranormales. ¡Que este personaje esté en un Gobierno! ¡Qué Jefe tiene que lo consiente que se vende por un plato de lentejas! Nosotros somos los culpables. Ellos se aprovechan del voto.

Las empresas, los hospitales, tienen que elegir a los mejores. Potenciar la economía empresarial es tener buenos estrategas. Una medicina de calidad y buen servicio es tener los mejores médicos. Pero, en política, cuando se necesitan los mejores para salir de una crisis, elegimos a los peores, a los que no tienen preparación ni mérito alguno. Un país así es un milagro continuo. Creo que los ciudadanos, cansados de esta política barriobajera, algún día aplicarán el principio del ostracismo y mandarán al destierro a todos estos políticos que traicionaron la soberanía popular.

Con estos mimbres cualquier empresa iría a la quiebra. Con estos políticos el país tarde o temprano va a la ruina. Culpables: los españoles, los que votamos. La política en España es fétida. Necesitamos regenerarla. No sé quién puede ser, pero los de ahora están demostrando: incompetencia, ineptitud, arrogancia. Ya está bien. Queremos políticos que abracen la noogracia no la mediocridad.

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