Diario de León

Guzmán. De hijo bastardo a ‘Rico Hombre’

Publicado por
Afrodisio Ferrero Pérez
León

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He puesto de relieve, en Tribunas anteriores, la existencia de muchos enigmas entorno a la figura de Guzmán el Bueno (23-1-1256), que conforman sus luces y sombras En lo referente a su patrimonio y riqueza hay que decir que con su esfuerzo personal logró acceder a la clase de «rico hombre», posición que se situaba a la cabeza de los magnates, la alta nobleza, que poseían extensos territorios en los que gozaban de inmunidad y que, con frecuencia, como cortesanos, detentaban cargos relevantes en la corte.

La sociedad medieval estaba fuertemente jerarquizada y se asentaba sobre la desigualdad de sus miembros, pero estaba organizada como un cuerpo compuesto de diferentes estamentos. Guzmán el Bueno consiguió, gracias a su actividad de caballero, ser más rico que los reyes y hábil pagador de espías e informadores, siempre rodeado de un halo de romanticismo cristiano en opinión del Dr. Maximino Brasa, en su conferencia en la Casa de León de Madrid, 1972. ( Guzmán el Bueno : la grandeza de un héroe . Ed Unión Leonesa, 2021).

El rasgo más destacado de la caballería cristina era una forma de comportamiento que aglutinaba elementos que aún reconocemos deseables, como la cortesía, la educación y la honestidad, la largueza y la generosidad. Incluía, sin duda, la formación en el ejercicio de las armas, pero iba más allá: la caza, el ajedrez y los juegos, en general, formaban parte de la formación del caballero, a la que había que sumar los valores cristianos y el gusto por la literatura.

Era triple la esencia: militar, aristocrática y cristiana que definirá a la caballería europea medieval. Cualidades que reunía Guzmán, fundador de la casa ducal de Medina Sidonia, en cuyo escudo rige el siguiente lema: «Un padre debe anteponer la patria a sus hijos», llevando su lema al extremo en la defensa de Tarifa.

Si bien, por su origen, era hijo bastardo o de ganancia, y no tenía propiedades heredadas de su padre. Si heredó alguna de su difunta madre, carecemos de documentación al respecto. Lo cierto es que al cumplir los 19 años se enroló en la Hueste de López de Haro, en compañía de otros hidalgos leoneses, con destino a Sevilla, donde vivía su padre natural, Pedro Núñez de Guzmán, Adelantado Mayor del reino y consejero de Alfonso X el Sabio. Al llegar a Jaén, la hueste, tuvo que entablar batalla con los benimerines. Allí la suerte acompañó a nuestro personaje, que lucho con valentía y consiguió capturar como prisionero a Aben-Comat, obteniendo un cuantioso rescate por la captura de este noble musulmán, que con el tiempo se convirtió en amigo, compañero y consejero de Guzmán.

Desde este momento comenzó a recibir compensaciones económicas por sus valiosos servicios, llegando a concebir la creencia de haber superado, con su esfuerzo, su condición de «hijo de ganancia»

Desde este momento comenzó a recibir compensaciones económicas por sus valiosos servicios, llegando a concebir la creencia de haber superado, con su esfuerzo, su condición de «hijo de ganancia». Pero fue en Sevilla, donde comenzó a relacionarse con la corte de Alfonso X, gracias al apoyo de su padre. Como contrapunto surgió un problema con su hermanastro que le afeó su condición de bastardo, lo que le animó a «desnaturarse» en medio de unas justas, en la que destacó por su eficacia como caballero, y en las que estaba presente el emir de Fez: Ab-Yusuf, quien le ofreció un contrato como mercenario de Capitán de la Guardia del emir, en Fez, al norte de Marruecos.

Guzmán prestó sus servicios para el sultán de Fez (Ab-Yusuf) en dos etapas (1279-82–1291). Y el rey Alfonso X El Sabio, a causa de las disputas de su reino por el problema sucesorio con sus hijos Sancho y Juan, envió una carta a Guzmán para que intercediera ante el Sultán y le concediese ayuda militar y económica. Una vez lograda la ayuda y con el préstamo del emir, por importe de 60.000 doblas de oro, Guzmán regresó a España en 1282 con una hueste de mercenarios. En compensación por este servicio, consistente en conciliar al rey con su hijo Sancho, el monarca le ofreció en casamiento una joven dama sevillana y «rica heredera» que aportó como dote numerosas propiedades repartidas por Castilla, León, Galicia y Portugal, pero principalmente en Andalucía. Aunque era cuantioso el sueldo que recibía de los benimerines y enormes regalos por sus hazañas, con este casamiento afianzó su camino para su entrada en la nobleza como «rico hombre», que era la máxima distinción de la nobleza castellana.

Recibió otras mercedes por su esforzado trabajo de caballero, en favor de los reyes a los que sirvió, pero es reseñable que su esposa quien le acompañó a Fez y permaneció con él algún tiempo (1282-88). A su regreso a la península, su esposa, fingiendo un enfado familiar, consiguió traer gran cantidad de dinero y joyas que invirtió en: Ayamonte, la Algaba, Santiponce, casas en Sevilla y los olivares de Aljarafe y propiedades en Jerez de la Frontera. Cuando Guzmán regresó definitivamente a España, el rey  Sancho IV le confió la defensa de Tarifa (1292-4), frente al asedio de los invasores benimerines que estaban al mando del hijo del anterior emir: Ab-Yaqub, enemigo de Guzmán.

Tras el asedio de Tarifa y su victoria, el rey la concedió nuevas propiedades en la zona fronteriza donde eran frecuentes las invasiones musulmanas. Algunas de estas propiedades se recogen en un privilegio rodado en Toro en 1297 de Fernando IV el Emplazado, documento que incorpora el tratamiento de «rico hombre» para Guzmán.

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