Diario de León

TRIBUNA

Honores a Guzmán el Bueno

Publicado por
Afrodísio Ferrero Pérez Abogado y Periodista
León

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E n el presente año se celebra el 725 aniversario de la defensa de Tarifa (1294), en cuya actuación Guzmán el Bueno alcanzó la categoría de héroe por su firme actitud ante el cerco de los benimerines. Antes, como ahora, es preciso tener en cuenta su alma heroica por defender el bien supremo, con la consiguiente pérdida de su querido hijo. («si no tenéis puñal, ahí tenéis el mío»). Este personaje nacido en León (24.1.1256), sirvió con honor y lealtad en tres reinados: Alfonso X el Sabio, Sancho IV y Fernando IV. A través de sus ejecutorias, demostró ser un «buen vasallo» que bien merece renovar sus honores, con admiración y respeto. Y no solamente nuestro pueblo, sino Tarifa (Cádiz) y España, en general: nación singular, cargada de historia. Se sabe que la población de Tarifa, a través de la asociación para la Defensa del Patrimonio Cultural; «Mellaria» (entidad patrocinada por su ayuntamiento) está planificando una serie de actos y estudios, en torno al héroe de Guzmán el Bueno. Hasta, ahora, no tenemos noticias de las instituciones de León acerca de la rememoración de nuestro héroe: un heroísmo, según los historiadores, que impresiona más cuanto más desnudo de oropel, al verificar el cumplimiento de la amenaza del sacrificio de su hijo. Nos encontramos ante un personaje que, aparte de sus cualidades militares, tenía un alto concepto del sentido del deber. Sin duda, «el héroe es aquel quien coloca su espada al servicio de un ideal (Reino, Estado, Nación), y la sangre al servicio del bien supremo, allí donde necesite ser reivindicado», nos dejo escrito Thomas Carlyle. De ahí que nos vincule a todos para renovar el homenaje a uno de «los nuestros».

Es evidente que las instituciones locales y provinciales, desde su misión, están obligadas a la protección de monumentos, y en su caso, a promover actos culturales para dar relieve aquellos personajes «hacedores de la historia de un pueblo». Porque, en caso contrario, constituirían tales monumentos un elemento decorativo. Y es que los monumentos, como el erigido a Guzmán el Bueno (en su glorieta de León), se interpretan, cada vez más, por sus habitantes como parte del marco de la vida comunitaria y solidaria. Se trata, por tanto de una participación del ciudadano con las instituciones correspondientes, siendo, además en España y en Europa, el resurgimiento de sociedades que tienen por objetivo elevar el nivel cultural de la población. Valga (como ejemplo), el conocimiento escaso de la gesta heroica de Guzmán el Bueno de la gran mayoría de leoneses. Por ello es necesaria y aconsejable difundir las ejecutorias de nuestro héroe.

A mi juicio, los consejeros de Cultura, tanto de la Diputación Provincial, como del Ayuntamiento de nuestra ciudad, tendrían algo que decir acerca de la efeméride de la gesta de Guzmán, cuyo monumento, fue inaugurado el 15 de julio de 1900. Nos evoca y recuerda el alma heroica de un leonés universal que nos legó la mejor historia de una España que no se rinde ante un enemigo cruel. Ciertamente los representantes de aquella época se retrasaron muchos siglos en erigir una estatua, hoy emblemática y orgullo de nuestra ciudad. Es de confiar que en este 725 aniversario, las autoridades, asociaciones u otras entidades, no se alejen otros siglos para honrar aquel Alcaide de Tarifa que defendió con firmeza el «alma colectiva» de una España cristiana que creyó en la victoria, aunque fuese con dolor y sacrificio para defender el supremo bien y los valores de un pueblo. El héroe, cuyo carácter es el de ser un gran hombre; incluso su sentimiento físico le acredita su humanización de un prototipo, como ejemplo de generaciones presentes y futuras.

En resumen, rendir homenaje a un héroe, en este aniversario de la defensa de un territorio de España, constituye una exigencia de justicia histórica y patriótica. Porque, los hombres, como Guzmán el Bueno, son los que hacen grande a un pueblo, y, en definitiva a una Nación. Son, además, un símbolo; una representación, genuina de las creencias firmes en ese universo ejemplar, alejado del deshonor y la cobardía. Hasta nos dan un código de conducta en la penúltima batalla de su vida: «si es preciso pagaré la deuda que debo a Dios de la vida, al rey de las mercedes que me ha hecho, y a mi honra de morir en la batalla». (Así se expresó en Guzmán, antes de morir tras ser gravemente herido por varias «saetadas» de los moros, en la Sierra de Gaucín (Málaga) el 19 de septiembre de 1309). A los 53 años perdía la vida el héroe, guerrero y conquistador. Pero es preciso tener en cuenta que los héroes nunca mueren. He aquí un personaje leonés que nos despierta ese sentimiento gozoso de respeto y ejemplaridad. Porque supo defender con honor y valor una plaza de España: lección de ayer y de hoy.

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