Diario de León

TRIBUNA

Insospechada participación a ‘campanazo limpio’

Publicado por
Héctor-Luis Suárez Pérez Musicólogo e investigador de la tradición leonesa
León

Creado:

Actualizado:

E l pasado 21 de abril el sonar de las campanas a medio día de sábado sorprendió a muchos vecinos en nuestra provincia. Primero in situ y, más tarde, desde la ventana de los telediarios y otros medios de comunicación que, convenientemente a posteriori, aclararon el aparente misterio y con ello reforzaron el entrañable y ya alto nivel de relevancia social disfrutado por toques, instrumentos, campanarios e intérpretes.

Más de sesenta espadañas y campanarios, incluidos algunos capitalinos, hicieron posible que buen número de campanas leonesas tañeran para sumarse a muchas más de toda Europa. Todo en pro de una plausible iniciativa: atraer la atención ciudadana sobre el planteamiento oficial de la candidatura ante la Unesco del toque manual de campanas y de lo que conlleva, de cara a su reconocimiento como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Concesión que, esperemos, cobre forma en un futuro próximo.

La propuesta ha surgido en nuestro país desde la Asociación de Campaneros d’Albaida y el MitMac (Museo Internacional del toque manual de campanas) bajo la consigna «echamos las campanas al vuelo». Eso sí, avalada además por la reconocida asociación en defensa del patrimonio Hispania Nostra y con el refrendo, entre otras firmas, de Plácido Domingo (algo que, junto a más información, recoge la web www.hispanianostra.org ).

Como aval para el vínculo a esta iniciativa, además de una manifiesta realidad alrededor de la vigencia de costumbre ancestral y uso del toque manual de campana en nuestro territorio, la provincia de León presenta otros activos.

Por ejemplo, la presencia de nuestra Campana Laurentina de San Isidoro de León, fundida en el siglo XI y por ello uno de los idiófonos europeos de su género más antiguos y de mayor tamaño conservado, en lo que a patrimonio material se refiere. A ella se añade un variopinto y nutrido corpus documental que, desde la Edad Media, se abre a través de las menciones a la campana en textos sinodales o concejiles además de en buen número de pleitos entre curas y vecinos o en disposiciones legales regulando su uso profano o religioso y horario, propiedad, usufructo, acceso a campanarios, vínculo de obligación de cumplimiento en convocatorias comunales en base al territorio de audición en «socampana», u obligaciones de realización de un toque de beneficio o repercusión comunal «por vecera» o turno entre el vecindario, entre otros aspectos y para llegar a curiosidades documentales como el inventario de 1836 del campanero catedralicio Cándido Calvo. Asimismo, numerosas y diversas son las menciones, más o menos desarrolladas y detalladas sobre el tema o el paisaje sonoro campanil, que han sido recogidas en la abundante obra literaria y etnográfica de autor o temática provincial.

Sin olvidar su presencia en tantos artículos periodísticos, como los de Cayón Waldaliso o el más reciente de la revista de la propia Pulchra, entre los destacados, que se unen a un corpus bibliográfico e investigador mayor y específico sobre nuestros «signum» en la provincia —que es como se denominaban las campanas ya en el alto medievo— integrado por estudios de naturaleza interdisciplinar.

Es el caso de los redactados por el arqueólogo Fernando Miguel o por Matías Díez Alonso y los de la revista Bierzo —en 2002—, sin olvidar varios de mayor magnitud obra de José Luis Alonso Ponga o de un servidor de ustedes. Temas y aspectos que aprovecho para invitarles a visitar en el blog monográfico sobre el tema campanil provincial elrincondesanantonenleon.blogspot.com.es.

Ante todo esto, la pequeña localidad del Bierzo Alto de Santa Marina de Torre, organizadora cada año de su propio encuentro de campaneros, tomó la iniciativa de adhesión a este gesto reivindicativo patrimonial inmaterial en nuestra provincia.

Y, desde ella, bien jaleados por Melchor Moreno y los organizadores del encuentro, así como por la propia repercusión mediática de la noticia y de la convocatoria, otros «aficionados» recogieron el mensaje.

De inmediato, referencias inevitables de la actividad campanil anual no dudaron en engrosar las filas de participantes. Entre las mismas la «escuela de campaneros de Villavante» — pionera en el género y al cargo del primer encuentro verificado con regularidad en la provincia desde los años ochenta del pasado siglo— con Jorge Juan y Julián a las riendas, y sus homólogas de Villabalter, con Pedro Delgado a la cabeza, o Campo —localidad «pegada» a Ponferrada— de la mano de Blas Cubelos, además de Fresno de la Vega con su »ten-te nube» y la presencia de Antonio Bodega.

A la invitación no faltaron tampoco instituciones locales —ayuntamientos y concejos o juntas vecinales— y religiosas —templos y centros eclesiásticos de todo rango, conventos y cofradías— así como asociaciones, colectivos de índole laica —culturales o de vecinos—, además de particulares anónimos encargados, habitual u ocasionalmente, de las tareas del tañido en numerosos campanarios de todas las comarcas provinciales. Entre ellos, el Instituto de Estudios Omañeses, con Chelo, Luis Arias, Gelo Sabugo o José Mª Hidalgo como dinamizadores del evento para varios puntos de la Comarca de Omaña.

Sin olvidar otros como Vicente de Sofcaple y Rosa Mª Quintanilla en la zona de Sahagún, el Ayuntamiento de Villarejo de Órbigo, animado por Amador Pinos —el del IEB—, implicando a todos los campanarios y campaneros del término municipal o en La Baña, donde hasta su propio alcalde, José Manuel Moro, no se libró de ser intérprete…

tracking