Diario de León

Instituto General y Técnico o Masculino de León

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León ha sido cuna de «talibanes» políticos en lo que se refiere a nuestro Patrimonio y Cultura. Con ellos al mando, el siglo XX en León, se llevó parte de nuestras joyas arquitectónicas, cito entre otras, los cubos de la calle Carreras, la Puerta del Obispo, el Instituto General y Técnico de la calle Ramón y Cajal, el viejo Chalet de Francisco Alfageme de Ordoño II o la Casa del Bar Cóndor en la Plaza de Guzmán, ahora ocupada por la horrible «huevera», o el viejo colegio de los Agustinos ahora sustituido por la casa del «chocolate» o el Hospicio «Quadrillero» de León cuyas piedras «se pueden ver» en el aparcamiento de Santa Nonia…

Fue un siglo, para olvidar por los leoneses desde el punto de visto del patrimonial. Dicho esto, me parece necesario hacer unos comentarios a lo inexplicable. Me voy a ceñir a tres hitos, tres calamidades que destaco entre otras muchas cometidas por otros tantos regidores calamitosos que marcan dicho siglo XX.

1.- Derribo de siete cubos de la calle Carreras. Motivo: «necesidades de la vida moderna». Había que conseguir piedra para el asfalto de la citada calle y como ir al río a buscarlas era muy caro, se concreto tomarlas de los cubos de la muralla. En 1870 el alcalde señor González Reyero inició el proyecto que se llevo a cabo a principios del siglo XX. A día de hoy se intenta desenterrar tamaño «desatino». Fue entre 1906 y 1911 que se derribaron los siete cubos. Indignante.

2.- En agosto de 1910 y siendo alcalde Alfredo Barthe Sánchez se derribó la Puerta del «Obispo» o puerta principalis sinistra. Entrada a León por el este, la entrada a León del Camino de Santiago. Razón: por «razones de estética y ornato de la ciudad». ¿La verdad? intrigas políticas-eclesiales y sociales. Algunos dicen que el coche de un personaje leonés muy influente Fernando Merino tenía dificultades para pasar por la puerta. Capaz y poder tenía, pero fuera por lo que fuera me parece impresentable.

3.- Instituto General y Técnico Padre Isla. El llamado Instituto Masculino porque así lo era en mi época de estudiante entre los años 1960-1963. ¡Tuvo que haber «razones ocultas» para su derribo!, que fue rápido y sin que a los leoneses nos diera tiempo para su digestión.

Solo una nota de prensa en el periódico Proa de 08-09-1966 que titulaba: «Al parecer va a ser derribado el Instituto Padre Isla de León». Otro de 09-08-1966 de Diario de León decía Réquiem por el Instituto Masculino que yo no he podido encontrar.

No puedo imaginar otra razón que la propia incompetencia de quienes regían nuestros destinos. ¿Qué otras razones podían tener Ministerio, Ayuntamiento, padres, y otras razones sociales para derribarlo? Y lo más penoso, para sobre su solar levantar uno tan feo

Ni tampoco acta que hable de ello en el AHM de León que haga mención a su derribo. Se dice que hubo una reunión en el que se decidió a tres bandas entre Ministerio-Gobierno Civil y Ayuntamiento (era alcalde un tal Llamazares) donde se decidió el desatino. La o las causas: unos dicen que por ser «feo»; otros porque ya no daba cabida a todos los estudiantes.

Lo cierto es que había un dinero del Ministerio para construir un Instituto Femenino y se ¿pensó? tirar el Masculino para hacer otro en el lugar del abatido. Nadie pensó en vaciarlo de contenido, darle un nuevo contenido con más pisos (espacio había y sobraba) y dejar su continente como estaba.

Lo cierto es que con premeditación se llevo a cabo su derribo y hoy, como nos suele ocurrir, nos lamentamos.

Este año de 2022 se celebra el 175 aniversario del I. G. y T. desde que en 1847 se iniciaron los trámites para su construcción. Su inauguración en 1909 (con moneda de oro oculta —en una caja— de 25 pesetas y que no sé si se rescató) y su entrada oficial para la enseñanza en 1917 con alumnado mixto. Construido por los arquitectos J. L. Oriol y Emilio García inspirados en el Palacio de Correos de Madrid. Estilo «Monumentalista» y Modernista de principios de siglo. Nada se salvó, ni siquiera el observatorio que tenía en una de sus torretas.

Pasó a ser un horroroso edificio para enseñanza de bachiller femenino. El masculino se llevó al Paseo de la Facultad. Desde 1983 mixto. Con motivo de este aniversario, el maquetista D. Luis García ha construido una reproducción bastante fiel del original, si bien yo habría utilizado unos materiales más oscuros que imiten a la piedra o al color de la madera. Me parece excesivamente blanco.

Y los jardines tan verdes no existieron nunca, era tierra, barro si llovía. Hoy, ante esta maqueta del Instituto G. y T. de León de Educación Secundaria o Instituto Padre Isla o Instituto Masculino, situada en el Hall del ahora Juan del Enzina y ocupando el mismo lugar que aquel tenía, no puedo ocultar «vergüenza ajena» por los impulsores de su derribo en 1966.

No puedo imaginar otra razón que la propia incompetencia de quienes regían nuestros destinos. ¿Qué otras razones podían tener Ministerio, Ayuntamiento, padres, y otras razones sociales para derribarlo? Y lo más penoso, para sobre su solar levantar uno tan feo.

A mi cabeza vienen aquellas clases o como quieran llamarse de D. Luis López Santos, su cigarro, su periódico y sus sesteos mientras se consumía la hora de clase; o el programa desglosado de Egipto que duraba casi todo el curso de Historia del Arte y que nos dictaba el inolvidable D. Gonzalo Valentí «alias Oxiris» (dios egipcio que él pronunciaba con elevado éxtasis); o los comentarios de D. Laurentino Marcos Rojo, «alias el rana» con su casuística que nos hacía comentar cada día; o las clases de francés de D. Waldo Merino y su «ese sonora» y los «rapporter»; por no hablar de «bolita» profesor de Mates; o de Lucio García Ortega profe de Filosofía, o del «comodín» Serrano; O la profe de Ciencias a la que llamábamos «la loro» o el propio «ordenanza» señor Bécares que nos abría la puerta que daba a Ruiz de Salazar mientras hacíamos «novillos» para ir al cine Alfageme, que estaba en la calle de Ramón y Cajal frente al Insti en horas de clase, puerta que luego él mismo nos reabría…

Allí al lado del Alfageme, la librería Ragel, «nuestra» librería. Aquellos ratos de recreo en el duro patio de tierra, antesala al Insti, eran momentos que esperábamos con ansiedad para comprar en el quiosco a través de la reja el cigarro que según el poder adquisitivo era de Chester, de Bisonte, de Ideales o de Celtas y fumar a escondidas; o para jugar al balón; o para hacer un corrillo con tus amigos…

Su visión en mí memoria es impresionante, con aquellas escaleras que daban paso a la puerta de entrada. El Insti tenia un hall o especie de anfiteatro de entrada de mármol, «colosal». A través de una escalera se accedía a la zona noble del edificio donde estaban las salas de jefe de estudios, director, a cada lado de amplios pasillos las «aulas». Cada clase tenia más de 50-60 alumnos, había clase de mañana y tarde.

Magníficos años, al menos los míos en un entorno envidiable, en un edificio de envergadura superior y que, en cuanto a la enseñanza que pude recibir se basó en la mediocridad de la época en que nos tocó vivir.

Animo a todo el mundo a visitar y contemplar esta maqueta, para que al menos tomen medida de cómo fue tratado nuestro Patrimonio en el siglo XX. Aunque el siglo XXI me parece que lleva las mismas o parecidas maneras.

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