Diario de León
Publicado por

Creado:

Actualizado:

Me he resistido a hablar de Rusia hasta ahora para que mis detractores no me acusen de «wikipedio», o sea, de saber de todo. Y para no evocar fantasmas de mi crematorio sentimental que hacen supurar viejas heridas. Pero llegó el día D, la hora H, y no puedo ya callar.

Conocí la Rusia del marasmo postcomunista allá por los años del trasvase de milenio. Una docena de veces me paseé por las tierras de la Rus, desde el Báltico a Crimea, desde Lvov, frontera polaca, hasta Urales. Compartí aquel mundo patético que trataba de rebullir entre las cenizas del incendio de la URSS. Bábushkas (abuelas) en babuchas vendiendo por las calles maquinillas de afeitar. Niños, en andrajos, a las puertas del metro a cero grados. Fábricas con más óxido en las tuberías que stocks en el almacén. Colas de treinta metros a las siete de la mañana ante la furgoneta del lechero. Viviendas en el octavo con el ascensor averiado desde hace años.

La humillación que sufrió este pueblo, heredero de Catalina la Grande, que se creía el regente de la mitad del planeta es fácil de imaginar. De repente un jubilado se encontraba con que su pensión no le llegaba para comprarse un traje. A un profesor de secundaria el sueldo le daba para comprarse una bicicleta. El Estado no reventó porque al menos la calefacción y la electricidad eran subvencionadas, casi gratis. No conocí la situación de Alemania al término de Primera Gran Guerra pero no debió ser muy distinta. Ese sentimiento es el caldo de cultivo que llevó a los años de las SS y ha llevado a los años de Don Vito.., digo, Don Vladimiro.

Cuando el sepulturero de la URSS, Boris Yeltsin, dimitió por sorpresa el último día del siglo pasado, emergió un desconocido exagente de la KGB de San Petersburgo como nuevo primer ministro interino. La porquería que manejaba y sus modales de capo di capi le valieron para hacerse con el control del Kremlin en un par de años

Cuando el sepulturero de la URSS, Boris Yeltsin, dimitió por sorpresa el último día del siglo pasado, emergió un desconocido exagente de la KGB de San Petersburgo, con ojos de cuchillo de carnicero, como nuevo primer ministro interino. La porquería que manejaba aquel exagente de la KGB y sus modales de capo di capi le valieron para hacerse con el control del Kremlin en un par de años. Intimidó a los oligarcas del gremio hebreo que se habían apropiado de las empresas estatales con préstamos de sus colegas de Wall Street y con su money ganó la presidencia fácilmente. Los rusos vieron pronto en este halcón despiadado el hombre capaz de recobrar la dignidad herida del viejo Imperio ruso.

Luego se desembarazó de todos sus rivales con métodos de gánster; encarcelamiento arbitrarios, Mijail Jodorkovsky, accidentes de aviación, Boris Nemtsov, envenenamientos con plutonio, Litvinenko, tiroteo en el portal, Anna Politevskay, intoxicación con colinisterasas, Alexei Navalny, Con un partido a su medida, Rusia Unida, de ideología clerical fascista nacionalista, gobernó los primeros ocho años. En ellos le mostró al mundo sus credenciales de matón. Usando la consejas mas malévolas de El arte de la guerra de Sun Zi, permitió a los terroristas que dinamitaran un edificio en Moscú con dos mis víctimas. Y con esa excusa masacró la resistencia armada de Chechenía en pocos meses. (Bush, hijo, le imitaría poco después en la masacre de las Torres Gemelas).

Los nostálgicos de las grandezas de la santa Rusia ya tenían un icono al que venerar. Luego fue una cosa de niños burlar la Constitución, poniendo a un títere maniatado por su negocios sucios, durante seis años, Medvedev. Cuando Don Vladimiro volvió y repitió como presidente, con mayorías más que holgadas, y es de cajón que manipuladas, sus objetivos quedaron claros hasta para el mas tonto de la clase. Reconstruir el espacio de influencia de la Rusia de los zares y después de la URSS. Gracias al auge de los precios de los recursos básicos, de los que la Federación rusa está sobrada y a invertir un diez por ciento del PIB en defensa, equipó al ex Ejército Rojo con la mejor tecnología bélica.

El resto ya resulta casi familiar, en los años de Obama, reconstruyó su influencia en Oriente Medio (Siria) y Sudamérica (Venezuela), Asia Central (repúblicas musulmanas exsoviéticas), etc... y sostuvo la dictadura de Lukasenko. Solo le quedaba una carta que jugar: recuperar un territorio que los rusos consideran como la madre misma de la nación rusa. Ukrania. Algo así como el Principado de Asturias para la nación española.

Ucrania surgió como nación de la nada. De un simple pacto entre los dirigentes de las quince repúblicas exsoviéticas por el que todas conseguían la independencia tras la disolución de la URSS. Pero Ucrania tiene casi un 40 por ciento de rusohablantes que no sabemos lo qué harán en esta situación de guerra (¡vaya papel les espera!).

Ha sido la torpeza de los dirigentes de Occidente (Bush padre, Schroeder, Chirac, Blair..) en los años de postración de Rusia la que ha llevado a esta situación. Y también el orgullo herido de los rusos que ha sustentado electoralmente a este matón veintiún años largos. Occidente no fue capaz de articular una alianza con la Rusia postcomunista sino que la obligaron a arrodillarse. Así que Moscú se unió a la contraparte, o sea, Pekín y con su apoyo don Vladimiro se ha atrevido al jaque.

Claro que si el rey se enroca... la partida puede cambiar. Moscú está acostumbrado a imponer su voluntad con los tanques por delante (Budapest, Varsovia, Praga..) Si los ciudadanos de Kiyiv se resisten en las calles hasta es posible que el tirano de Moscú vea aflorar muy pronto el desprecio que suscita en su propio país y acabe bajo los caballos.

Todos deberíamos hacer algo para que este desenlace sea posible. Kiyiv es ahora la trinchera en donde se decide la libertad en el mundo del futuro. Si el sátrapa de Moscú se sale con la suya, todos los tiranos que le amparan (Xinping, Maduro, Al Assad..) saldrán fortalecidos y nuestras libres democracias heridas mortalmente.

tracking