Diario de León
Publicado por
Aurora Díez Díez, Psicoorientadora. (Experta en pedagogía sistémica y expansión de conciencia)
León

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En estas fechas, está muy presente, para algunas familias, los preparativos que requiere esta celebración, tal como la hemos ido viviendo tradicionalmente: preparación, catequesis, vestidos, comida y demás circunstancias que rodean a la llamada Primera Comunión en nuestra sociedad.

Preparación: Quiero hacer una reflexión sobre este primer punto. Considero que hay una preparación, digamos, remota, que englobaría el conocimiento que el niño tiene de sí, del entorno y también de lo que no ve, de lo trascendente. Este campo de conciencia en los niños está muy influenciado por los valores, creencias y campo de conciencia de sus padres y educadores. Así es generalmente. También es verdad que a veces, los padres por desconocimiento y también por falta de implicación, delegamos o eludimos ese derecho y ese deber.

Conviene recordar aquí, que los padres tenemos el deber ineludible, no podemos renunciar a él y el derecho inalienable, nadie nos lo puede quitar, respecto a la educación de nuestros hijos. Se están dando, en el momento actual, situaciones que parecen no tener en cuenta esta verdad y muchos padres viven como no se respetan estos derechos y otros renuncian a su deber ineludible. Tema que daría para todo un tratado y que es de una enorme repercusión social

La preparación más inmediata, la que llamamos catequesis, trata de la comunión, del hecho de comulgar, de contenidos e instrucciones de fe. Los contenidos que se trasmiten tradicionalmente tanto en el entorno familiar como en el entorno social y religioso pueden llevar a los niños a confusión.

Parece urgente un replanteamiento de todo este proceso. Para ello, considero imprescindible, una reflexión sobre la tradición. Vivimos nuevos tiempos. Nuestra conciencia colectiva ha evolucionado hacia la vivencia de la verdad. Somos Cuerpo Místico en acción. La tradición nos lleva al pasado y es necesario vivir el presente como lo único real. ¡Aquí y ahora!

Nuestros niños vienen muy despiertos y esto nos coloca en una situación muy, muy privilegiada, tanto a padres como a educadores. Cuando somos invitados a una tarea trascendente nuestra atención y responsabilidad se extreman para que no les fallemos como acompañantes de su propio proceso de toma de conciencia y expansión y a la vez hagamos nuestro propio proceso de toma de conciencia y expansión. ¡Que regalo! El hecho de que a través del proceso de acompañamiento a nuestros niños, podamos retomar aspectos pendientes de nuestro propio proceso. Por eso la preparación es sincrónica nuestra toma de conciencia repercute directamente en nuestros niños, captan por empatía y eso, nos coloca en referentes permanentes para ellos.

Si yo, padre o educador, vivo la Unidad con Jesucristo en mi corazón, como esencia de mi ser y en mí hijo o alumno veo el ser que es, ¿puedo decirle a mi hijo, a mi alumno que recibe la Común-Unión por 1ª vez? Si vivo la filiación con el Padre Grande en mi corazón, entonces la fraternidad viene rodada. En amor. Desde mi corazón sintiéndome hija y hermana.

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