Diario de León
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PEDRO TRAPIELLO
León

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Todo puede ocurrir en la alcaldía de París. Seguramente no empiecen allí a hablar en español, pero lo entenderán clavadito porque una española ganará las elecciones y será la próxima alcaldesa, Anne Hidalgo, nacida gaditana en San Fernando (1959) y emigrada a Francia con sus padres a un barrio de Lyon (1961). Es francesa, claro, pero tiene doble nacionalidad y mantiene la española.

Tirón poderoso de una España niña y cañí siente esa mujer socialista, orgullo de raíz, lo que no quiere decir que haya de ir ante el ayuntamiento parisino la paisanada andaluza que pasa agobios con la crisis a gritarle enfervorecida aquello que voceaba un seguidor de Cuiña tras salir alcalde de Lalín, ¡Pepe, colócanos a todos! , que aquí sería ¡Anne, quiya, paizana, mi arma... dainos argo, paya!... y lo mismo que antes se decía «yo tengo un tío en América», ya vendrá alguno diciendo ahora «yo tengo una prima en Francia».

En Roma, el papa Francisco cumplió el año de pontificado entre maitines campaniles de los fieles y laudes en la prensa... y aunque el español ha sido su lengua funcional toda la vida (con ella aprendió y enseñó), en el Vaticano y en sus locuciones públicas nunca habla en castellano, manda el italiano (también es la lengua de Bergoglio, la que mamó en casa de su madre italiana). Es lógico. Sólo alguna vez ante medios o colectivos hispanos rompe su norma y habla en «cristiano» (esto de «cristiano» lo dijo durante décadas el falangistón victorioso a vascos y catalanes dándoles con la gramática de Nebrija de canto en la mollera).

Sin embargo, en el palacio de La Zarzuela, a la hora de sentarse a la mesa, sólo se puede hablar en inglés, norma que impuso la reina, dicen, para que la crianza -el príncipe y las infantas- se familiarizara con la lengua que impera en las altas cunas y bajas camas de la realeza y en la que mienten o negocian los de sangre azul. Es decir, en la Corona española se habla inglés para confirmar aquel refrán de «En casa del rey herrero, lengua de palo».

Pero el español cada vez se habla más en el mundo. Por eso Colás se resiste a aprender idiomas. Para qué, si en breve media humanidad le entenderá.

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