Diario de León
Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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T engamos las alertas encendidas. Los chinos, que serán nuestros patronos cuando se conviertan en breve en la primera potencia económica mundial, definen al 2015 como el Año de la Oveja, según dicta su horóscopo. Desde el 18 de febrero (año nuevo chino) lo ovino mandará en nuestros afanes y lo ovejuno será tendencia, por si acaso no lo era ya.

¡Rediós, oveja!... miedo da que te vistan así, pues en el mejor de los casos será para esquilarte, si es que de mano no te ponen en procesión al matadero para acabar en horno o caldereta.

Sin embargo, dicen que es un signo muy favorable, que le ampara el número 8 considerado de la buena suerte en China, que su lema es más vale maña que fuerza , que será un año para la paz, para el perdonarse y para encontrar pastor (uy, el líder), que su mes será julio (uy, mes de alzamientos), que sus colores son el verde, el rojo y el púrpura (uy, ideales para ikurriñas y pendones los dos primeros y para logos de Podemos el malva moradito) y que su flor es el clavel (uy, el que llevan las majas en el canalillo y tiene ecos de revolución portuguesa).

Año de ovejas... y ovejos.

Con que volvieran la mitad de los rebaños que hace dos siglos triscaban por estos puertos, hoy mudos de esquilas y ladridos, Sócrates Valdueza se daría por afortunado, recordándonos que el imperio ovejero australiano o neozelandés es en buena parte heredero de aquellas ovejas merinas que antaño regaló el rey de España al de Inglaterra... y lo resumió en un dato: en Nueva Zelanda hay cuatro millones de habitantes y ¡setenta y dos millones! de ovejas, mientras que aquí ya sólo nos quedan quince mil merinas trashumantes y ¡medio millón de borregos!... de modorros, por precisar, sin contar los carneros mochos... y al silencio de los borregos lo llamamos calma cazurra.

Pero por mucha bondad que le arrimen al Año de la Oveja , Sócrates prefiere lo caprino a lo ovino (que también lo es este año para el horóscopo chino) y se inventó al efecto su refrán «dame monte y libertad y llámame cabra», que el rebaño adocena... sobre todo, en años de pasto electoral.

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