Diario de León
Publicado por
Arturo Pereira
León

Creado:

Actualizado:

Una de las felicitaciones que recibí para celebrar el año nuevo, me la envió un amigo cachondo con el menaje de que en Australia ya había comenzado 2021 y todo seguía siendo, perdón por la transcripción literal, —la misma mierda—.

Es evidente que no debemos quedarnos en el tenor literal del mensaje. Aunque un poco grosero, el mensaje subliminal enviado nos viene a poner en situación de que el calendario juliano no deja de ser más que eso, un calendario y que las cosas importantes no se rigen por nuestros cronogramas temporales.

Cada fin de año nos felicitamos porque es sustituido por un año nuevo en el que depositamos esperanzas con más o menos fundamento. Este fin de año ha sido especial por las circunstancias que todos conocemos, y todos hemos puestos nuestros anhelos en que el año que acaba de nacer nos permita recuperar muchas de las cosas que hemos perdido.

También han sido especiales nuestras felicitaciones. Nunca habíamos hecho tantas referencias al valor que para nosotros tiene el destinatario. Muchas de ellas concluían con lo más importante es tenerte en mi vida, o lo más importante es tu amistad, por ejemplo. Quizás nos estemos dando cuenta de las cosas que son realmente importantes.

Este año no creo que ocupen un lugar destacado las buenas intenciones de antaño. Creo sinceramente que cuestiones como querer adelgazar, aprender idiomas, u otras semejantes pasarán a un segundo plano. El ser humano ha sobrevivido a todas las crisis porque ha sabido priorizar. La prioridad este año está clara y es volver a como estábamos antes de la pandemia.

Busquemos puntos de encuentro aunque solo sea en beneficio propio

Pero, aquí nos estamos haciendo trampas a nosotros mismos, a nuestra memoria, ya no nos acordamos lo mucho que nos quejábamos y por qué lo hacíamos. Para ser sinceros, creo que no lo queremos recordar. También para ser justos debemos reconocer que es un mecanismo de defensa que nos permite priorizar y volver a empezar de cero y por lo tanto sobrevivir.

Cambiar de año, no significa nada de cara a la realidad, simplemente es una frontera psicológica que nos permite colocarnos en una línea de salida ficticia a la que nos dirigimos en un ejercicio de catarsis. Las consecuencias de esto espero que sean un poco diferentes de las descritas en la felicitación de mi amigo.

Tiendo a pensar que la realidad solo se cambia con trabajo y una firme creencia en lo que se hace. Llevamos demasiado tiempo abordando pero no resolviendo problemas que urgen su resolución o al menos encontrar vías de solución. Ello requiere de un consenso respecto a que los problemas existen y de la necesidad de resolverlos.

Algunos de estos problemas, no sé si los más importantes, pero sí de cierta relevancia es por ejemplo; la necesidad de materializar el derecho de todos a los bienes básicos para tener una vida digna. Quizás este asunto pueda parecer muy genérico y abstracto, pero es básico para un mundo con cierto futuro.

Abordemos alguna cuestión más concreta. La necesidad de eliminar todo atisbo de discriminación sobre la mujer con una legislación precisa, concreta y con medidas legislativas que desanimen al más pintado a cometer el mínimo desliz en este campo. En materia de violencia de género algo de lo mismo. Podemos también hablar de tomar en serio de una vez el tráfico de esclavos del siglo XXI que representa la inmigración ilegal. Está igual de organizado que siempre la trata de esclavos, con unos traficantes que se llenan los bolsillos, unas víctimas, muchas sexuales, y una red criminal internacional que da soporte a toda esta lamentable vergüenza para la comunidad internacional.

Podemos seguir deseándonos Feliz Año, pero nada cambiará si no aprovechamos los desgraciados momentos que estamos viviendo para cambiar, primero nosotros y luego aquellas cuestiones que nos rodean y que todos sabemos que están mal, muy mal y no hace falta irse a grandes cosas. Está mal que sepamos que nuestro vecino está solo o pasando necesidad y miremos para otro lado. Busquemos puntos de encuentro, busquémonos los unos a los otros, aunque sea por propio interés.

tracking