Diario de León
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JUAN DANIEL RODRÍGUEZ PORTAVOZ DE LOS 300 DESPEDIDOS DEL ECYL EN CASTILLA Y LEÓN
León

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Hasta hace una semana he estado atendiendo a parados en una oficina de empleo de una zona minera de la provincia de León. Durante casi nueve años he intentado ayudar a los de-sempleados, dándoles consejos de dónde acudir a buscar trabajo, gestionando las pocas ofertas que han entrado en la oficina, saliendo a visitar a las empresas para animarles a que intermediaran con el Servicio Público de Empleo Autonómico —Ecyl— un servicio público gratuito y de calidad… Pero sobre todo lo que más he hecho es escuchar. Siempre he tenido claro que quien entraba por la puerta de oficina de empleo traía un problema, y gordo. Personas con hijos, hipotecas y multitud de gastos que de pronto se veían en la miseria del paro. He informado y ayudado a tramitar las prestaciones contributivas a quienes tenían derecho a ellas; les he informado de los distintos subsidios posibles para los colectivos que no alcanzaban el nivel contributivo y he orientado a otros muchos para que soliciten ayudas como el PIE, el Prodi o el Prepara como últimas posibilidades. Pero he escuchado verdaderos dramas de personas paradas que no cobraban nada y que requerían simplemente de atención. Cuando entré a trabajar en el Ecyl, cuando la Junta me contrató por obra o servicio en noviembre del 2003, realicé varios cursos de formación para aprender a atender al público. Así supe lo que era la asertividad, el ponerse del otro lado, del que llega con el problema. Creo que en estos casi nueve años he logrado contactar con la gente, a muchos les he convencido de que una buena opción durante la etapa de parado era formarse, reciclarse, realizar cursos para aprender o perfeccionarse. A otros cuantos simplemente les he infundido la esperanza de no desfallecer, de dedicar 8 horas de ‘trabajo’ cada día a buscar trabajo, visitando empresas o perdiendo el miedo a Internet y entrando en los portales de empleo. No recuerdo a nadie que se fuera dando un portazo de la oficina a pesar de que cuando entraron les temblaran las manos de miedo.

Pero hace una semana me llamaron de la Gerencia del Ecyl en León para darme la carta de despido, aunque ellos se empeñen en que es un fin de contrato, contrato que vencía según la copia que guardo y que acabo de dar a mi abogado el 15 de diciembre de 2004, es decir, que era sobradamente indefinido. Cuestiones legales aparte, lo llamativo es que sea ahora cuando los políticos que dirigen el Ecyl hayan decidido que se ha acabado mi obra o mi servicio, ahora que hay el doble de parados que cuando me contrataron en el 2003. Y para despejar dudas he de decir que antes de contratarme, la Junta sacó una convocatoria de examen al que nos presentamos 2.500 personas y que realizamos en la Facultad de Económicas de Valladolid. Debíamos ser al menos diplomados universitarios y tuvimos que aportar méritos y experiencia con vida laboral. De esos 2.500 fuimos 100 los que nos hicimos con los primeros puestos y que nos encomendaron la misión de echar a andar y modernizar el Servicio Público de Empleo que nació el 1 de enero del 2004 en las 54 oficinas de empleo de Castilla y León. Por eso mi colectivo se quedó con el nombre de modernos . Además de atender a los demandantes de empleo en los mostradores, inscribirles o renovarles la demanda, he hecho de todo: he gestionado ofertas, talleres de empleo, escuelas-taller, he realizado selección de personal, he realizado acciones de orientación profesional, he registrado contratos, he autorizado a empresas a que registren contratos por Internet, he expedido miles de certificados, he visitado a más de 120 empresas para explicarles las excelencias del Ecyl, he realizado informes para que pudieran cobrar víctimas de violencia de género, he dado charlas en los institutos a los alumnos que acababan la ESO, he buscado a los ayuntamientos y juntas vecinales de la comarca los trabajadores para la campaña de verano, he organizado unos listados de demandantes a los que enviaba puntualmente información a través del correo electrónico, he enviado mensajes a móviles a los parados para citarles en la oficina para alguna oferta o curso de formación y hasta he hecho de jefe de oficina durante un año que estuvo mi jefa de baja por enfermedad, una responsabilidad por la que no tuve ninguna gratificación, ni económica ni verbal.

Y ahora me dicen que mi trabajo ha acabado, que ya no hay dinero para pagar mi nómina, que esto es consecuencia de los recortes. Claro que no se dice el dinero que hay presupuestado para que empiecen a operar las Agencias Privadas de Colocación y las Empresas de Trabajo Temporal. Alguna ya se ha atrevido a anunciar que en breve operará en Castilla y León cuando su autorización aún está encima de la mesa del consejero de Economía y Empleo, Tomás Villanueva, pendiente de la firma. Pero antes de repartir el pastel de este dinero público hay que enterrar al Ecyl, desmantelar las oficinas de empleo por inoperativas que quedan al 50% de la plantilla. Ahora que ya no estamos los contratados laborales y no se puedan prestar lógicamente todos los servicios que veníamos haciendo (hasta el portal de empleo lo llevaban modernos desde Valladolid) y comiencen las colas de verdad para ser atendidos, a los políticos que nos han despedido habrá que darles las gracias por permitir que la iniciativa privada pueda estar operativa para suplir las deficiencias del Ecyl, esas empresas con ánimo de lucro que nos costarán a todos más dinero del que pagamos de nuestros cada vez más altos impuestos y cuyos consejos de administración tendrán un único objetivo: hacer negocio del paro.

Quienes se acercaban a mi mesa los últimos días de trabajo me preguntan si era verdad que me iba a la calle, les respondía que sí y se marchaban contrariados; mi hijo pequeño de 11 años me preguntó por qué me despedían y se me ocurrió responderle que porque estaba haciendo muy bien mi trabajo; pero a quien más trabajo me ha costado comunicarle esta situación es a mi padre, viudo de 80 años. Creo que no ha entendido por qué unos señores a los que él ha votado, como otros muchos ciudadanos de Castilla y León, me han despedido aduciendo a los recortes. Esos políticos nunca sabrán lo que es abrir la puerta de una oficina de empleo, ni tampoco sus hijos, que casualmente tienen todos un buen trabajo y bien remunerado. Para esos señores, con coche oficial, somos pura estadística, unos parados más víctimas de una crisis global, mientras sus sueldos de escándalo no sufren recortes. Yo pasaré uno de estos días por mi oficina de empleo a inscribirme como demandante, solicitar la prestación, y esperar a que alguien quiera escuchar mi problema, el problema que comparto ya con tanta gente de este país. Los lunes estaré al sol y el resto de la semana empezaré a visitar empresas y a colgar currículum en los portales de empleo, pero que no me esperen en las ETT, conmigo no harán negocio.

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