Diario de León
Publicado por
Jesús López-Arenas González, abogado
León

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No le den vueltas; el título está correctamente escrito. Recordarán, sin duda, el «¡manda huevos!» que Federico Trillo, a la sazón presidente del Congreso, pronunciara en marzo de 1997, en la creencia de tener el micro cerrado (y no lo estaba). Sin embargo la expresión que hoy conocemos es realmente una corrupción (una más que más da) del «manda huebos» o del «manda uebos» fetén, el auténtico, que por cierto es expresión netamente jurídica. En origen era «mandat opus», o «la necesidad obliga», y se utilizaba cuando un argumento contundente obligaba a enfocar los hechos de una única manera. Pues en esas estamos. Manda huebos o manda uebos, como prefieran.

Si el ministro (¿queda algo del juez?) Grande-Marlaska no ha dimitido cuando estas líneas vean la luz, y de no haberlo hecho él «voluntariamente», tampoco le ha «dimisionado por pérdida de confianza» quien le nombró, pongámonos en lo peor. Y en lo peor nos pone quien le nombró, que ha tenido (no se me ocurre otro calificativo) la desfachatez de defender a su ministro manifestando que «Le atacan por denunciar la corrupción policial que organizó en su día el Partido Popular». Ahora sí, y me perdonen la licencia: «¡Manda huevos!»

El «manda uebos» fetén, el auténtico, que por cierto es expresión netamente jurídica. En origen era «mandat opus», o «la necesidad obliga», y se utilizaba cuando un argumento contundente obligaba a enfocar los hechos de una única manera

Siendo obligada la reseña que antecede, no quiero detenerme en esta ocasión en individuos. Quiero generalizar, y al hacerlo quiero también respetar las excepciones que, sin duda, tiene que haber. Porque es de justicia contar con esas excepciones, innominadas desde luego, pero excepciones, que haber «háilas».

Y quiero hacer patente el sentimiento de vergüenza, de rabia contenida, también de indignación y, por qué no decirlo, de pena, que por lo que oigo, leo y escucho, tenemos una buena parte de los españoles. Nuestra clase política no ha estado a la altura de las circunstancias, y por lo que se ve, que es lo peor, «tampoco se la espera».

España, como el resto del mundo, padece desde hace casi tres meses, una pandemia inesperada, y brutal. Más de 40.000 personas han sucumbido al virus. Muchas de ellas hicieron posible lo que la gran mayoría venimos disfrutando desde hace años y que ahora se tambalea. Podían haber sido muchos miles menos. ¡Qué pena!

Están por ver las consecuencias en el orden económico (aterran las prediciones) así como en el ámbito social y laboral. Veremos lo que nos depara el próximo otoño, pero sin duda no va a poder a ser posible la expresión tan popular de la misma década del siglo pasado: Los felices años 20...

Y mientras, nuestro Parlamento, con una mínima asistencia presencial (me pregunto si la asistencia telemática devenga dieta -a chufla lo toma la gente, que diría el Piyayo-), se convierte en un escaparate vergonzante y ejemplo de lo único que no puede verse en ese escenario: pésima educación, insultos, amenazas, una presidencia ausente, descalificaciones y lo más grave para quien es magistrado, mentiras. Y si todo eso fuera poco, un Parlamento carente de soluciones e incapaz de sugerir lo que los españoles han demostrado en proporción harto respetable: ¡unión!. ¿Para qué están ahí, señorías? ¿Tan difícil es servir a los intereses que juraron, o prometieron, defender?. De nuevo es apropiado, y de nuevo me perdonen, el ¡«manda huevos»!

¿No les da vergüenza ver el esfuerzo de todos los sanitarios (Princesa de Asturias de la concordia), de todas las fuerzas de seguridad, bomberos, personal de la alimentación, del transporte, de la limpieza, voluntarios, y tantos y tantos que, anónimamente, han demostrado ser, por encima de todo, personas, entregando en ocasiones, muchas más de las deseables, hasta su propia vida?. De verdad, ¿no les da vergüenza?

Hasta se insulta con la noticia, tal y como está la situación y por mucho que la propuesta provenga de la mercantil, de que dos exministros socialistas y un asesor de Podemos (este último suscribió en 2018 un manifiesto contra el gas ...) entran en el consejo de administración de Enagas, donde coincidirán con otros tres destacados miembros del PP. Puestos honoríficos por supuesto. El «honor» en 2019 fueron 160.000 euros. ¿No les da vergüenza?

Y mientras en León y provincia todos los sectores implicados en cualquier aspecto de la lucha contra el Covid no han parado ni un solo día de trabajar, y de hacerlo incluso a destajo y con notorio riesgo para su salud (basta examinar las estadísticas reales), mientras la casi totalidad de autónomos, pequeñas y medianas empresas, tratan de adaptarse a las circunstancias y han reanudado su actividad (algunos ni siquiera la detuvieron), mientras un gran número de funcionarios cumple ejemplarmente con su labor (Servicio de empleo, Trabajo, INSS, Agencia Tributaria, etc.), sorprende que otras muchas dependencias de la Administración local, provincial, autonómica y estatal, han permanecido con sus puertas cerradas al público, sin poder evitar referirme a la actividad de los Juzgados de nuestra ciudad. Sonroja la situación, de verdad. Y lo digo con todos los respetos a quienes «han hecho las tareas», se han puesto al día y reiniciaron este lunes la labor, pero al menos en León capital, hasta no hace tanto seguía vetado el acceso al edificio de los Juzgados incluso a los profesionales. Pero no pierdan la esperanza; del 10 al 31 de agosto van a ser hábiles y todo arreglado. ¡Manda huevos!

Y sin embargo ¿saben qué?. Pues que a pesar de todo lo expuesto, y viendo cómo trabajan todos los que antes indiqué ¡Tengo esperanza!. Y es que en palabras de Unamuno «Con maderas de recuerdos armamos las esperanzas», esa esperanza de la que Khalil Gibran decía «En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche viene una aurora sonriente». Así que, ya saben «¡Manda huebos!» o si lo prefieren «¡Manda uebos!», y no me pierdan la esperanza.

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