Diario de León
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El devenir del calendario nos ha situado en el mes de febrero. Y, por ende, el año litúrgico nos anuncia la popular fiesta de La Aparición, que cada nueve de febrero rememora y conmemora la parroquia de Nuestra Señora del Mercado y del Camino, la Antigua, de León. Aunque en esta ocasión la pandemia obliga a la suspensión de los actos que en torno a la citada celebración suelen programarse, por otra parte, los oficios litúrgicos tendrán plena vigencia, ajustados, como es de razón, a las restricciones impuestas por la situación sanitaria.

Como se sabe, el origen de esta festividad hunde sus raíces en una fecha concreta: 9 de febrero del año 560. Acredita la tradición que en el crucero que se alza en la plaza de Santa María del Camino, la popular plaza del Grano, había unos prados. Y allí, entre la asperidad de una zarza, se apareció la Virgen Santísima a un pastor, declarándole su deseo de ser honrada en este lugar. La piadosa escena está reproducida en un fresco de la sacristía del citado alcázar mariano.

‘La Antigua del Camino’ es talla gótica, sedente, posiblemente de finales del siglo XV. Esculpida en madera de peral, representa a María, en el monte Calvario, al pie de la cruz. Mientras contempla desde la serenidad más dolorosa el cuerpo del Hijo del hombre que sostiene entre sus brazos, el sufrimiento anubarra su rostro de tristeza. La autoría de la imagen es anónima. No obstante, Arturo Álvarez Álvarez, de la Sociedad de Escritores y Artistas, en la revista Tierras de León, números 32 y 33, de fecha 31 de diciembre de 1978, [pg. 45], ha dicho de este tenor: «Y aunque carecemos de todo documento que nos ayude a buscar su origen, el exacerbado patetismo y expresividad de la Virgen, el quebrado de sus vestidos y otros detalles, tal vez podrían llevarnos a pensar en la influencia de la escuela borgoñesa del holandés Claus Sluter (1340-1406), habiendo podido salir, quizás, del taller de su discípulo Jannin de Lomme, que trajo a Castilla y a Aragón su estilo y modos escultóricos. Por supuesto, creemos se trata de una pieza muy superior, artísticamente hablando, a la que, un siglo más tarde, tomaría su nombre y copiaría el modelo, en las afueras de León».

Una calle de la Chantría, que tiene por título «nueve de febrero», así lo corrobora. La devoción a esta venerada imagen es manifiesta

Ciertamente, contemplando a esta sagrada imagen, los versos de duelo, tomados de las Lamentaciones de Jeremías, (cap. 1, ves. 2), «vosotros, todos los que pasáis por el camino/ atended y ved si hay dolor como mi dolor…» identifican a esta Antigua del Camino. Máxime este año, que es Año Santo Compostelano.

Santa María del Camino, la Antigua, es viva piedad leonesa. Virgen de rogativas, en distintas ocasiones, ha sido auxilio y consuelo de los leoneses ante las calamidades públicas que han azotado a esta urbe Regia. Constata este hecho, por vía de ejemplo, la fundación en 1664 de la Compañía de la Zarza, canónicamente establecida en la parroquia del Mercado en honor de esta Santa María del Camino, a raíz del memorable beneficio de la lluvia, obtenido en mayo del año anterior, según la creencia del pueblo leonés, gracias a la intercesión de esta sagrada imagen. Asimismo, lo refrendan, entre otras, las visitas realizadas a la S.I. Catedral, el 26 de mayo de 1715, por la pertinaz sequía, y el 23 de septiembre de 1804, por la peste reinante.

El fervor legionense por esta venerada imagen quedó patente el 26 de marzo de 1738 con la fundación de la Congregación de Esclavos de los Dolores de María, erigida en este antiguo templo de Santa María de los Francos, incardinado en pleno Camino Francés, con el fin de recordar y venerar los «Dolores de la Santísima Virgen». Mons. José de Lupiar y de Roger ocupaba la Silla de San Froilán.

Como he dicho al comienzo de estos renglones, este año los rangos festivos de la La Aparición están limitados por la situación sanitaria en que estamos inmersos. De cualquier manera, el volteo de las campanas parroquiales anunciará la fiesta y, por supuesto, la celebración de la eucaristía. El ramo leonés, semicircular, ornado con naranjas, sello externo y distintivo de la festividad, engalanará la puerta del templo. Y en los hogares de la popular barriada, el arroz con leche será el postre oficial, como lo ha sido desde pretéritas centurias.

La fiesta de La Aparición es una estampa tradicional firmemente arraigada en los anales legionenses. Una calle en el barrio de la Chantría, que tiene por título «nueve de febrero», así lo corrobora. La devoción de la ciudad de León a esta venerada imagen es manifiesta. Y tiene confirmación visible y testimonio multitudinario cada Viernes de Dolores, festividad litúrgica considerada pórtico de la Semana Santa de esta antigua capital del Viejo Reino.

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