Diario de León

Memoria berciana y astorgana de Antonio Trobajo

Publicado por
Antolín de Cela, director de la Basílica de la Encina de Ponferrada
Ponferrada

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Algunos sacerdotes, responsables de la atención pastoral a santuarios, nos sentimos agobiados cada año, para buscar compañeros dotados de profunda vida espiritual y especial habilidad para anunciar la Palabra de Dios, a la hora de celebrar el ciclo de las Novenas y fiestas patronales. En este sentido, recuerdo haber hecho a mi buen amigo José Román Flecha, hace ya más de 30 años, una pregunta interesada sobre si él conocía algún sacerdote, al que yo pudiese encargar la predicación de la Novena de Ntra. Sra. de la Encina. La respuesta no se hizo esperar: «Invita a Antonio Trobajo.» Y así aconteció con un éxito sobresaliente.

Su anuncio evangelizador estaba enraizado en el Evangelio pero sin perder nunca de vista el compromiso del creyente con la vida real y el mundo social del trabajo. Pronto me día cuenta que aunque para mi parroquia su nombre era desconocido no lo era para la calle donde eran muchos los que se acercaban a saludarlo porque les había dado clase en Magisterio, les había casado en Tejerina o se «sentían tocados por su amor a la montaña.» Le veían como un cura para todos. Su popularidad en aquellas novenas, como suele decirse, arrasó.

Posteriormente seguimos tratándonos de vez en cuando, especialmente en las reuniones de Pastoral que los obispos de la Provincia Eclesiástica organizaban en la asturiana casa de ejercicios de Celorio. A ella acudían entonces los obispos, vicarios generales y los que teníamos la responsabilidad de estar más cerca de la gente ejerciendo los cargos de vicarios episcopales de zona y algunos arciprestes.

Entre los obispos destacaba el anfitrión, el Arzobispo de Oviedo D. Gabino Merchán, lleno de realismo histórico y prestigio. Junto a él ocupaba su puesto el Obispo de Astorga D. Antonio Briva Mirabent, hombre especialmente docto y capaz de velar, simplemente con una sonrisa, de que nuestro deseo de llegar al hombre de hoy no nos apartase de la doctrina de la Iglesia.

Y entre los vicarios generales, sobre los que casi siempre recaía la organización de aquellos eventos pastorales que tanto enriquecían entonces la vida de nuestras diócesis, había que recordar especialmente a tres: Marcos Lobato Martínez por Astorga; Carlos Osoro Sierra —(actual Cardenal de Madrid)— por Santander y a Antonio Trobajo Díaz por León. Todos rezábamos, convivíamos y trabajábamos en torno a las ponencias propuestas pero en todo momento se notaba la capacidad de resumir y llevar a cabo síntesis que posibilitaran el acuerdo común, que hicieran avanzar las discusiones, que resumiera lo apoyado por tantos…Eso era tarea del vicario general de León. Antonio tenía el don y la capacidad de crecerse ante un simple encerado, dominaba a la perfección la pedagogía de la dinámica de grupos que le ofrecía estrategias suficientes para resumir, dejando de acuerdo a varios grupos. Se le notaba competente y le admirábamos por su capacidad de respeto y cohesión.

A partir de entonces nos unió una profunda amistad crecida al paso del tiempo con un trato entrañable. Sus inquietudes periodísticas le llevaron en ocasiones a presentar en la prensa leonesa una especie de «diario semanal» de los acontecimientos de la iglesia en la provincia de la que nunca excluyó a nuestra diócesis astorgana, es más, repetidamente y en público, manifestó su aprecio y estima para con nosotros.

Siga viva e intercediendo por nosotros desde el Cielo «su alma montañera y ferroviaria». Y es que, Antonio Trobajo también era querido en la Diócesis de Astorga.

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