Diario de León
Publicado por
Pedro G. Trapiello
León

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LA CUNA cazurra que te arrolló tiene el patín judaizante, el testero sarraceno y la mullida latina-sueva-francona-navarra-lombarda-sajona-goda-normanda-galaica-bretona-vasca-germana... dile europea (lo astur, ni aparece), pero el tercio de nuestros genes es moro y judío, según contaba anteayer en estos papeles Marco Romero haciéndose eco de un trabajo publicado en el American Journal of Human Genetics que determina que hay mucho plasma africano en la «impureza» genética del leonesín que se piensa hijo directo de la pata de atrás del caballo de Alfonso VI y de un criado mimado que se tiró a doña Urraca por la puerta de atrás. Tururú. Somos -menos mal- unos mil leches de tomo, lomo y catre. Por aquí pasó todo el mundo asaltando... y fornicando sin duelo. Es incontestable. Y en ello radica nuestro capital humano, nuestra riqueza genética, la espabilada listura de la bastardía o la resistencia de una soga de siete cabos dobles. Curioso es también que los asturianos, tan enclaustrados en su laberinto, tan suyos, tengan la mayor proporción de genes judíos de toda España, un cuarenta y cinco por ciento, más aún que todo su rastro europeo. Si investigan a don Pelayo, quizá le salga un talmud bajo el sobaco y un apellido borrado que decía Ben Gurion... La cosa de avasallar y de mezclarse empezó a lo bestia con la llegada de romanos, que no eran romanos mayormente, pues aquellas legiones estaban formadas por mercenarios africanos lo que más, pura ralea y purrela de todos los confines conquistados por Roma. Qué tropa. Qué ganao. Y como eran todos legionarios y ninguna legionaria, imagina a quién nombraron puta poniendo además la cama... No hay tanto rastro africano en las gentes del sur que subieron en el Mediohuevo hasta aquí, porque cordobeses o toledanos eran mozárabes de cultura, pero hispanos, cristianos viejos. También hubo moriscos desplazados, pero pocos (al gran concejo de Burón, por ejemplo, llegaron sólo dieciocho) y mudéjares que aquí se plegaron a la circunstancia y amparo eclesiástico para ladrillear y artesonar... y quilar. ¿Y las hijas de la nobleza cazurra que las casaban con el moro pijo metiendo africanía a estos condados?... ¿Y por qué se llamaron judías a las alubias? Ay, juasús, juasús, dice Agripina... ¡cuánto polvo y cuánto lodo!.

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