Diario de León

Mito y realidad del Pacto Federal Castellano

Publicado por
Carlos Javier Salgado Fuentes
León

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Uno de los hechos históricos que tradicionalmente ha venido esgrimiendo el pancastellanismo, de cara a intentar incluir en su imaginario de Castilla a la Región Leonesa, ha sido aludir, como si de la Biblia se tratase, al Pacto de Valladolid de 1869, también conocido como Pacto Federal Castellano.

Sin embargo, resulta conveniente analizar el contexto en que se desarrolló este mitificado pacto, para conocer qué fue en realidad y cómo surgió. En primer lugar, cabe indicar que el denominado Pacto Federal Castellano no tuvo un recorrido institucional propiamente dicho, dado que fue en realidad un documento interno del Partido Republicano Federal, emanado de la reunión celebrada en la ciudad de Valladolid el 15 de junio de 1869, a la que acudieron representantes de dicho partido procedentes de diecisiete provincias, firmando el mencionado documento.

Por otro lado, ha de señalarse que dicho pacto no nació como consecuencia de un nacionalismo castellano emergente o de una profunda conciencia castellanista, como suele dar a entender el pancastellanismo. En este aspecto, la realidad histórica nos muestra que formaba parte de una serie de cinco pactos internos suscritos en el seno del mencionado Partido Republicano Federal, siendo el tercero de ellos. Así, el primer Pacto Federal firmado por miembros de dicho partido fue el de Tortosa, el 18 de mayo de 1869, mediante el cual planteaban la federación de Cataluña, Valencia, Aragón y las Islas Baleares en un mismo ente federado.

Lo planteado en el Pacto Federal de Valladolid o Castellano en 1869 nunca fue aprobado por las instituciones de la Región Leonesa, las cuales tampoco apoyaron el proyecto de Constitución de 1873

A este Pacto de Tortosa le siguió el Pacto Federal de Córdoba, firmado el 11 de junio de 1869, mediante el cual el Partido Republicano Federal proponía la unión de Andalucía, Extremadura y la provincia de Murcia bajo un mismo estado federado, al cual seguiría, el 15 de junio, el Pacto Federal de Valladolid, que hacía lo propio para las regiones de León, Castilla la Vieja, Castilla la Nueva y la provincia de Albacete.

Tras estos tres pactos internos, aún se suscribieron dos pactos federales más en el seno del Partido Republicano Federal, el de La Coruña (también conocido como Pacto Galaico-Asturiano), el 18 de junio de 1869, que proponía la unión de Galicia y Asturias, y el de Éibar, el 23 de junio de 1869, que planteaba la de Vascongadas y Navarra en un mismo ente federado. De esta manera, a tenor de los pactos federales suscritos en mayo y junio de 1869 por miembros del Partido Republicano Federal, esta formación planteaba una España formada por cinco suprarregiones o estados que conformarían una república federal, y que vendrían a coincidir grosso modo con las áreas este, sur, centro, noroeste y norte de España.

En todo caso, al ser un proyecto de unión de diversas regiones entre sí, que afectaba a toda España, resultaría absurdo hacer una lectura de regionalismo pancastellanista del Pacto Federal de Valladolid de 1869 como viene haciéndose en las últimas décadas. Y es que, ni el pacto rubricado en la capital del Pisuerga fue el primero de los planteados por dicho partido, ni surgió con un ánimo real de crear una hipotética nación castellana (como da a entender el pancastellanismo), sino que buscaba más bien reducir el número de estados a unir en el proyecto de federación española que planteaba el Partido Republicano Federal.

En este aspecto, puede afirmarse que ni existía entonces un nacionalismo pancastellano como el que lo mitifica actualmente, ni existía un nacionalismo gallego-asturiano en base al pacto de La Coruña, ni un nacionalismo andaluz-extremeño-murciano sobre el pacto de Córdoba, ni uno aragonés-catalán-valenciano-balear sobre el pacto de Tortosa. Simplemente fueron la propuesta de un partido para intentar rediseñar el territorio español de cara a la federalización del mismo.

Por otro lado, cabe indicar que cuatro años después, cuando el proyecto de Constitución de 1873 planteó la posibilidad de unir las regiones de León y Castilla la Vieja en un mismo ente federado denominado simplemente Castilla la Vieja, la propuesta desde tierras leonesas no fue precisamente bien acogida. Así, apenas unos días después de hacerse público dicho proyecto, las ciudades de Salamanca y Béjar se rebelaron declarándose cantones independientes, mientras en León los diputados rechazaron la idea señalando que el Reino de León debía tener su propio ente federado separado de Castilla.

Para concluir, cabe señalar que, más allá del mito, lo planteado en el Pacto Federal de Valladolid o Castellano en 1869 nunca fue aprobado por las instituciones de la Región Leonesa, las cuales tampoco apoyaron el proyecto de Constitución de 1873, que pretendía borrar del mapa regional español al antiguo Reino de León, quedándose en mero proyecto, permaneciendo con ello vigente el Real Decreto de 1833 que recogía una Región Leonesa conformada por las provincias de Salamanca, Zamora y León.

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