Diario de León

La mujer leonesa y la lucha por la igualdad

Publicado por
Teresa Fernández, concejala de UPL en el Ayuntamiento de León
León

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Hay pocas dudas de que la figura del Infantado, que ostenta la Infanta Sofía en la actualidad, nació en el Reino de León. Fue creada por el rey Ramiro II para su hija Elvira, entre 931 y 951. Esta figura, un poder destacado en las largas ausencias de los reyes guerreros, recibía su dotación de la propia Corona. Aunque las sociedades cambian con el paso del tiempo y sin entrar en otro tipo de valoración, todo lo que sucedió desde el Infantado Leonés hasta hoy pone de manifiesto que la mujer leonesa era sujeto de valores desconocidos en otros reinos. Además, es una de las aportaciones diferenciales de la Corona Leonesa a lo que más adelante será la mujer en la Corona de España.

Para Elvira, se ordenó construir el Monasterio de San Salvador de Palat de Rey, un centro de poder regio entonces. Lo conservamos y admiramos en la actualidad como una joya arquitectónica del siglo X. Contiene una de las pocas cúpulas de gallones que se conservan del Prerrománico Leonés, la mayor, lo que habla de su magnificencia. En consecuencia, Elvira no solo fue Infanta y monja, si no mucho más: se hizo cargo de la Regencia del Reino de León mientras su sobrino, Ramiro III, fue menor de edad. Elvira representa a una magnate del siglo X en el marco de los valores de la mujer en el Reino de León.

En 1017, menos de un siglo después, Alfonso V decreta el Fuero de León. Se trata del primer conjunto legal unitario, que aúna los preceptos y leyes territoriales del medievo leonés, concentrándolos en un único documento. Además de su importancia como hito legislativo, reconoce un novedoso trato hacia las mujeres leonesas. Encontramos extraordinarias disposiciones que protegen a la mujer y sus bienes dentro del matrimonio, que especifican el derecho de la mujer a heredar, que legislan sobre la propiedad privada (la femenina también), la inviolabilidad del domicilio (donde reside preponderantemente la mujer porque los hombres guerrean) y la inmunidad de la mujer cuando su marido estuviera ausente. Esta legislación venía a reconocer derechos de las mujeres del Reino de León que no se correspondían con los de sistemas feudales que imperaban en otros lugares no tan lejanos.

Hija de Alfonso V, la infanta Sancha accede al trono leonés a la muerte de su hermano Vermudo III, veinte años después del Fuero. Casada con el conde de Castilla, Fernando, éste reinó como consorte. Es la primera Reina que interviene directamente en los asuntos de la Corona de León y firma los documentos regios como Reina de León y esposa del Rey. Mujer muy activa, otorga privilegios y fueros a pueblos y monasterios, actuando muchas veces en nombre propio.

Activa defensora de la tradición leonesa, ejerció toda su influencia para que se construyera el Panteón Real en San Isidoro de León y no en el condado de Castilla, como pretendía Fernando. Fue la promotora del traslado de las reliquias de San Isidoro desde Sevilla a León. Señora del Palacio Real y gran mecenas del arte, impulsó la apertura a la Abadía de Cluny lo que corrobora su implicación en la religión y en la política internacional.

Por su parte, Urraca I de León, nieta de Sancha, transmisora de la legitimidad en el trono leonés, fue hija de Alfonso VI. Fue la primera reina no consorte que tomó el cetro en la Historia de España. Educada para ser reina, en una época donde en otros territorios se privilegiaba al hombre por encima de la mujer, incluso recibió instrucción militar. Fue una pionera en revelarse contra la violencia de género. La misma violencia de género cuyo rechazo concitó hace unos días la unidad en el Congreso de los Diputados, con la excepción de VOX.

Después de agrios enfrentamientos, se «divorció» de Alfonso de Aragón y ejerció el poder regio en libertad personal, firmando la documentación como dueña, Reina o Emperatriz de España. Gobernó con madurez y estabilidad personal, manteniendo la unidad de la Corona de León frente a las presiones externas. Como un signo de los tiempos, murió de parto precisamente un 8 de marzo de 1164, fecha en la que hoy celebramos el día de la mujer.

He centrado esta exposición en tres mujeres leonesas muy relevantes de la Historia y en su reconocimiento en la legislación de aquella época, para hacer hincapié en que la lucha por la igualdad de las mujeres no empezó ayer; para dejar patente que León tuvo y tiene un papel fundamental en el camino de los derechos de la mujer hacia la igualdad y en el legado que desde el Reino de León se realizó a nuestro país y que todos los españoles deberían conocer.

No hay vuelta atrás. La lucha por la igualdad llega a todos los rincones. Las mujeres del mundo, también las leonesas, hemos levantado la voz para que se reconozcan nuestros derechos y libertades en igualdad. Las leonesas tenemos referentes de los que sentirnos orgullosas cuya enumeración sería larga: esposas de arrieros, de pastores, mujeres con voz en el concejo; luchadoras que, a su manera, han sido pioneras en la defensa de nuestros derechos. Heroínas sin nombre que nos han transmitido dignidad, entereza, autonomía y el orgullo de pertenecer al género femenino y a la colectividad leonesa. Mujeres implicadas en el porvenir y la seguridad de nuestras hijas e hijos, en el devenir de nuestra tierra, en el futuro de nuestras familias, en la sociedad y cada vez más en la política, en la que he encontrado entre mis compañeras un filón de ánimo, fuerza y compromiso con las mujeres y con el futuro de León admirable.

Que la violencia de género existe es un hecho reconocido en el mundo desarrollado, una lacra con la que hay que terminar. Debemos seguir trabajando para dejar de morir por el hecho de ser mujeres, para alcanzar el respeto que merecemos. Seamos fuertes como nuestras predecesoras leonesas, sigamos reclamando la igualdad a la que tenemos derecho como seres humanos, luchemos, desde la paz y la constancia, por eliminar todas las diferencias que aún existen, todas las barreras que aún tenemos que derribar. Sintamos el orgullo de ser mujeres, de ser leonesas y protagonistas de la pugna histórica por nuestros derechos arrebatados. Solo así, podremos contribuir a reinventar una sociedad en la que todos sus miembros, independientemente de su género, puedan desarrollarse en plenitud. Solo así conseguiremos sociedades desarrolladas, avanzadas y felices en su conjunto.

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