Diario de León
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Los pregoneros de la izquierda detestan al llamado Mercado y lo suelen presentar como una horda de especuladores sin escrúpulos, dirigidos por una camarilla de supermillonarios, solo atentos a maximizar sus beneficios. Esta imagen dantesca es una falsedad total que solo enmascara sus verdaderas intenciones: presentarse como redentores de los oprimidos a los que supuestamente saquean esos especuladores siniestros.

Y la falsedad es total porque del Mercado formamos parte todos, todos, al menos los que tiene una cuenta en el banco, porque ese caudal en depósito lo emplea el banquero para invertir en cualquiera de los mercados del mundo.

Lo paradójico es que los pregoneros de izquierda no dudan en pedir un préstamo al banco si lo necesitan, es decir, acuden al mercado para conseguir sus deseos como es lo propio del capitalismo que dicen detestar: proporcionar dinero a quienes no lo tienen por medio de préstamos para que cumplan sus objetivos. Así de fácil, así de útil es el capitalismo, eso que dicen que destruye el mundo.

Y los gobiernos de izquierda, derrochadores «per natura» como mandan sus cánones, acuden mas que encantados al mercado para financiar al Estado. Ahí vemos este Gobierno que ha elevado la deuda al 150 por ciento del PIB un billón y medio que tendrán que pagar los españoletes con sus impuestos, les guste o no. A no ser que el Estado se declare en bancarrota, España lo ha hecho 20 veces, se niegue a pagar las deudas y se convierta en un leproso al que nadie prestara un euro a no ser que pague unos intereses del 20 por ciento, Así se nutren las calamidades tipo Argentina, Rusaia, Turquía, Zimbaue..

El Mercado, que somos todos los que tenemos algún ahorro en el banco, es el tribunal mas diligente para valorar la trayectoria de una economía y su dictamen con la española es concluyente, mas que suspenso, muy deficiente

Pues bien el Mercado, que somos todos los que tenemos algún ahorro en el banco, es el tribunal mas diligente para valorar la trayectoria de una economía y su dictamen con la española es concluyente, mas que suspenso, muy deficiente. Y ¿dónde se hace esta valoración? No en las agencias de rating que de momento nos disculpan el desastre por la confianza que depositan en el control de Bruselas. No, en un jurado más simple: los índices bursátiles. Y ¿ qué sentencia ese sabio jufrado?

Todos los índices de los países desarrollados, con gobiernos decentes, de economía ortodoxa, se encuentran rayando los máximos históricos, Japón, Corea Sur, Taiwan, EE UU Australia, Canada, Suiza y también los grandes países de la Unión Europea. Excepciones gloriosas, los índices de Portugal y España, los dos socios pigs de la Unión dirigidos por gobiernos de izquierda. Ibex español 8.500 puntos, un 40 por ciento por debajo de los máximos de 2006; PSI portugal: 5.500, un 40 por ciento por debajo de máximos.

Los pregoneros de esa izquierda que arruina la economía cuando gobierna con su despilfarro su incompetencia y sus clientelismo suelen consideran la Bolsa como un mercado de malhechores que solo sirve para enriquecer a los mas astutos. La Bolsa, aparte otras funciones, es el termómetro mas fiable de la economía de una país y, como el canario en la mina, es la primera en detecta el grisú de la crisis y la primera en tirar cohetes por las recuperaciones. Porque en la Bolsa los intervinientes se juegan sus dineros, como trapecistas sin redes, y el mercado nunca perdona.

Lamentable sería recordar la larga lista de empresas nacionales de primer rango que vegetan arrastrándose con cotizaciones paupérrimas, a niveles de saldo, lejísimos de sus épocas de esplendor. BBVA a 4 euros, máximo, 20; Santander, 3 euros, máximo 15; Telefónica, 4 euros, máximo 35; Repsol 10 euros, máximo 15; Endesa 15 máximo, 44, ACS, 22 euros, máximos, 45; .

Qué decir de la larga lista de empresas despeñadas en la insolvencia, Seda Barcelona, Indo, Banco Popular, Abengoa, Deoleo, Pescanova, Gowex, Y la otra larga lista de empresas atrapadas en un sórdido decadencia, Técnicas Reunidas, Arcelor, Sacyr, Colonial OHL.

Es el triste «chou» de la economía nacional, hace años boyante, ahora descarriada en una deriva de locos hacia una crisis de caballo que aumentara los intereses de la deuda hasta ahogar las inversiones del Estado y reducirá la cuantía de todas las prestaciones, sueldos, pensiones, beneficios, al menos un 20 por ciento. Nadie se acuerda de los griegos, pero ellos ya sufrieron todo esto: Es el necio precio de dejarse enredar por los falsos cantos de las sirenas sociocomunistas.

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