Diario de León
Publicado por
Francisco J. López Rodríguez, profesor
León

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En determinadas efemérides se aprovecha para conceder medallas o galardones a personas que han destacado por la ciencia, la cultura, el deporte, etc. Se condecora a los miembros de las fuerzas de orden público, a los miembros de las fuerzas armadas después de la batalla. Pero hay héroes y heroínas todos los días del año que están salvando lo más sagrado del ser humano que es: la vida y, a estos, no se les pone ninguna condecoración. Estos héroes, heroínas, hoy son los: médicos, las enfermeras, todos los sanitarios etc. Que en algún momento se les ha cuestionado e inclusive se les vilipendia.

Hace unos años, un importante político pronunció, creo que en enajenación mental, que los médicos deben andar en alpargatas. Es decir, la clase médica debía de ser un grupo privilegiado con muchos derechos y con grandes estipendios. Pudiera ser que era una clase respetada por los ciudadanos y podría ser envidia de muchos. A lo largo del tiempo y, llegando a nuestros días, esa clase «privilegiada» ha sido denostada y ha ido perdiendo el respeto y solo admirada cuando se la necesita.

España ha regado el mundo de galenos y ha preparado a los mejores profesionales para que otros países se beneficien de la inversión. En total, en los últimos cinco años España ha perdido hasta 16.481 que han puesto rumbo al extranjero

Pues bien, hoy ser médico es el resultado de un esfuerzo. Hay que decir que es una de las carreras más sacrificadas. Para estudiar medicina, los candidatos deben tener una nota media históricamente más de un ocho sobre diez. El grado universitario de medicina es de seis años. Después de finalizar, viene una dura prueba de preparación MIR que, como mínimo, es de un año. Superada la prueba, la duración del periodo de residente es, en general, de cuatro años. Una vez finalizado el periodo de residencia, empieza la peregrinación de los contratos temporales. Es decir, así se estará hasta que las administraciones se dignen sacar las plazas para obtener la condición de fijo.

España ha regado el mundo de galenos y ha preparado a los mejores profesionales para que otros países se beneficien de la inversión. En total, en los últimos cinco años España ha perdido hasta 16.481 médicos que han puesto rumbo al extranjero, unos datos que reflejan la precaria situación de los profesionales médicos españoles y, en especial, la de los más jóvenes. Debido a esta situación histórica, el médico español, la enfermera, se han acostumbrado a coger lo que se lo ofrece, aceptar los contratos más indignos, bajar las orejas, atarse las alpargatas, y, además, congratularse de por fin tener trabajo. Lo triste es que la situación de oferta y demanda ha cambiado drásticamente, pero la actitud del médico, no. Ante muchas plazas que no se llenan, el médico estaría actualmente en una situación privilegiada para imponerse y exigir unas condiciones de trabajo dignas pero tantos años de pisoteo por parte de gobiernos de todos los colores han hecho una profunda mella en su autoestima.

Los médicos con plaza en propiedad continúan siendo casi una minoría y sin embargo prevalecen de una u otra forma los contratos basura. La inseguridad respecto a tu puesto de trabajo es una tragedia personal en cualquier ámbito laboral pero el maltrato sistemático a la profesión médica y enfermera es también reflejo de un sistema absurdo. Una buena sanidad es un bien social, no un lujo.

En otro orden, el médico no puede hacer huelgas, el médico es un sacrificado del sistema, tiene que estar al pie del cañón. El médico no puede salir a la calle a reivindicar lo que es suyo porque su trabajo no se lo permite. Al médico, en su trabajo, se le ha quitado el distintivo. Se le ha encasillado en el mismo rasero que el resto del personal. Se iguala por abajo a todo el personal sanitario y no sanitario.

Hoy, ante la pandemia del coronavirus, las administraciones, en franco arrepentimiento, se estarán acordando de aquellos de más de quince mil médicos que se han ido a otros países. Pueden ser que algunos por las condiciones económicas pero, la mayoría, porque este país los ha lanzado, como otros muchos, a la emigración.

Hoy, ante esta enfermedad, se les eleva a la categoría de héroes y heroínas. Hoy España y los españoles despertamos de un largo sueño y empezamos a valorar lo que es nuestro. Esta es quizás, por desgracia, el sentir de los españoles. Solo nos acordamos, como se suele decir, de Santa Bárbara cuando truena. Esto ocurre en política, cuando destruyen un país nos damos cuenta de que los que nos gobernaban no eran los más idóneos y, se advertía, pero preferimos destruir lo hecho y volver a empezar.

Hoy, los españoles salimos a las ventanas para aplaudir y agradecer a la clase sanitaria el trabajo que están realizando ante este mal que nos acongoja. Hoy, muchos españoles, están pensando en una maldición divina. Hoy los españoles estamos pensando en Sodoma y Gomorra. Yo no sé qué pecados ha cometido el mundo, pero está sumido en la tragedia. Hoy, estamos pendientes de los médicos.

Desde aquí lanzamos una voz en favor de los héroes y heroínas de la sanidad española y, junto a los médicos, están como personal imprescindible: enfermeros, enfermeras, auxiliares de clínica, celadores, celadoras, conductores y técnicos de ambulancias, a todos los que hacéis posible que con vuestras armas combatáis este mal que acosa a la humanidad entera. Gracias. Este agradecimiento va para ellos, para ellas. España entera está pendiente de vuestra sabiduría de vuestro buen hacer. Hoy, todos los españoles damos gracias a nuestros héroes y heroínas Hoy, quizás los españoles despertemos de que tenemos la mejor medicina del mundo, los mejores medios, los mejores hospitales, los mejores profesionales. Pero después que pase esta tormenta, por desgracia, dejará el campo de batalla con muchos heridos.

No olvidemos que esos héroes y heroínas siguen velando por la salud de todos los españoles. Estos profesionales de la salud, seguro que no quieren medallas, seguro que no van a salir en ningún Boletín Oficial, distinguiéndolos con ninguna medalla. Pero los españoles ya les hemos distinguido con lo mejor que tenemos: el aplauso. Que no sea el aplauso de fin de la obra que bajó el telón. El aplauso a los profesionales de la medicina es todos los días porque su obra nunca acaba. Hoy es el Cov-19, mañana será otra tragedia. Pero los profesionales sanitarios siempre están de guardia. A todos los héroes y heroínas de la sanidad, el pueblo español por vuestra entrega, os da: las gracias, muchas gracias.

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