Diario de León
Publicado por
Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo
León

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En las últimas semanas estamos viendo en las redes sociales y en los medios de comunicación un creciente número de vídeos de osos captados en carreteras o en el entorno de pueblos del Alto Sil leonés. Estos vídeos, profusamente difundidos, junto a los comentarios que los acompañan y algunos titulares del tipo «Los osos campan por los pueblos a sus anchas» están trasladando a la opinión pública una percepción errónea. Nos sentimos obligados a aclarar con rigor esta situación, y especialmente a denunciar la proliferación de coches recorriendo por las noches estos pueblos a la caza de imágenes de osos que se acerquen a comer de los frutales ubicados en los entornos de estas localidades. Tan sólo en una de las últimas noches hemos contado seis vehículos en una única localidad.

Estos vehículos circulan arriba y abajo por las calles, o están estacionados a la espera de inmortalizar con los móviles a algún oso y conseguir su minuto de gloria en las redes sociales. Estas prácticas, como la de poner miel en un contenedor de basura para atraer osos y hacerles fotos, detectada el año pasado, son poco edificantes, revelan una gran irresponsabilidad y pueden facilitar incidentes con los osos.

Ya hemos desmentido recientemente que los osos se paseen por los pueblos como si fueran «unos vecinos más», que causen estragos en la ganadería y que los vídeos citados reflejen una situación anormal que deba alarmar a nadie, pero creemos conveniente incidir en las razones en que nos apoyamos para afirmarlo. En primer lugar, todos estos vídeos muestran escenas de incursiones en poblaciones de montaña enclavadas entre unos magníficos bosques de robles y abedules. Lógico es que los avistamientos de fauna no sean una rareza, y a ello ayuda que el furtivismo, que antes era endémico de estos territorios, haya remitido en los últimos tiempos significativamente.

Lo que está ocurriendo estas semanas en el entorno de algunas poblaciones del Alto Sil no se aleja del comportamiento normal de los osos. Como buenos oportunistas, se acercan a los pueblos para hacer lo que han hecho siempre: robar ciruelas, cerezas, higos o manzanas, o miel de los colmenares sin protección. Lo hacen amparados por la oscuridad y el sigilo de la noche, y si son descubiertos salen corriendo. Algún ejemplar joven puede entretenerse más y dejarse ver más fácilmente, pero todos se marchan después de la rapiña. Los osos siempre han buscado la miel y la fruta y la gente de los pueblos lo sabe. También conocen que los daños a colmenares, frutales o ganadería son indemnizados, y que hay líneas de subvención que ayudan a prevenir los daños.

Otra cosa es que debamos estar alerta para detectar cualquier atisbo de habituación en algún ejemplar. En todas las poblaciones de osos del mundo se puede producir este fenómeno, pero siempre se trata de casos excepcionales y en periodos muy concretos, protagonizados por jóvenes osos y osas con crías. Se considera a un oso «habituado» cuando de manera recurrente accede a zonas habitadas en busca de comida y no presenta respuesta de huida ante la presencia de personas. En Laciana y en los vecinos montes asturianos, ya hemos tenido y tenemos algún ejemplar con sospecha de riesgo de habituación. Es entonces cuando los equipos especializados de la Junta de Castilla y León y del Principado de Asturias aplican medidas de disuasión o aversivas (voces fuertes, petardos y disparos con balas de caucho) con la intención de variar el comportamiento del oso. Lo hacen siguiendo las pautas del Protocolo de actuación con osos que es común a todas las comunidades cantábricas y aprobado por la Comisión Estatal para el Patrimonio Natural y la Biodiversidad.

No obstante, en la FOP entendemos que es necesaria una continua información sobre estos aspectos tanto a los habitantes de los territorios oseros como a sus visitantes. Esta es una de nuestras líneas prioritarias, y coordinados con las comunidades autónomas seguiremos trabajando en los aspectos informativos con los ayuntamientos.

La situación demográfica del oso cantábrico es ahora esperanzadora y su número ha aumentado, pero aún no es suficiente para garantizar su conservación y por eso todavía está incluido en la categoría de «en peligro de extinción» en el Catálogo Español de Especies Amenazadas y figura en la Directiva Hábitats de la Unión Europea como especie necesitada de una protección estricta.

Por tanto, efectivamente hay más osos, y en concreto el Alto Sil mantiene un núcleo reproductor de osos muy pujante que le acredita a declarar con orgullo su contribución a uno de los hitos exitosos más importantes en la conservación de la biodiversidad de este país: evitar la extinción del oso cantábrico. Darse cuenta de ello supone un activo de primer orden para la imagen de la comarca y el futuro de su economía. Ya existen datos sólidos que respaldan este diagnóstico: en un reciente estudio acometido por la FOP y el Indurot de la Universidad de Oviedo, y dirigido por la economista Laura García de la Fuente, hemos podido determinar que el 53 por ciento de los negocios de los vecinos concejos oseros asturianos dependen en mayor o menos grado de la presencia del oso, destacando los concejos de Proaza y Somiedo.

El Alto Sil no tiene nada que envidiar a estos territorios y apoyándose en la imagen del oso hay que potenciar la puesta en valor de su rica biodiversidad, garantizando siempre al tiempo su conservación. Ya es momento de que empiece a fructificar.

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