Diario de León

La Otan y la propaganda del diablo

Publicado por
Pedro Díaz Fernández, agente medioambiental licenciado en psicología
León

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Todos tenemos en mente la puesta en escena de la Cumbre de la Otan y del nuevo alineamiento con la superpotencia para sentimos más seguros. Los demonios nos rodean: Putin, China y el Sahel. Sin embargo, hay que ser muy ingenuos para no comprender que en esa otra parte del mundo, nosotros somos quienes apoyamos al más grande de los ángeles caídos.

No hay nada como la música y la poesía para tratar de interpretar lo que nos rodea. Así que lanzo mi opinión sobre la Cumbre ayudado por la letra de Devil in the bussines class, de Emir kusturica and the no smoking orchestra. Según esta, el diablo vuela en clase de negocios con un hombre poderoso y con medios para cambiar los acontecimientos; sin embargo, este hombre lo hace responsable de toda la mierda que ha provocado con sus propios errores. Pues bien, en la cumbre de la Otan se nos presenta al gran demonio actual: Putin-China-Sahel. Ahora, veamos lo que el diablo continúa diciendo: «ha llegado el momento de que sepas que soy una víctima de la propaganda de guerra». Hemos definido al enemigo, estamos más unidos que nunca y comienza la nueva carrera armamentística… por la paz.

En la propaganda de guerra, antes que Putin-China-Sahel, el demonio fue España. Con la doctrina Monroe («America para los americanos»), utilizada para extender su imperio a todo el continente, Estados Unidos convenció al mundo de que con ella surgía esa gran nación que llevaría la libertad contra la tiranía de los que vinieron con Colón y otros europeos. Hollywood muestra un demonio hispano responsable de los grandes crímenes contra la humanidad cometidos en América; sin embargo, los mismos que señalan a los españoles como al anterior diablo, pocas veces nos recuerdan que para ellos no hubo más americano que el protestante, sajón y blanco, y que son responsables del genocidio cometido contra los primeros pobladores de América. 

Ahora el nuevo diablo (Rusia) amenaza Europa, y América se presta de nuevo a salvarnos. Hay propaganda y hay realidad, porque todo imperio crece gracias a los territorios más pequeños y, si no encuentra barreras, ¿dónde parará Putin? Dicho esto, miremos al demonio utilizado por la propaganda de los rusos contra el pueblo ucraniano. La amenaza militar de la Otan contra Rusia se extendió más allá de Alemania unificada pese a los acuerdos de no ampliación en las negociaciones entre Estados Unidos y la extinta Unión Soviética. En opinión de algunos militares occidentales y otros expertos en geoestrategia, el posicionamiento con la Otan y la falta de neutralidad de los países de Centroeuropa suponía una fuente de conflicto con Rusia. Aunque con esto Putin no puede justificar la invasión de Ucrania, no debemos olvidar que «si el demonio no tiene la razón, tiene sus razones».

Ahora, analicemos la situación de Ucrania. ¿Qué nos jugamos en este país, en Georgia, en toda la zona que divide Asia y Europa? Según la Teoría del Heartland, resumida por Mackinder, «quien gobierne en Europa del Este dominará el Heartland; quien gobierne el Heartland dominará la Isla-Mundial (se denomina así al conjunto formado por Asia, Europa y África); quien gobierne la Isla-Mundial controlará el mundo». Si observamos la tierra como un gran tablero de ajedrez, todos los imperios tratarán de ganar esa posición, para desgracia de Centro Europa y Oriente Próximo.

 China por su parte, ¿ha dado algún motivo para inquietarnos? ¿Es su amenaza a Taiwan, isla independiente pero reclamada por el país, lo que moviliza a la Otan o es la amenaza de que China, en su imparable crecimiento, desbanque a los Estados Unidos como superpotencia mundial?

Respecto a Ceuta y Melilla, se dice que en la Cumbre se logró que la Otan garantizara su seguridad frente a las pretensiones marroquíes (hasta ahora estaban fuera de la zona de intervención del Tratado), aunque yo no lo he oído de este modo tan explícito. Ahora bien, nuestro vecino no necesita del uso de las armas para desestabilizar las ciudades autónomas. Nuestro gran aliado, EE UU, es también el gran aliado de Marruecos, quizá el mediador por el que Sánchez tragó (uso este verbo para denotar que se trata de un enorme sapo para la izquierda) con el reconocimiento de un Sahara dentro del país vecino y por el que Marruecos nos premia actuando con guante de hierro (otro sapo) sobre los inmigrantes irregulares a los que, no hacía mucho, les abría la puerta para que entrasen por millares en nuestro país. Lo que nos lleva al problema del Sahel y el sueño de la buena vida. Mientras en muchos rincones de África se pelea cada día por sobrevivir, las parabólicas muestran las vidas fáciles en Europa, donde comer, vestir o no morirse de una simple diarrea se garantiza simplemente por el hecho de nacer. Además, allí lo de la permeabilidad de clase (la creencia en eso de la igualdad de oportunidades y que gracias a tu capacidad, mérito o un golpe de la fortuna puedes progresar socialmente) suele traducirse con «pegar el salto a la valla». Por su parte, la conciencia de clase (que se da cuando no se cree en su permeabilidad y el ascenso solo se logra gracias al ascenso de todo el colectivo al que se pertenece en su conjunto) puede originar grupos muy solidarios y cohesionados entre sí, en muchas ocasiones, a través de lo que pueden definirse por comunismos religiosos. La solidaridad grupal no es mala, sino necesaria para garantizar la ayuda mutua, pero debido al caldo de cultivo que genera la pobreza y el analfabetismo, pueden surgir líderes fanáticos que la utilicen para empuñar las armas contra nosotros y someter a sus propias poblaciones. Marruecos es un estado tapón que frena incluso a su propia ciudadanía de traspasar la frontera, pero la Otan no nos puede salvar de la crisis migratoria porque nos situamos en el lugar con mayor desigualdad del mundo. España necesita de una diplomacia muy fina y de una colaboración mutua de primer nivel para defender su frontera sur, pero el problema del Sahel continuará ahí y no se va a solucionar con la amenaza del uso de la fuerza. 

¿Qué nos jugamos en     este país, en Georgia, en     toda la zona     que divide     Asia y Europa? Según la Teoría del Heartland, resumida por Mackinder, «quien gobierne en Europa del Este dominará el Heartland; quien gobierne el Heartland dominará la Isla-Mundial     (se denomina así al conjunto formado por Asia, Europa y África); quien gobierne la Isla-Mundial controlará     el mundo»

Quizá porque en Madrid se citaron los amos del mundo, la Cumbre de la Otan se parecía más a un glamuroso encuentro cortesano que a lo que realmente representa: un desfile militar. España, su rey y su presidente se pusieron de relieve por unas horas, advirtiendo al demonio de quienes están de nuestra parte y, de paso, favoreciendo el turismo y la economía. Pero después de la cumbre, el petróleo y el gas ruso no calentarán a Europa, que seguirá inmersa en una guerra, y Joe Biden regresará a Estados Unidos para vendernos las mismas armas con las que tratará de controlar el Heartland y ampliar el apoyo a todas sus bases militares que rodean a una China bajo el punto de mira. 

Los imperios culparán al diablo (cada uno al suyo), los rusos dirán que es el responsable de destrozar la vida del pueblo ucraniano, los americanos del desastre dejado en Irak o Afganistán y los chinos de los crímenes que puedan cometerse dentro de aquellos países impunes ante la ONU, gracias a que compran sus favores con el derecho de veto. Todos justifican sus agresiones para defender al mundo del diablo, pero no olvides que este es víctima de la propaganda de guerras de intereses que, la mayor parte de las veces, nada tienen que ver con los derechos humanos, la libertad y otras bondades. 

El diablo termina diciendo que Dios tiene problemas para lidiar con los líderes del mundo, pero da un consejo de amigo: que negocien un acuerdo de paz.

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