Diario de León
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Son las más bravos del establos y no mugen,  sino rugen, aúllan,  cuando los sacan a pastar y se desbravan por tabernas y plazas; son los «caguendioseros», los impresentables blasfemos que se desparraman y se reproducen  con fecundidad de virus y bacterias por el paisaje rural .y urbano también, de nuestra tierra leonesa. 

Tienen tanto hollín en la mollera que piensan que por parlar más arriba se apropian de  más razones y por hablar mas grosero, se sienten más respetados. Los «cagúendioseros» del pueblo,  Cunado se explayan con la lengua, disparan a quemarropa rafagas de metralleta  verbal  que desvelan sin remedio la catadura  de su usuario. 

Hace cinco siglos años les daban cien latigazos en la plaza  a los que proferían esas maldades, si acreditaban costumbres regulares y hasta unos meses en la trena si no eran tan sanas. Ahora, con la libertad de cultos su impunidad está garantizada. 

Lo pregonan a destajo, desde que se quitan el pijama, si es que lo usan, hasta que vuelven a la ponérselo, en el tractor, en el camión, en la finca, en la calle pero sobre todo en la taberna o sea el bar. El plató de luxe donde se pavonea esta piara de deslenguados. Rematar un argumento sin sustancia o expresar una emoción de berberecho sin un «caguen D..» rotundo y sonoro, las hace más contundentes según sus entendederas cavernícolas.

Y si como oyente te ofendes, y te atreves a expresar tu malestar, se ofenderán ellos y te desafiarán bravucones si intentas corregirlos o te llamarán payaso si decides ridiculizarlos. 

Son tan reflexivos estos bobalanes de aldea que piensan que su palabrotas, no ofenden; pero ofenden y mucho a los que creen en Dios y también a los que no.  Es una ofensa tan dolorosa como si se cagan en tu padre.. o en el equipo de fútbol que veneras. 

Con estos cetáceos de centenal con la lengua más larga que las piernas y la cabeza más chica que su puño,  no valen las sutilezas- Ellos hablan desde el púlpito como sacristanes laicos de la nueva religión de los sinvergüenzas lenguaraces. 

Apartarse a un lado es el único camino que le queda al sufriente sufridor de esta recua infame de pollinos silvestres. Los leoneses, no somos los primeros, en el Top Ten de los cagúendioseros pendencieron pero si estamos en el podio de los distinguidos, Una medalla de honor sin duda en el ranking del incivismo.

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