Diario de León

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Se dice que el hombre es el animal que tropieza dos veces con la misma piedra. ¿Solo dos? En cuanto nos preocupemos un poco de ver las cosas con calma, nos daremos cuenta de que el refrán es muy benévolo. Quizá demasiado. La cantidad de veces que nuestros gobernantes, especialmente los del negociado de la Sanidad se equivocan una vez detrás de otra en períodos muy cortos, cortísimos, de tiempo, es algo que clama al cielo.

Se suponía que la gestión de la pandemia iba a ser muy delicada y que exigiría manos y mentes con sensibilidad de cirujano, nunca mejor dicho, para llevar a cabo una labor impecable y vital para nuestra salud. Nada más lejos de la realidad lo que se está viviendo en nuestro país, en España, con relación a esa gestión.

Todo está manga por hombro y nadie sabe de verdad qué esta pasando, cómo es que está pasando y que hay que hacer para que deje de estar pasando. Una verdadera locura. Y mientras tanto el Sr. Sánchez desaparecido en combate y sin despeinarse.

Estamos gobernados por la inutilidad hecha personas, por la torpeza en lo que se hace, pero personas torpes, lentas y que toman decisiones en función de por donde sopla el aire. Un verdadero fiasco.

El pueblo español que, afortunadamente todavía no ha perdido el sentido del humor, se toma a coña, las decisiones y opiniones del más que quemado doctor Simón, (Qué cuajo tiene el tío) al que la gente, ya digo, por su sentido del humor se lo toma a risa.

Claro que es difícil gestionar un episodio como el de la pandemia, pero ahí, en esa clase de «marrones», es donde se conoce y se aprecia a los buenos gestores

Cuando miramos alrededor y vemos la forma de actuar de otros países, unos con más acierto que otros, pero todos con mucha más profesionalidad que el nuestro, y, por supuesto con mejores resultados en su gestión, te dan ganas de huir pero no se puede.

Si queremos comparar la dedicación y la presencia de otros presidentes de Gobierno, con lo que hace el nuestro, dan ganas de reír, precisamente por no llorar.

Es incomprensible la desidia, la dejadez, la poca atención y la frialdad con que el Sr. Sánchez ha encarado esta gestión de la pandemia, no digamos la de las vacunas.

Ya hemos hablado de ello, aunque volveremos a hablar, seguro, tal como van las cosas. Ante comportamientos como el de Sánchez, y emulando a las peleas entre adolescentes, dan ganas de decirle al presidente; amigo, tienes un morro que te lo pisas. Pero es inútil. Él siguiendo su hoja de ruta, ni se inmutaría. Es algo que no va con él, lo es inmutarse o no.

Hay opiniones que defienden que el presidente está jugando con fuego. Puede ser perfectamente, ya que parece que todo el día está en el alambre pero consigue no caerse. ¿Por qué? Tiene donde agarrarse; el Sr. Iglesias es su red invisible que le da seguridad para no caer. Pero eso no es eterno.

Los rumores dicen, por algo será, que dentro del Gobierno las distancias entre Pedro Sanchez y Pablo Iglesias son cada vez mayores y que en algún momento se romperá la cuerda.

De ningún modo, digo yo. Se necesitan demasiado el uno al otro para mantenerse ambos en el poder y eso hace que no se llegue romper nada.

Pero al llegar la pandemia, mejor dicho, al desatarse de forma incontrolada los contagios, parece que las gentes están demostrando la hartura de la cantidad de sinsentido que derrochan desde el gobierno cundo quieren poner soluciones que son parches para hoy y hambre para mañana.

Pero ellos, en el Gobierno, siguen impertérritos e inamovibles. Como estatuas. Les da igual. Declaró Sánchez hace unos meses que se había vencido a la pandemia y que debíamos salir a la calle, pues da igual que nos mintiese de nuevo. Él se fuma un puro.

La vergüenza que está pasando nuestro país cuando ve como en Europa, funciona la logística, las gentes hacen caso de las normas, los gobiernos ofrecen alternativas de ayuda y así, aunque sea poco a poco, los países van caminando. Aquí todo consiste en el salario mínimo profesional, en no bajar un IVA que todos los demás, ya han bajado, en tomar medidas que afectan, que hieren a los bares y restaurantes, o sea al turismo, y eso sí, dejan al Madrid, de la gran nevada sin la UME, la retiran antes de tiempo, o ayudan poco o nada para el deshielo de la capital. Por favor, que el casoplón de los Iglesias, esté limpio de nieves y hielos que si no se enfada y nos la cargamos los demás.

Claro que es difícil gestionar un episodio como el de la pandemia, pero ahí, en esa clase de «marrones» es donde se conoce y se aprecia a los buenos gestores. Los otros, los que tenemos ahora, son de pacotilla. Protestan cuando son oposición de algo que, cuando son gobierno, como ahora, no quieren ni hablar de ello. ¡Qué bonito!

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