Diario de León
Publicado por
Afrodisio Ferrero Pérez, abogado y periodista
León

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He tenido la fortuna de leer un estudio del paramés Javier Benéitez Mateos que investiga los testamentos del siglo XVIII, que se custodian en el archivo parroquial de Villarrín del Páramo (León). Se define testamento como la declaración de la última voluntad que hace una persona, en la que dispone de sus bienes y demás asuntos que le atañen después de su muerte. Es, pues, un tipo documental relacionado con uno de los temas fundamentales de la vida humana que es la muerte. Y dada la transcendencia social y jurídica de este documento que recoge el acto de testar, en las diferentes épocas se configura de forma diferente para reflejar las mentalidades y actitudes propias de cada lugar y del momento histórico en que se inscriben. Su base es la idea de la vida como camino hacia la muerte, pero esta idea sufre modificaciones en los diferentes tiempos y lugares, de modo que el sentido religioso, siendo fundamental, se ha desdibujado a lo largo del tiempo, sin llegar a desaparecer totalmente.

En los testamentos objeto de este estudio, predomina el sentido religioso, por lo que el testamento se convertía en una herramienta del otorgante para gestionar, en lo posible, la salvación de su alma. Así pues, la vida de estas personas consistía en un peregrinaje hacia el final de su existencia, con un sentido profundo de religiosidad en el Páramo del siglo XVIII. Había que añadir una finalidad material que corría paralela a la intención espiritual de poner a buen recaudo su alma y saldar cuentas, si las hubiere, que se instrumentalizaba mediante las denominadas «mandas» y se plasmaba en legados principalmente de carácter material. Y como consecuencia de estas actuaciones, la Iglesia y sus instituciones como cofradías y capellanías se convertían, a través de esas donaciones, en receptores de múltiples bienes.

Este es el planteamiento general de la tesina de Javier Benéitez que fue presentada, recientemente, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de León, obteniendo la calificación de sobresaliente. Este documento es, sin lugar a dudas, un estudio de interés para conocer el patrimonio tanto histórico y cultural como espiritual de esta recia comarca leonesa que es el Páramo. A lo largo de la historia, y concretamente en el periodo que este trabajo abarca del siglo XVIII (1728-1799), la Iglesia católica mantenía vivo un archivo en el que se registraban los actos esenciales que atañían a sus feligreses, lo que servía de registro público y privado, y comprendía desde los registros del Obispado a los registros parroquiales. Ya que, en buena medida, habían heredado el legado del Derecho Romano, recogido durante el medievo para dar fe de la vida y los actos, con repercusión social que afectaban a la convivencia social: nacimiento, bautismo, casamiento y últimas voluntades (testamentos)… Este monopolio empezó a debilitarse con la exigencia del impuesto al «Papel Sellado» que se estableció con Felipe IV (1621) para dar mayor autenticidad a los testamentos. Será después cuando se implante el Catastro del Marqués de la Ensenada (1746), etapa en la que empieza a decaer el derecho Canónico, momento en que se afianza el nuevo Derecho Civil que implanta un nuevo «Ius testamentario». Surge, de este modo, la ley del Notariado (1862), como concesión de la organización del estado a los fedatarios públicos, que les concedía la facultad de otorgar testamento, entre otras atribuciones. Se trataba de una nueva forma de dar cauce a los actos jurídicos de los ciudadanos que culminó con la creación del Registro Civil y otras normas concordantes.

En resumen, este trabajo de Javier Beneitez cumple, a mi entender, varios objetivos. En primer lugar, señalar las necesidades de los otorgantes de aclarar el destino de sus bienes, y como fórmula para ordenar todo lo referente a la salvación del alma del otorgante. En segundo lugar, mostrar cómo era la ordenación testamentaria del siglo XVIII en el Páramo leonés, centrada en los registros parroquiales, que derivó con la aparición del Notariado para certificar el destino de los bienes de los ciudadanos. En tercer lugar, potencia este estudio, la identidad leonesa, con su cultura, sus tradiciones, que sigue provocando interés con el paso del tiempo en las nuevas generaciones. Todo ello forma parte del legado histórico y cultural de una gran comarca que se enriquece con sus publicaciones. En suma, es un estímulo para que los nuevos investigadores alumbren, con su mérito y esfuerzo, otras metas.

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