Diario de León

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TRIBUNA | Política de postureo

Uno de esos engendros autonómicos es la llamada Comunidad autónoma de Castilla y León, tan anticastellana, como antileonesa que, a imitación de otras, como el proyecto depredador de los Paisos Catalans, pretende fagocitar todo lo que le rodea, entre lo que se encuentra León, pero no solo

Publicado por
Diego Santos | Círculo Carlista P. Balanzátegui
León

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Si algo tenemos claro los tradicionalistas, es que ni estamos ni queremos estar en el juego de la «política-politicante» del postureo y quedar bien a diestra y siniestra. Donde, entre cortina y cortina de humo, lejos de solucionar los problemas reales se gestionan los intereses de partido. Uno de los dogmas de fe del apuntalado (cualquier día se nos cae encima) Régimen del 78, es el estado de las autonomías que, junto al estado del bienestar de los políticos, son una de las más graves heridas que están desangrando a la otrora España.  

Quién pone en duda algún dogma comete pecado grave, y entre los pecados políticos de la neo-religión del 78 (los no políticos se practican todos sin vergüenza alguna) está el de pedir la autonomía para el viejo Reino Leonés, como ha hecho el actual alcalde de León. No es que los tradicionalistas tengamos mucha querencia, precisamente, por las autonomías, pero sí por la foralidad, tampoco la tenemos por el centralismo, pero sí por la lealtad.  

Por eso, entre otras cosas, no podemos callar ante determinadas cuestione que, por evidentes, salen a la luz. Si por algo se ha caracterizado el desorden autonómico es por intentar crear artificial y forzadamente entes regionales donde no hay regiones y algunas además, con aspiraciones de las modernamente llamadas «nacionales», es decir, profundamente desleales. Era el «café para todos», pero para León, Reino leal donde los haya, no había café. Uno de esos engendros autonómicos es la llamada Comunidad autónoma de Castilla y León, tan anticastellana, como antileonesa que, a imitación de otras, como el proyecto depredador de los Paisos Catalans, pretende fagocitar todo lo que le rodea, entre lo que se encuentra León, pero no solo. Y si a eso le añadimos la «elitè» de políticos traidores leoneses, no es exagerado decir que casi han conseguido arruinar a esta tierra.  

Por ello decimos: Que no se escandalice nadie ni tenga miedo de las libertades propias de los territorios históricos ¡españoles! (porque no hay nada más español que nuestros ¡fueros!), antes bien desconfíen y dejen de alimentar castas políticas que no tienen otra finalidad que comportarse como auténticos vampiros políticos y sociales.

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