Diario de León

Pruebas de la Ebau, dejémonos de bromas

Publicado por
Santiago Gómez Salán
León

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Es un clamor generalizado entre los profesores de enseñanza secundaria de los centros públicos de Castilla y León, la excesiva sencillez y flexibilidad por las que actualmente se rigen las pruebas de Evaluación de Bachillerato para el acceso a la Universidad (Ebau) en buena parte de las materias. Desde luego que no estoy proponiendo una prueba tan estricta como el gaokao o selectividad china, sino simplemente la búsqueda de unos estándares medios al estilo de los países de nuestro entorno que aún mantienen esta clase de examen, aunque para ello, y ahí radica parte del problema, el sistema educativo español deberá escalar unos cuantos puestos en el ránking del Informe Pisa, que con una periodicidad trienal lleva a cabo la Ocde. En el último informe, realizado en 2018, España empeoró sus resultados, con muy pocos alumnos excelentes en comparación con la media del resto de países.

Después de tres décadas ejerciendo la docencia, desde el antiguo Bachillerato (BUP) y el subsiguiente Curso de Orientación Universitaria (COU) hasta llegar al actual Bachillerato, han ido desfilando un sinfín de leyes educativas promulgadas o derogadas a merced del partido político de turno en el Gobierno de la Nación, sin contar, ni de lejos, con la opinión de los docentes, verdaderos artífices del proceso educativo, quienes día a día ponemos en práctica las ocurrencias que preeminentes burócratas han plasmado sobre el papel en sus despachos. Resultaría enormemente tedioso enumerar todas esas leyes y asignarle a cada cual un color político. Indudablemente, tanto bandazo legislativo ha llevado aparejadas modificaciones, y no precisamente para mejorar, en las pruebas de acceso a la universidad.

A decir verdad, nunca se han caracterizado estas pruebas por su especial grado de dificultad, si bien aquellos primeros exámenes de la entonces denominada «Selectividad», realizados por los alumnos que cursaban el COU, presentaban un diseño bastante ajustado a los contenidos impartidos en el aula. Con la llegada del nuevo Bachillerato se acuñó el término PAU (Pruebas de Acceso a la Universidad) o Peau (Pruebas de Acceso a Estudios Universitarios), momento en el que, a pesar de que se empezó a rebajar sigilosamente el nivel de exigencia, los alumnos aún tenían que demostrar una competencia más que aceptable en los aprendizajes asimilados durante los dos cursos de Bachillerato.

Sería muy interesante hacer una reflexión y preguntarse si estas pruebas están realmente cumpliendo su función primigenia o más bien se han ido desvirtuando progresivamente hasta convertirse en mero trámite

Con la entrada en vigor de la LOE y, posteriormente, la Lomce se creó el término Ebau, que dio lugar a una nueva tipología de examen que se ha mantenido hasta la actualidad y que supuso, a su vez, el punto de inflexión hacia una galopante laxitud en las pruebas de acceso a la universidad, que a algunos docentes nos parecen «irrisorias» (acepción 2. del DLE), por cuanto van dirigidas a alumnos que han finalizado sus estudios de Bachillerato con arreglo a un currículo muy denso y complejo. Como profesor de inglés, considero que cualquier alumno aventajado del último curso de ESO podría resolver sin mayor dificultad la prueba Ebau de esta asignatura, que ni siquiera contempla las destrezas de comprensión y expresión orales establecidas en la Matriz de Especificaciones para esta materia.

No debemos pasar por alto que las pruebas Ebau 2020 tuvieron que ser adaptadas a la situación de pandemia provocada por el covid-19, que obligó a que el último tercio del curso se impartiera de forma telemática. Se les ofreció a los alumnos enormes facilidades, desde una amplia optatividad hasta la flexibilización de los criterios de evaluación, lo que hizo que en algunas asignaturas supieran aprovechar la ocasión y se permitieran el lujo de no preparar los temarios en su totalidad. Sorprendentemente, durante el presente curso se ha seguido manteniendo el modelo adaptado de prueba Ebau que se confeccionó para una situación excepcional, pese a que las clases se han impartido cien por cien de forma presencial.

La Comisión Organizadora de la Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad (Coebau), órgano de planificación y organización de las pruebas, debería replantearse el diseño y contenido de estas, de tal forma que estén en mayor consonancia con el currículo oficial que se imparte en Bachillerato. Es incomprensible que en un buen número de casos se produzca una desviación muy significativa entre las calificaciones finales obtenidas por los alumnos en segundo curso de Bachillerato y las que estos alcanzan en las pruebas EBAU, especialmente cuando se trata de alumnos que han logrado superar los objetivos del Bachillerato in extremis con mucha manga ancha por parte de sus profesores. Es bien sabido que cuando un alumno mejora sus notas en la Ebau en relación con las otorgadas en Bachillerato el mérito se le atribuye exclusivamente al alumno; en caso contrario, el responsable suele ser el profesor.

La consecución de un porcentaje de aptos del 98,65% en la Ebau junio 2021 en Castilla y León –4,25 puntos más que en la convocatoria anterior– resulta, cuando menos, llamativo. Sería interesante hacer una reflexión al respecto y preguntarse si estas pruebas están realmente cumpliendo su función primigenia o más bien se han ido desvirtuando progresivamente hasta convertirse en un mero trámite. No obstante, las administraciones educativas, las propias universidades e incluso algunos centros de educación secundaria caen en el autobombo y se jactan de los buenos resultados cosechados. Una vez más, da la impresión de que lo verdaderamente importante son las estadísticas. Es por ello por lo que nadie debería extrañarse de que las notas de corte hayan subido en la mayoría de los grados, especialmente en los más demandados, debido a la facilidad para aprobar la Ebau, hecho que perjudica notablemente a los alumnos que se han esforzado al máximo a lo largo del Bachillerato.

Parece a todas luces ilógico que en España coexistan 17 pruebas de acceso a la universidad diferentes, una por cada comunidad autónoma, habiendo un único distrito universitario. Esto crea, claramente, agravios comparativos entre estudiantes de distintas regiones en función de la comunidad autónoma de procedencia y del tipo de examen realizado, haciendo que la Ebau sea injusta y poco ecuánime.

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