Diario de León

¡Qué valientes… en las gradas!

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Está viviendo nuestro país un momento muy triste e injusto con motivo del espectáculo tercermundista de los insultos racistas salidos de bocas con veneno y dirigidos al futbolista del Real Madrid, Vinicius Jr. No es nuevo, el racismo en España se hace presente en eventos deportivos, el fútbol en concreto, y poco más.

¿Es eso suficiente para definir a nuestro país como racista? Las opiniones, como tantas cosas, las carga el diablo y es aconsejable no contestar en caliente. Pero algo hay…

Llamando a la memoria de cada uno, comprobamos que se llega fácil a la conclusión de que el fútbol es el deporte donde se concentran en su gran mayoría los insultos racistas. ¿Se insulta a un atleta de color? No. ¿Se insulta a un jugador de baloncesto de color? No. ¿Y a un nadador o un jugador de golf negro? Tampoco.

Dice Ancelotti, entrenador del Real Madrid, que España no es un país racista, pero que en España hay racismo en los campos de fútbol. Ojo a la frase…

Es el fútbol quién, al parecer, recibe los insultos racistas. Pero todo ello, desde la grada.

Este tipo de energúmenos, de cafres, actúa siempre protegido y amparado por la masa anónima. Tan cobardes son los que componen la masa anónima como los propios insultadores que actúan, ya digo, siempre amparados por los demás. ¿Por qué los espectadores que rodean al animal que insulta, nunca denuncian al detectar al que lleva el insulto en su voz y que se vanagloria de ello?

Muchas de las detenciones de responsables de atracos, robos, intimidaciones, acosos, etc., se logran gracias a la opinión pública que actúa de forma civilizada ayudando a las autoridades a cercar y detener a los salvajes.

El problema que tiene el fútbol español y, en este caso también España, es grave. Tenemos la mejor liga del mundo, los mejores jugadores del mundo. Somos un país protagonista mundial de este deporte. Todo el mundo del fútbol se fija en España por nuestra competición liguera y por nuestros éxitos internacionales.

Y justo en este país nuestro merecedor de estos méritos, tenemos a algunos miembros de esa afición que deberían estar en cualquier sitio menos en una grada de fútbol. Claro que en cualquier sitio estarían solos y estos cafres, solos, son incapaces de abrir la boca. Son cobardes. Solos no se atreven. Necesitan estar escondidos en el anonimato de una grada.

Rechazando este tipo de actuaciones, quiero decir que, para resolver esta situación, se necesita unión. Eso es. Estar unidos para lograr algo. Unidos entre los clubs, unidos entre los jugadores, unidos entre los árbitros, entre los ayuntamientos, etc., y llegar a acuerdos en esas uniones que asfixien a esas bestias y que no acudan jamás a un campo de fútbol.

El entrenador del Barcelona, Xavi, que tiene imagen de hombre coherente y que piensa las cosas, ha declarado estar en contra de estas situaciones y en contra de este tipo de aficionados y directamente se ha mostrado partidario de, en situaciones como la vivida, suspender en ese momento el partido. Es una idea que, me parece que puede funcionar a la perfección, si se cumpliera. No habría más insultos. Para ello, una vez más se necesita la colaboración del que está al lado de la bestia para denunciarle.

De no ser capaces de arreglar este problema, que ya se ha hecho demasiado grande, podría tener España un problema diplomático. Ahí lo dejo.

A este bestia de los insultos racistas le mandaría al zoo para que conociese allí a los monos. Lo malo es que allí, puede llamar futbolista a un mono de vedad.

El Cristo Corcovado de Río de Janeiro, ha apagado su luz durante una hora en apoyo de Vinicius. ¿Verdad que lo entendemos todos?

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