Diario de León
Publicado por
MANUEL ALCÁNTARA
León

Creado:

Actualizado:

SER LIGERAMENTE mayor, o sea, lo bastante viejo, no sólo consiste en tener miedo a caerse y a resfriarse. Amenazan otros temores, por ejemplo el de que nada se nos apetezca con vehemencia. ¿Qué regalo me gustaría que me hicieran?, he repasado algunas ofertas y la verdad es que mis caprichos ya no son órdenes para mí porque he dejado de tener caprichos. Lo que el poeta llamó «una inmensa joroba de cordura» me impide que se me antojen cosas prescindibles. No he pensado dejar de fumar, pero ¿qué hago yo con ese nuevo encendedor Línea 2 Palladiun. S.T. Dupont, inspirado en las armas que utilizaba el Agente 007? Tengo uno que me regaló Jaime Campmany cuando abandonó el tabaco y lo dejó bastante desamparado, ya que fumaba mucho. Y otro que me regaló Rafael de Penagos, que también lo dejó a tiempo. Me gustan mucho los objetos -¡qué quietas se están las cosas y qué bien se está con ellas!, que dijo Juan Ramón- pero la verdad es que no necesito más encendedores. Tengo muchos. Incluidos esos Bic baratísimos que no fallan nunca. Tampoco me parece urgente adquirir una cazadora de una firma italiana igual que la que exhibía Leonardo Di Caprio en su última película, ni unos calzoncillos personalizados, ni un reloj con la esfera amarilla «Grande Reverso Byzantine» donde se divisan con enorme dificultad los números. ¿Qué podría pedir por esta boca? No me gustan demasiado las camisas a rayas y detesto el bricolaje. ¿Para qué quiero un destornillador sin cable con tecnología de litio? Tengo entendido que es imprescindible en cada hogar, pero hasta ahora no lo he echado de menos en mi humilde casa. Tampoco me urge estar en posesión de unos gemelos de oro, laca y rubíes. He heredado algunos que fueron de mi padre y de mi suegro y que siguen dando un gran rendimiento en los puños de mis camisas. Jamás he tenido problemas para regalar, pero sí para que me regalen algo que no sea una botella, o mejor una caja de botellas, de etiqueta solvente. En vista de mi fomentada vanidad, lo único que me gusta que me regalen es el oído.

tracking