Diario de León

El Sacramento de Fuentes: Patrimonio cultural inmaterial en Los Oteros

Publicado por
José Luis Alonso Ponga, Cátedra Estudios sobre la Tradición. universidad de Valladolid
León

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Fuentes de Los Oteros, en la comarca del sur de León del mismo nombre, celebra, año tras año, la fiesta de El Sacramento. Y la conmemora el tercer domingo de mayo. Una rareza probablemente única en la cristiandad, porque casi siempre cae antes del Jueves del Corpus. Este privilegio se apoya, según la tradición, en una bula concedida por Roma. La tal bula no existe, aunque con toda probabilidad existió. Solo mediante una bula se podía modificar la tradición eclesiástica. Y es que en las primitivas reglas de la Archicofradía del Santísimo Sacramento fundada en la Urbe, en la iglesia de los dominicos de Santa María sopra Minerva, se alude a la posibilidad de celebrar la fiesta a voluntad de los cofrades. Lo de Fuentes es una interpretación amplia de la Regla de la Minerva, que en 1539 aconsejaba hacerlo en los días de la octava del Corpus. Nuestro pueblo la fijó un domingo, el más cercano al jueves del Corpus. El tercer domingo de cada mes los cofrades de estas hermandades debían celebrar un rito especial con misa, a poder ser cantada, y procesión con el Santísimo bajo palio por el interior o alrededor de la iglesia. Las populares minervas.

En el Archivo de la cofradía romana figura la agregación de «Fuentes de lo Operos Dioc. Legione. In S. Maria del Rosario. 30 Luglio 1670», o sea «Fuentes de los Oteros, Diócesis de León En (la iglesia de) Santa María del Rosario (Agregada el) 30 de julio de 1670». El estudio de las peculiaridades y prerrogativas del Sacramento de Fuentes de Los Oteros deben entenderse entre los favores que otorgaba la bula.

La regla lleva fecha de 30 de abril de 1656. Se hizo una copia de la misma el 10 de mayo de 1865, según se dice «por estar la antigua deteriorada y ser de difícil lectura». Diez años más tarde, el 14 de mayo de 1875, la recomponen adecuándola a los nuevos tiempos sin perder el espíritu de la original: «conformándonos en todo con el espíritu de la regla que hicieron nuestros mayores el año de 1656». Para ello, se juntaron el sacerdote, los dos abades (1º y 2º) y el alcalde de la villa. Como invitado especial asistió D. Manuel Santos por ser el hermano más antiguo.

Aunque en el primer capítulo queda claro que la cofradía se hace para honrar al Santísimo Sacramento, sin embargo, entre sus fines principales está conseguir gracias en favor de los difuntos. Este fin aparece desde el primer capítulo. Encarga la regla que el día siguiente a la celebración de la fiesta (el tercer domingo de mayo) se celebre una misa con vigilia, a la que asistirán obligatoriamente todos los hermanos, y el que no llegue al tiempo de subir el sacerdote al altar deberá pagar un real de multa. La misma pena que por no asistir a misa los días festivos. Pero será en el capítulo siguiente donde se concreten las obligaciones con los fallecidos. Los cofrades están obligados a asistir al entierro de los hermanos, y rogar por su alma. La cofradía encarga una misa por el finado a la que han de asistir los cofrades con las velas prescritas, pero además todos y cada uno de los hermanos, en los treinta días siguientes al fallecimiento, deben encargar una misa por el hermano y entregar documento al abad de que lo han cumplido. La familia corresponderá entregando a la cofradía 12 reales de limosna, pero si fuese pobre de solemnidad no tiene obligación de aportar nada.

Como en todas las cofradías, con motivo de las solemnidades, se hacía alguna colación de comida y refresco, sin embargo, la regla es muy austera en eso, pues sólo permite se gaste con cargo a los fondos de la cofradía en el refresco de la víspera: «el que está en costumbre, quedando regulado el gasto de vino en tres cántaras, sin que pueda esceder por ningún pretesto dicha cantidad». Por supuesto, el abad era muy libre de invitar a su costa a los cofrades y cofradas a lo que le pareciese oportuno. De hecho, el comensalismo alrededor de estas fechas ha sido y es importante en Fuentes como acredita la estudiosa de la villa Ana María García Vicente. El aspirante a formar parte de la hermandad debía ser propuesto por algún hermano, y una vez aceptado por votación general, debía entregar dos heminas de trigo para el San Miguel siguiente. La regla permite a las mujeres ser cofradas, de manera que pudiesen lucrarse de las indulgencias, pero como no tenían los mismos derechos tampoco se les exigía las mismas obligaciones. Estaban exentas de asistir a los entierros y de aplicar la misa preceptiva por el fallecido.

A mediados del s. XVIII, la cofradía tenía hermanos de Fuentes de los Oteros, San Pedro, San Justo, Pajares, Valdesaz y Pobladura de los Oteros. Lo sabemos porque en la reunión de mayo de 1758, se plantean que el pago de la misa que debía satisfacer cada cofrade a la muerte de un hermano, resultaba muy gravoso. En la comisión que se nombra para tratar el asunto aparecen mencionados los pueblos antedichos. Por cierto que la comisión decidió liberar a los hermanos de esta obligación. A cambio, la cofradía se encargó de decir 45 misas al año que los cofrades podían aplicar por los vivos o los difuntos. Para pagar los rezos cada hermano debía aportar a la hermandad dos celemines de trigo por San Miguel.

Fuentes de Los Oteros es un ejemplo de la riqueza patrimonial que tiene la comarca, su cofradía, con la agregación a Roma; es un ejemplo imprescindible para entender la religiosidad popular del mundo rural y la fiesta del Sacramento con la procesión una manifestación donde se ve la polisemia del patrimonio cultural inmaterial.

Fuentes conserva aún la poderosa fascinación de la atractiva y bella simplicidad de una procesión propia y típica de un mundo rural que se resiste a desaparecer. Es la plasmación de la seria devoción de cofrades, vecinos y forasteros que procesionan al Santísimo bajo palio, luciendo la cruz de plata, orgullo de la comarca. Quien haya asistido alguna vez a la procesión, no se olvidará del orgullo con que desfila la tradición y la identidad de un pueblo que rememora año tras año sus tradiciones y la evocación de los suyos. Los vecinos de Fuentes de Los Oteros están orgullosos de su fiesta y de la singularidad de su celebración, y motivos no les faltan. Impacta asistir a la procesión con el Santísimo bajo palio por las calles con fondos de colores ocres y terrosos, como corresponde a los pueblos de esta tierra. La cruz procesional encabeza el cortejo, como antes lo encabezaba el pendón, que hoy no existe pero que está en la memoria de los vecinos y luchan por recuperarlo, para lo que no les faltan documentos. La devoción y el cariño es tanto que no se resisten a dejar perder esta fiesta en la que los antepasados vivieron la hermandad y la hospitalidad para con los vecinos de la mayoría de los pueblos de Los Oteros.

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