¿Salvar la Semana Santa o salvar vidas?

Ante esta disyuntiva, se han manifestado: el viceconsejero madrileño, médicos de Castilla-La Mancha, un experto de la OMS, Diario Sanitario , la Xunta de Galicia y supongo que algunos otros personajillos de la política española y de la sanidad. No voy a reproducir lo que cada uno ha argumentado, para posicionarse, justificando su opción de: «salvar vidas»; copio un párrafo de una carta, (no aparece el nombre del firmante), publicada en El Periódico, con cuya argumentación coinciden, en líneas generales, todos: «¿Salvar la Semana Santa? Sonaría a broma pensar en esto a estas alturas, después de tres olas de contagios y todo lo que estamos pasando. Sería estúpido caer en los mismos errores del pasado. Por supuesto, lo que hay que salvar son vidas. ¿Cómo es posible que algún político esté pensando en Semana Santa?».

Desde luego que es estúpido, caer en los mismos errores, pero es eso lo que están haciendo, pues está más que demostrado que el confinamiento y los bozales, no sirven para luchar contra los contagios. ¿Por qué, no se pueden salvar las dos opciones? La pregunta a la que me gustaría que alguien me contestara, si es que hay algún responsable sanitario, es: ¿No hay más opciones?

Es posible que lo que voy a exponer, no sea políticamente correcto, y que a estos supuestos expertos, sobre todo al de la OMS, les parezca una gilipollez, pero a mí se me ocurre que, en un año, «ha habido tiempo suficiente, primero para tener protegidas la residencias de mayores y segundo para preparar en los hospitales, no sólo en España, en todos los países del ¿Primer Mundo?, cuatro veces más ucis, que las que se necesitaron en los meses de marzo a junio».

Si esto se hubiera hecho, ahora, no habría el problema de saturación que se teme, no sólo en España, en otros países, como en Francia y en Italia; precisamente en Italia hay un refrán que dice : «el hombre prevenuto es menos bruto», pero ellos siguen siendo brutos; el sacristán de mi pueblo decía : «vale más, un por si acaso, que cien penseques»; aquí más brutos aún, ni por si acaso, ni penseques; lo que se trata es que se muera la gente, pero de forma dosificada, no como en la primavera pasada, para que los viejos y sus familias no se enteren de la jugada.

¿No hubiera sido más rentable, que el Gobierno hubiera dedicado los recursos necesarios para aumentar (por si acaso), las plazas de hospital, en vez de dedicarse a pagar asesores inútiles? Entre ¿salvar la Semana Santa o salvar vidas?, yo me inclino por salvar las dos cosas, el problema es que, con estos políticos y sus expertos, no se salvan ni vidas, ni Semana Santa.

A la clase política española, al menos a una gran parte, la importa un pito la salud y la economía de los españoles, lo que les importa, son las mociones de censura y las poltronas, ellos se aplican el refrán: «dame pan y llámame perro».

Y qué decir de la pretendida medida de decretar la inyección de unos medicamentos, a los que se pretende atribuir los mismos efectos de las vacunas; estos ¿medicamentos?, como todos los medicamentos, tienen contraindicaciones y no parece que se tengan en cuenta, pues se administran como se administran los medicamentos a las ovejas, a las que no se las advierte y si algunas se mueren, pues se llama a Rebisa, para que las queme.

Por si nuestros políticos y sus expertos no lo saben, les copio la definición de «vacuna» : «una preparación hecha a partir de los virus, (o bacterias), muertos o debilitados». Ninguno de los medicamentos está preparado, con virus muertos o debilitados.

La vacunación está indicada para las poblaciones de riesgo y en el caso de la covid 19, la población de riesgo es la formada por aquellas personas que padecen de determinadas enfermedades crónicas y algunos problemas metabólicos, pero no para toda la población; todas las personas de menos de 60 años, si no padecen alguna enfermedad crónica, no necesitan vacunarse, y menos con algo que no es una vacuna y los mayores, al menos, debieran estar informados y no tratados como ganado. Les puedo asegurar que en los muchos años que fui ganadero, todas las hembras de reemplazo fueron vacunadas contra el aborto, pero nunca vacuné a los sementales y nunca hubo uno que diera positivo. La vacuna de Laboratorios Ovejero fue eficaz al 100%, ¿Por qué hay que vacunar a las personas jóvenes y sanas? ¿Qué hay detrás de este empeño, en inyectar algo que no es una vacuna? Yo estaría dispuesto a ser el primero en vacunarme con una verdadera vacuna. Supongo que seré de los pocos que se vacunó contra la fiebre de Malta. No niego la realidad de la enfermedad, a esta enfermedad hay que combatirla, pero no apliquemos el hecho cierto de que «la primera víctima de una guerra es la verdad»; hasta ahora la verdad ha brillado por su ausencia y la mayoría de los ciudadanos están estresados y acojonados.