Diario de León

¡Que no son castillos, que son leones!

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Lo cierto es que las palabras que el bueno de Sancho gritaba a su señor, el visionario don Quijote fueron: ¡Que no ni mi señor (vuestra merced) que no son gigantes que son molinos!

Esta cita de nuestro Quijote nos sirve para exclamar: ¡Que no don Amancio que no son castillos que son leones! Lo explicaré.

Yo estoy seguro al igual que los lectores que don Amancio González escultor de muy reconocido prestigio, nacido en Villahibiera de Rueda-León, conoce la Historia de León, la del Reino de León y por tanto que durante 320 años, los que van de 910 a 1230, sus reyes lo fueron también de España.

Uno de estos reyes fue Alfonso VI el «bravo» rey de León y de todas las Españas (nunca se intitulo como rey de Castilla) 1040-1109. Fue padre de la Reina Urraca I de León.

A este Sancho IV de Castilla se le reconoce una corona que está en Toledo, y cuya corona  como es «natural» está rematada por castillos  que no por catedrales románicas como «opina»
don Amancio

Sus restos (los de Alfonso VI) reposan junto con los de cuatro de sus esposas, significados en cuatro rosas sobre el pecho de una escultura de mujer que yace al lado de la de Alfonso VI (tuvo entre esposas y amantes siete, según quien cuente su historia) en un sepulcro depositado en el Monasterio de las Madres Benedictinas de la Santa Cruz de Sahagún de Campos-León. Sepulcro esculpido como queda dicho por Amancio González.

Extraordinaria escultura si no fuera porqué a «nuestro rey le han coronado con una corona rematada en castillos». ¡Un rey de León coronado con castillos! «Si el bueno de Alfonso levantara la cabeza», se daría media vuelta y se ocultaría en lo más profundo de su habitáculo.

El tercero de nuestros personajes de hoy es el rey Sancho IV de Castilla (1250-1295). A estas alturas deberemos comentar que en el siglo IX, Castilla era un «Condado» del Reino de León y que no fue hasta el siglo XI cuando llego a alcanzar la categoría de Reino, pero aún bajo el techo del Reino de León. Pues bien a este Sancho IV de Castilla se le reconoce una corona que está en Toledo, y cuya corona como es «natural» está rematada por castillos que no por catedrales románicas como «opina» don Amancio. De esta corona es de la que tomo muestra el escultor para elaborar la de Alfonso VI que vivió 200 años antes.

Y aquí es donde comienza nuestra «historia» pues a D. Amancio, escultor como decimos muy reconocido y al que en parte con dinero municipal y otra parte subvencionada por la Junta, se le hizo el encargo de un panteón para Alfonso VI y sus cuatro sus esposas. Los restos ya reposaban en el Monasterio de las madres benedictinas de la Santa Cruz de Sahagún.

La escultura de magnifico porte y muy bien «decorada» presenta un fallo garrafal y es que a nuestro rey de León le han puesto una corona de Castilla, precisamente la de Sancho IV. Y es aquí donde debemos decir lo de: ¡Qué no D. Amancio que no son castillos que son leones!

Al escultor se le pidieron explicaciones y trató de enmendar su «error» aludiendo que no son castillos, que son catedrales románicas, tomadas de la de Sancho IV. Pero me pregunto, ¿Quién puede creerse que a un rey de Castilla lo iban a coronar con catedrales en vez de con castillos?

Si el pobre Sancho levantara la cabeza, también se escondería en el fondo de su cripta de la catedral de Toledo y diría: ¡Que no don Amancio que no son catedrales que son castillos!

Podemos decir a D. Amancio que la corona de los reyes leoneses, presenta un cerco de oro rematada en lo alto por cuatro florones y no por almenas de castillos ni por catedrales románicas. Castilla no era ni siquiera reino entonces, lo fue 65 años después. Esa corona existía. Por tanto no se empecine en colocar catedrales donde había almenas de castillos, rehabilítela como pueda, cosa que para Ud. no será difícil y coloque por ejemplo cuatro florones que son los adornos que rematan las coronas de los reyes de León. Su fama no decrecerá por subsanar un error por desconocimiento, mal asesoramiento o por la circunstancia que fuera. A veces reconocer nuestros errores nos dan más prestigio que pretender tener la razón a toda costa.

Nuestros reyes no están siendo bien tratados ni desde el propio León. Mire D. Amancio últimamente han aparecido en León (cosa rara) algunos de nuestros reyes con su corona bien rematada. Pueden servir de ejemplos: Alfonso V, Doña Urraca I o el mismo Alfonso IX.

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