Diario de León
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«Los niños de ahora pueden soñar con ir a Marte y si seguimos en esta línea y, desde luego, si aumentamos muy significativamente el impulso y los presupuestos de investigación y desarrollo en España, podrán hacer su sueño realidad».

Pienso mucho en esta frase, pronunciada por el ministro de Ciencia, D. Pedro Duque hace un par años. Quizás más desde que soy padre. Mi hijo pronto fantaseará con viajes al espacio, al volante de naves de juguete y con su imaginación como única barrera. De hecho, somos muchos, cada vez más los que también nos planteamos avances en nuevas tecnologías que todavía, a día de hoy, son inconcebibles, pero cada vez menos imposibles, lo que redundará en una mejor calidad de vida y de salud. Transformaciones fundamentales por las que el actual Gobierno de España ya trabaja con empeño y dedicación, con políticas comprometidas que van a cambiar nuestro modo de vivir, de relacionarnos. Si, ya lo están haciendo y el esperanzador Pacto por la Ciencia es buen ejemplo de ello. Es el resultado del máximo consenso en torno a las políticas de Ciencia, Tecnología e Innovación que necesitamos y que impulsará estas materias cada vez más imprescindibles en nuestra sociedad, porque nos ofrecen soluciones, y porque serán el combustible perfecto que ponga en marcha el motor económico de nuestro país.

A voz de pronto, sin perder de vista que el Pacto por la Ciencia se desarrolla sobre tres pilares fundamentales —recursos, personas y gobernanza—, podemos hablar de inversiones históricas en Educación y en Ciencia, dos pilares trampolín y de tremenda envergadura para proyectar nuestra recuperación a todos los niveles. Una recuperación que desde el Gobierno no se generaliza sin más a la esfera macroeconómica general, también se pretende puntualizar y extender de forma incondicional para enriquecer todas las zonas geográficas que se adjetivan como vaciadas pero que cuentan con potencial, con materia prima y talento que sobra en territorios y regiones periféricas, pero no por eso menos importantes, como nuestra tierra. Sí, León está en el buen camino, contamos con viento de cola, con fondos europeos y con las ganas que recargan energías para seguir avanzando.

La importancia de la I+D+i para el futuro de nuestra provincia es clave, y la visita de Duque sella hoy el compromiso del Ejecutivo, la responsabilidad que se impuso como obligatoria al principio de la pandemia para que nadie se quedara atrás y para que todas las personas honestas y con sentido común reconocieran la importancia de apostar por el valor añadido del conocimiento científico.

La importancia de la I+D+i para el futuro de nuestra provincia es clave, y la visita de Duque sella hoy el compromiso del Ejecutivo, la responsabilidad que se impuso como obligatoria al principio de la pandemia para que nadie se quedara atrás

Nuestro ministro de Ciencia ha sido el primer español en viajar al espacio y seguirá haciendo bandera de sus convicciones también en León, desde dos dimensiones básicas como son la industria farmacéutica y la universidad, agentes estratégicos de primera magnitud que nos brindan una oportunidad única para entender la vinculación natural entre el medio y la humanidad, entre ejecución y discernimiento.

Por ello, en su camino, manteniendo siempre intacto su compromiso con la Ciencia y sin dejar de denunciar las deficiencias sufridas en España, después de conocer las actividades de la planta farmacéutica situada en León también departirá en el Campus de Vegazana, en la Escuela de Ingenierías Industrial, Informática y Aeroespacial, con muy distintos miembros de la comunidad universitaria leonesa.

Una visita ejemplar, que sienta las bases de la relación que debe existir también entre administraciones locales, universidades y centros de investigación, la triple hélice que impulse la ansiada por elusiva prosperidad de nuestra provincia. Porque es esencial contar con asesoramiento científico para marcar la diferencia.

En este sentido, los fondos europeos y el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, suponen una gran oportunidad, y desde León podemos apostar por nuevos nichos de conocimiento, por la biofarmacia, la innovación tecnológica, la investigación en humanidades, por las grandes posibilidades que ofrece nuestro entorno, con un patrimonio inmaterial envidiable precedido por reservas de la biosfera, joyas naturales y monumentos arquitectónicos que siguen haciendo historia.

Permítanme que vuelva al principio, a los niños y niñas del mañana, a nuestras futuras científicas, investigadores y, en general, a la comunidad al servicio de la Ciencia les podré decir orgulloso que, en la pandémica primavera de 2021, yo tuve el honor y privilegio de compartir ilusiones, carrera política e incluso un paseo por los encantos de mi tierra con un hombre del talento excepcional de Pedro Duque, alguien que siempre ha insistido en que la prosperidad de las próximas generaciones pasa necesariamente por hacer una apuesta decidida por el fomento de la I+D+i y el apoyo de la transformación tecnológica de la economía en su conjunto.

Todavía hay quien se refiere a Duque como ‘el niño que soñaba con ser piloto y acabó convirtiéndose en astronauta’. Ojalá que en un futuro próximo podamos aseverar que León fue la provincia que imaginaba un futuro mejor, con más infraestructuras y empleo, y que terminó por transformarse en un enclave estratégico y próspero en el noroeste de España para la proyección del país en la escala científica mundial. Cuenten conmigo, con nosotros, para ello.

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