Diario de León

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De vez en cuando, la gente coge un tema entre manos y les pasa lo que, a los malos perros de caza, no sueltan la presa por mucho que se les presione. Aunque llega un momento en que sí. Pero en el caso que les quiero comentar aún no ha llegado ese momento.

La presidenta de Baleares, Francina Armengol, mantendrá el hablar catalán para conservar o acceder a un empleo en el sector sanitario en Baleares. Llueve sobre mojado.

Fue morir Franco, en el siglo pasado, y Cataluña vio el cielo abierto para recuperar su idioma que, según ellos, se les había hurtado, su uso, durante cuarenta años. Eso, como se recordará, supuso un sinfín de movimientos administrativos y, como no, políticos, creando una enormidad de problemas.

Se vivieron historias verdaderamente ridículas y típicas de una sociedad política papanatas. Padres que, viviendo en Cataluña, querían el castellano, el español, para la educación de sus hijos. Comercios, bancos, empresas industriales, Administración y etc, hasta el infinito tuvieron que cambiar toda su parafernalia de documentos y otros elementos de empresa para adecuar todo a su idioma catalán. La inversión, como es fácil adivinar, fue enorme, y hoy día, se vive una situación lejos de la que promulga nuestra Constitución pero que nadie, de verdad, le pone el cascabel al gato.

En verdad, y como consecuencia de ello, ¿qué está ocurriendo con los idiomas, dialectos o formas de hablar y escribir de nuestras comunidades? Sencillamente que ha cundido el ejemplo.

El último, la decisión tomada por la presidenta de Baleares, Sra. Armengol, que, sin encomendarse a Dios ni al diablo, apoya la idea catalana de joder al castellano y a los habitantes de aquella comunidad, que quieren precisamente el castellano para sus hijos, dejando claro que no desprecian el catalán. Lo quieren también como dirían los catalanes, a más a más.

Nadie niega que es un problema serio que tiene España con el tema de los idiomas dentro del país, pero nadie, de verdad da un paso adelante para solucionarlo. Para los políticos catalanes es un arma utilizada habitualmente y el ciudadano ve con sus ojos en el día a día que, efectivamente hoy, hay una invasión del catalán. Los catalanes, presumen o quieren presumir de la Constitución cuando le interesa, cuando no, como es este caso, se llaman andanas. O sea, se desentienden de lo que no les interesa. Y así no hay quien haga carrera. De esto y de otras muchas cosas

Será un tema de lenta, muy lenta solución, máxime cuando otros territorios andan jugando con él a modo de decir que ellos también tienen el suyo, país vasco, Comunidad valenciana, Galicia y quizá Asturias comienzan a moverse exigiendo sus derechos de utilizar su idioma. Están en lista de espera. Y repito, nadie, de verdad dice una palabra seria sobre el particular.

A veces el hombre (y la mujer), cuando no tiene ningún problema, se empeña en crear uno y, efectivamente lo consigue. Un país, como el nuestro, por ejemplo, vive estupendamente teniendo algunas de sus Comunidades un idioma o dialecto autóctono que, por supuesto, aman y les gustaría poder utilizar, digamos de forma «oficial». Pero eso, supone, como se está viendo en el caso de Cataluña, una enormidad de problemas que no existirían de aceptar los propios habitantes de una Comunidad concreta, como la catalana, su idioma en paralelo con el oficial de España. Además de que lo que dice nuestra Constitución que para algo la tenemos.

Es un tema frecuentemente tratado y, como todos conocen de enorme sensibilidad para los catalanes. Y ahora, como hemos comentado al principio, ahí está la Comunidad Balear, cuya presidenta Armengol se une a Cataluña en sus peticiones y exigencias relativas a su idioma y lanza la idea y la opinión que se exigirá en Baleares el idioma ¿catalán?, ¿mallorquín? para, determinados trabajos en las Islas. De momento, según se ha pronunciado, para conservar o acceder a un empleo del sector sanitario.

¿Esta mediocridad de políticos que tenemos no se darán cuenta del ridículo tan espantoso que hacen con muchas de sus ideas? Creo que era el político catalán de feliz recuerdo, que defendía que lo último que debía hacer un político era el ridículo. Si ahora levantase la cabeza el Honorable Tarradellas, se volvía a morir de la cantidad de ridículos que se cometen en nuestra política. Amigo mío, esto es lo que tenemos.

Sra. Armengol, ¿de verdad no se da cuenta usted, del ridículo que hace con algunas intervenciones suyas. Dicen sus convecinos que se preocupen ustedes más de los alquileres de Mallorca y menos de la obligación de usar el idioma mallorquín. Eso dicen…

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