Diario de León
León

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La portada del último libro de Sosa Wagner no tiene precio, aunque el ejemplar sí lo tenga. Se le ve con un pepino en la mano, como cantando «fiel espada triunfadora». La imagen pertenece a su intervención en el Parlamento Europeo, en defensa de tal hortaliza. Hoy llega a las librerías Memorias europeas. Mi traición a UPyD. Algunos medios han presentado sus 768 páginas como una venganza en plato frío. Él me lo ha negado y le creo. Hubiese sido una vulgaridad, más propia de películas de artes marciales. Al parecer, hay mucha zarzuela, bastante ópera y algún que otro réquiem. Abandonó UPyD tras verse sometido a linchamiento por haber publicado un artículo con propuestas tan «escandalosas» como iniciar un diálogo, que no fusión, con Ciudadanos. A la directiva de los partidos les sueles parecer mal que los suyos les adviertan que están cayendo en el autoritarismo, entonces, para demostrar que no es así les mandan al potro de torturas. Cuando no eres masoquista, y tienes cuartel de invierno propio, aguantas por disciplina unos latigazos y luego te vas. Él se fue sin dar un corte de mangas, pues es catedrático de Derecho Administrativo. En grosor el libro viene a ser la suma de Crimen y castigo, La venganza de la Petra y media del Oeste.

Ay, los tuyos, esas habas que cuecen en todas partes. Podemos aún gatea y ya hay voces internas que reclaman que vuelva a nacer. Cómo si un parto político fuese llegar y besar a la matrona. A la hora de morder, los propios tienen más puntería.

Estoy deseando leer estas memorias parlamentarias, que no son —pese al pepino de la portada— un gazpacho de venganza. Su salida de UPyD es sólo la mascletá final. En este largo diario, escrito durante los fines de semana, nos ofrece su visión de Europa, continente al que nada humano le resulta ajeno. En el texto promocional se dice que hay retratos «sarcásticos algunos, compasivos los más»; también que Sosa Wagner no pierde su humor ni siquiera al contarnos la última etapa de su periplo político. En Europa su voz sonó creíble, rigurosa y española. Si se ha llevado consigo a casa la gracia era porque era suya, no del partido. Me da que doña Rosa no le va a pedir a don Francisco que le dedique su ejemplar.

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