Diario de León

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TRIBUNA | Cuestión de oportunidad

Por aquel entonces, teníamos voces en el senado, por ejemplo José Calderón, y en el Congreso, José María Suárez, o Andrés Fernández, socialista, que hablaban de nosotros los leoneses, defendían nuestra identidad y territorialidad

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Hasta es comprensible que aún perdure la euforia de una ensoñación, aunque aislada, que surgió en y tras el grandioso encuentro de leoneses el 4 de mayo de 1984 rebelándonos contra la autonomía que nos imponían. Una fecha para la memoria histórica que ha quedado como un recuerdo mezcla de impotencia y desilusión para quienes lo vivimos, quienes lo contemplaron y los que les gustaría reverdecerlo y hasta emularlo. A todas luces ¡Un hito!

 

Mostrado el camino por el que van a caminar estas letras, me voy a permitir una ‘paradiña’ a fin de dejar claro que, en evitación de dudas interpretativas, al usar la denominación leoneses, los así aludidos son ciudadanos del ámbito triprovincial leonés, y ello independiente y sin imperativo alguno para la comprensión de los no se consideren como tales. Como matiz diferenciador, últimamente con más insistencia clarificadora, vengo usando el término legionenses, para los moradores de Legio (León capital).

 

Por aquel entonces, teníamos voces en el senado, por ejemplo José Calderón, y en el Congreso, José María Suárez, o Andrés Fernández, socialista, que hablaban de nosotros los leoneses, defendían nuestra identidad y territorialidad, derecho histórico a autonomía propia, con los fallidos intentos ya conocidos. Así, con ellos, los leoneses «hablamos» en foros nacionales, no encerrando más entidad el dato, que lo aportado por la escueta nominación.

 

A partir de entones, el partidismo se tornó en censura política, y el vivir personal de los elegidos en las urnas en «autocontrol» para no incomodar al jefe. Salvo alguna intervención senatorial de Morano, muy a última hora, y dentro del ámbito económico que nos concernía, a fuerza de no citarnos, en frase muy atinada de Juan Pedro Aparicio, hemos ido despareciendo, en consideración y reconocimiento añado. Estamos tan afónicos que se duda que aún existamos, tal como vamos pereciendo en el intento político castellano de engullirnos.

 

No puedo ni debo seguir sin dejar dicho que, el gran encuentro citado de inicio, sociológicamente encierra mucho más, lo mismos que las motivaciones de los promotores, muy legionense de Morano; muy triprovinciales, sin añadir matices, que los tiene, de Iglesias Carreño… por ser las dos vertientes que he contemplado, pues había más dirigentes en liza y sobre todo mucha euforia popular estudiadamente agitada, en verdad espuma luego resaca.

 

Absorbidos por la centralidad comunitaria del ente que nos impusieron, los leoneses, puede que más bien los legionenses posiblemente por considerarnos como resguardo o reducto más activo de la región leonesa, estando ya amarrados, a fin de que no se diluyera nuestra «estampa», con poco convencida voz, siendo ésta una simbólica honda para enfrentarnos al Goliat (conjunto de políticos que elegíamos y nos trituraban) reclamábamos instituciones autonómicas. Un doloroso mal menor, estudiadamente atendido por el ente con la ubicación de la sede del Procurador del Común, ¡sin capacidad ejecutiva alguna!, ojo este dato

 

Aquí un recuerdo. Ocasionalmente cuando apenas si peinaba canas y las festivas y domingueras mañanas buscaba la euforia del esfuerzo físico, en una carrera, más bien un largo trotecillo, pasaba por la que denominábamos carretera de Zamora, y aún estaba activa la azucarera Santa Elvira, había casi enfrente de la puerta principal, en un gran paredón medianero de una casa, releía letreros reivindicativos, todo un paradigma leonés en decadencia forzada.

 

Como la secuencia «grafiti» permanecía en mi memoria y me quemaba, compuse para la revista  León rompe cadenas  de UPL un cuentecillo:  Historia de una pared  en el que ésta contaba su dulce soportar de los pasajeros letreros, casi siempre toscos de ejecutoria pero aclaratorios componentes de un declive: Autonomía País leonés. Autonomía leonesa. León solo. Cortes leonesas. Se añadirían, más tarde, unas siglas que parecían ser una vivificante oportunidad reivindicativa para León: UPL.

 

Ya no en la pared, pero sí durante el devenir autonómico, al menos legionense, se propuso otro engaño, en letra impresa; a algunos de «nuestros» políticos se les ocurrió, en un a menos perder, o como tapabocas: «León capital autonómica», con el consiguiente nada de nada; que pronto lo sustituyeron por «León capital económica». En connotación con esta última, recuérdese que el ente, «previsor», pronto se había apresurado para que se llevaran de Legio el Banco de España. ¿Cabía más absurdo?

 

Dicen que los años aportan experiencia, puede ser cierto casi siempre, pero la fuerza y el vigor para estar en primera línea, en nuestro caso defensiva de lo leonés, unido al impetuoso discurrir del arte de vivir en novedosos avances casi diarios que te sobrepasan, te llevan a la retaguardia en el mejor de los casos. De modo que para los mayores que lo conocieron, para los no tanto que lo tuvieron cerca, y los inmersos hoy en la vorágine tecnológica digital, telemática, telefónica etc. que mi moraleja hasta pueda resbalarles, digo lo que digo a continuación y como cierre propositivo.

 

El próximo día 10 de noviembre, sin pancartas ni banderas, pero con una papeleta electoral como estandarte, tenemos otra oportunidad para elegir a quienes en el Senado y en el Congreso dicen que nos van a representar. Prestemos atención a este dato: Nada de ver interés centralizador triprovincial, es cuestión de aprovechamiento de la mayor afluencia sentimental del «ser leonés. Esto es perfectamente entendible. No doy indicaciones, invito a la reflexión, pero sí me permito decir que veo en la oportunidad UPL, el modo de llevar a una o a ambas instituciones nacionales la voz del pueblo, el leonés. Si se acompaña y practica, o hay unificación política en la amplitud territorial, excelente, ¡es el camino!

 

Ni en la autonomía (si exceptuamos a UPL), ni en las instituciones nacionales citadas con los partidistas PP y PSOE más los añadidos Cs y Podemos, se nos devuelve el favor del voto que otorgamos con la obligación de alzar la voz personalista leonesa, y mira que hay ocasiones, agravios económicos, sociales e identidad propia que defender o reivindicar, ¡dentro de la letra constitucional! La disciplina de voto anula voluntades, por ello representan su papel, no el nuestro, el popular leonés. ¿Dónde queda el valor de nuestro voto?

 

¿Qué tal si el 10 de noviembre marcamos el inicio de otro hito? ¡Cuestión de compromiso con lo leonés! y como dicen ahora: «ahí lo dejo».

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